El triunfo del Baade

Determinar los motivos de las renovaciones en el equipo económico será clave para interpretar qué cambiará con la llegada de Axel Kicillof. La primer interpretación es que está disparado por la crítica caída de las reservas internacionales que ponen en condición de debilidad al Gobierno frente a los ataques, tanto especulativos contra la moneda como de fondo contra el modelo de desarrollo.
Mercedes Marcó del Pont carga con la culpa del fracaso del cepo cambiario, sin importar cuánta responsabilidad tuvo en la construcción de ese sistema.

También pierde la estrategia de obtener los dólares vía mercado de capitales, ya sea con la colocación de deudas voluntarias o la presión a bancos y exportadoras para que se endeuden en el exterior y aceleren la liquidación de divisas en el país. Una visión casi ortodoxa de cómo cubrir las necesidades de financiamiento

Triunfa en cambio la “política Baade” de presión a los actores económicos para que aporten los dólares que necesita el Central para afrontar los compromisos externos en 2014.

Lo saben especialmente todos los ejecutivos de empresas que recibieron llamadas del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, en las últimas semanas reclamando la suscripción del bono.

El Baade y el Cedin surgieron como los instrumentos para el blanqueo de capitales, una iniciativa pensada para recaudar dólares por la vía heterodoxa que fracasó.

El Baade no logró recaudar dólares y el Cedin nunca se convirtió en la cuasimoneda que iba a regular el mercado en negro de la divisa.

La posibilidad de blanquear capitales sigue abierta y, a la vez, se amplio el uso del Baade para que lo puedan suscribir las empresas casi como un bono patriótico. Solo la petrolera Bridas expresó la voluntad de invertir hasta u$s500 millones, pero lo condicionó a cambios en el instrumento para que se asemeje a una cuasimoneda de inversión y poder destinarlo a realizar aportes de capital en una sociedad con la estatal YPF.

Desde ese momento, Comercio Interior y el BCRA pujaron por ver quién lograba aportar los dólares. La última jugada de Marcó del Pont para forzar a las cerealeras a liquidar dólares fue un golpe a la pretensión de Moreno de que compren el Baade.

La decisión de quién salió y quién se quedó en el gabinete económico aclara cuál es la política válida y cuál no para juntar los dólares.

Kicillof llegó al gobierno para administrar Aerolíneas Argentinas y luego solucionar el déficit energético. Ahora como ministro de Economía, deberá buscar su lugar: no le quedó bajo su responsabilidad negociar la deuda externa ni la relación con las empresas en el frente interno. Poco margen para llevar adelante políticas keynesianas que sostengan el ritmo de crecimiento. Y corre el riesgo de ser responsable del fracaso de la política cambiaria, con o sin desdoblamiento del mercado.

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