Una triste realidad: la temporada en la feliz

Una triste realidad: la temporada en la feliz
Pablo Fernández titular del EMTUR señaló con cierto regocijo: “En enero visitaron la ciudad más de 1,3 millón de personas”. El dato es fidedigno y seguramente significó que la temporada fue un éxito ¿O no?
En décadas anteriores miles de negocios abrían sus puertas en el verano para trabajar duro durante tres meses y de esa manera poder palear el complicado invierno marplatense. Otros utilizaban esos días de frío para tomarse unas merecidas vacaciones en diferentes puntos del país, y porque no fuera del mismo.

Las cosas cambiaron por completo. Crisis económicas por doquier golpearon duramente el bolsillo de los trabajadores e hicieron que las temporadas veraniegas se conviertan en cortas y poco rentables para los comerciantes de nuestro medio.

Desde mdphoy evitamos las frases de nuestros funcionarios y sondeamos a los comerciantes en la mayoría de sus rubros. Caminamos las calles de la feliz pero recogiendo situaciones que para nada condicen con los dichos de funcionarios.

Es la primera vez en años que la temporada se adelantó. Muchos estaban satisfechos con ese cambio. Los últimos 10 días de diciembre presagiaban un verano con calor, turistas, y buenos dividendos para los negocios de la ciudad. En verdad muchos adelantaron sus vacaciones debido al desabastecimiento de energía y agua por la que atravesó Capital y sus alrededores. De esta manera Navidad y Año Nuevo fueron fechas propicias para todos en la feliz. Desde restaurantes hasta taxistas.

Gustavo conserje de un hotel tres estrellas fue tajante: “La temporada duró diez días. Del 23 de diciembre al 1 de enero”.

Siguiendo con la hotelería se dio un caso importante de comentar. Los hospedajes de una y dos estrellas se mostraron conformes con el movimiento turístico sobre todo los días de semana y en la segunda quincena. No sucedió lo mismo con los de tres, cuatro, y cinco estrellas, para ellos el año que pasó fue mucho mejor que el 2014.

Que sucedió con las inmobiliarias. ¿Donde se albergaron 1,3 millones de personas sino fueron a hoteles?

La mayoría alquiló de cuatro a cinco días y departamentos céntricos. Todo cerca de la playa. Fue más productiva la segunda quincena ya que la primera algunos la catalogaron de “malísima”.

Otro dato importante que hay que tener en cuenta en este rubro es el tema consultas. Por lo general se elevan sugerencias por e-mail pero eso no ocurrió esta vez. Los interesados se daban cita en los comercios y exigían de alguna manera rebajas sin saber como eran los lugares donde pasarían sus cortas vacaciones. Una reconocida inmobiliaria céntrica nos reconoció que “no les importa donde van a dormir, solo quieren que les salga un poco menos”.

Que decir de la gastronomía. La feliz goza de excelentes lugares y para todos los gustos no solo para el visitante sino también para el habitante de nuestro medio.

Al existir tanta variedad lo más razonable sería ir por partes. Los días acompañaron con un promedio de 30 grados en todo el mes y sin presencia de lluvias. Los bares, lugares de comida rápida, y hasta los churreros de la playa, se mostraron muy conformes con lo que ocurrió del 15 al 30 de enero. Barato y abundante, combo ideal, para el turista modelo 2014.

Otro rubro gastronómico como las pizzerías, inclusive económicas, fueron contundentes: “El verano es muy malo casi peor que el año anterior”. Y Roberto muy gracioso afirmó: “Entraron ocho personas y pidieron una gaseosa chica con cinco vasos. Les tuve que pedir que se retiren”.

Ahora bien los restaurantes con menúes de 100 a 300 pesos por persona fueron netamente perjudicados por la inflación que sacudió el bolsillo de los veraneantes. Ni siquiera los fines de semana pudieron palear las perdidas de la temporada y en varios locales céntricos nos argumentaron lo mismo: “Nos sobran empleados. Los contratamos pensando que nos iba a ir mucho mejor. La temporada anterior fue mala, esta es desastrosa”.

Asimismo los comercios del Puerto tuvieron mayores adeptos en horarios nocturnos y sobre todo los días donde la playa no era la mejor opción. Pero en general su movimiento fue regular.

Muchos pensaran que debido al intenso calor que azotó la Costa Atlántica los grandes beneficiados fueron las heladerías. Lamento confirmarles que no fue tan así. El tiempo ayudó pero la venta no estuvo para nada acorde con el gasto. Si tomamos como ejemplos dos calidades del producto: uno accesible y el restante de mejor calidad. De las dos partes recibimos las quejas pertinentes. “Los fines de semana mucha gente pero compras pequeñas. Ni que hablar de las tortas heladas o algo por el estilo que venga embazado, son productos que no movieron”.

Cabe destacar que la mayoría de las heladerías consultadas son de renombre en la ciudad. Y todas cuentan con sus respectivos locales diseminados por diferentes zonas.

La contratara del intenso calor fueron los comercios de Juan B Justo donde la ropa es tradicional para los veraneantes: “Mucha gente pero gastan poco. Se fijan en promociones sino no compran y eso que es segunda selección”, argumentó el encargado de una reconocida casa de ropa unisex.

La realidad también fue dura para con los locales de ropa en general: “El tiempo fue excelente para los veraneantes pero no para nosotros. Sino se nubla no vendemos ni las ofertas”.

La ciudad está colmada de comercios con todo tipo de indumentaria para su venta. Zona centro, Guemes, Juan B Justo, entre otros. Uno de los lugares comunes a la hora de declarar tanto por los empleados como por los propietarios de las tiendas fue la falta de efectivo: “Tuvimos que cancelar las tarjetas porque las compras fueron muy bajas. A los turistas no los benefició pero a nosotros tampoco”.

La malaria también caló hondo en las farmacias. Debido al calor pensamos que podría incrementarse la cantidad de bronceadores y protectores para la piel. Una de las más reconocidas de la ciudad con su titular a la cabeza, nos ilustró con una frase que fue repetida en varios lugares: “En los primeros días de enero me sobraba un empleado. En esta segunda quincena me sobran tres”.

Para terminar con el repaso no podemos olvidarnos de los verdaderos hacedores de la calle. Los que palpitan como nadie las temporadas con ustedes: los taxistas.

Justamente Jorge, trabaja en la zona de la nueva Terminal, nos regaló una frase ideal para describir este momento: “Los veo acercarse al auto. Son familias por lo general, con 38 grados a cuestas, y te preguntan: ¿la terminal vieja donde queda? Y se van arrastrando bolsos y valijas no toman taxis, no tienen dinero. Eso es la temporada en Mar del Plata”.

Otros como Julián se acordaron de las tantas frases equivocadas del gobernador Scioli: “cuando lo escucho decir que la costa está blindada lo invitaría a que suba conmigo y llevamos un viaje a la periferia”.Y añadió que “Me llegaron a robar dos mujeres de 15 años armadas y a las 16 horas de un sábado”.

Raúl con 25 años de profesión aclaró: “Hacen política y no convencen a nadie. Los policías están todos en la costa pero en los barrios no hay nadie. Ya ni voy a los lugares complejos. Tengo nietos y los quiero disfrutar”.

La delicada situación económica por la que atraviesa el país estancó una vez más la temporada en la costa marplatense. Muchos escogieron otros rumbos debido a la inseguridad incesante. Algunos prefirieron diferentes ciudades con menos caudal de gente. Pero lo importante para nosotros es nuestra querida Mar del Plata. Que año tras año no solo pierde adeptos sino que también deja un centenar de negocios vacíos o carteles con el clásico “Vendo Fondo de Comercio”.

Definitivamente el sol del verano no sale para todos solo ilumina a unos pocos. Y últimamente los comerciantes de la ciudad simplemente vislumbran nubarrones.

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