Tres años de un legado político que la Argentina no puede olvidar

Tres años de un legado político que la Argentina no puede olvidar
El legado del ex presidente Néstor Kirchner sigue vigente en la vida política argentina al cumplirse este domingo tres años de su fallecimiento, aquel 27 de octubre a la mañana, en El Calafate, Santa Cruz.
La gestión de Kirchner (2003-2007) estuvo marcada por la recuperación de derechos que los argentinos habían conseguido a lo largo de la historia para perderlos en el último tramo del siglo XX, a partir de la instauración de políticas neoliberales.

De esta manera, como le gustaba decir, el ex presidente ganó las elecciones “con más desocupados que votos”, pero en los primeros nueve meses de gestión bajó nueve puntos la desocupación y su popularidad se multiplicó.

No le fue fácil igualmente: a poco de asumir se vio obligado a impulsar una renovación de los integrantes de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que lo amenazaban con redolarizar la economía y así evitar cualquier posibilidad de tener una política económica autónoma.

Por entonces, las presiones, aún dentro del Gobierno, también estaban centradas en que no se juzgaran a los militares que habían cometido delitos de lesa humanidad durante la última dictadura militar.

Con su estilo de trabajo hiperquinético y la firme decisión de contarle a los argentinos cuáles eran las presiones que sufría y los problemas con que se encontraba, Néstor logró sortear el haber asumido con el 22% de los votos, a raíz de la maniobra del menemismo de dejarlo sin segunda vuelta para deslegitimarlo.

Kirchner respondió con números: más de 5 años de crecimiento sostenido a un promedio superior al 8,5% anual; el período más largo de crecimiento de los últimos 100 años; y reducción de la desocupación a menos de un dígito por primera vez después de más de 13 años, pasando del 20,4% en el 2003 al 8,4% en el 2007.

Durante su gestión, la Argentina salió del default mediante la restructuración de la deuda por más de U$S 67.000 millones, con una quita del 75% del capital, y la cancelación de la deuda con el FMI, situación que determinó que la deuda externa que en el 2003 representaba el 130% del PBI, en 2007 alcanzaba el 74%.

Kirchner subió el salario mínimo de $360 en 2003 a $980, en 2007, período en que las asignaciones familiares aumentaron un 150% y las jubilaciones un 360%, en tanto que la pobreza se redujo de casi el 55% al 26%.

La subordinación de la economía a la política; el regreso de paritarias entre empresarios y trabajadores; la creación de un piso presupuestario para la educación pública, por ley, y para la obra pública, de hecho; la negativa al ALCA y la integración sudamericana, son solo algunos de los legados que dejó Néstor.

Impactó en el corazón de los argentinos con tres discursos, mal dichos, pero sentidos: el de asunción, el 25 de mayo de 2003; el primero en la Asamblea General de la ONU, el 25 de septiembre de 2003; y el de la ex ESMA, el 24 de marzo de 2004, luego de haber bajado el cuadro de los dictadores Rafael Videla y Reynaldo Benito Bignone del Colegio Militar.

“Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada”, dijo al asumir.

Y en la ONU agregó: “La defensa de los derechos humanos ocupa un lugar central en la nueva agenda de la República Argentina. Somos hijos de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”.

“Formo parte de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me sumé a las luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar en la puerta de entrada de la Casa Rosada”.

“Las cosas hay que llamarlas por su nombre y acá si ustedes me permiten, ya no como compañero y hermano de tantos con los que compartimos aquel tiempo, sino como Presidente de la Nación Argentina, vengo a pedir perdón de parte del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia por tantas atrocidades”, completó en la ex ESMA.

Hijo de un trabajador postal descendiente de inmigrantes suizos y de una chilena descendiente de inmigrantes croatas, Kirchner estudió la primaria y secundaria en Santa Cruz y viajó a La Plata para estudiar abogacía, conoció a Cristina Fernández, se casó y regresó a su provincia, donde tuvieron a Máximo, en 1977, y a Florencia, en 1990.

Inició su militancia en la Federación Universitaria de la Revolución Nacional (FURN) y concluyó su vida como presidente del Partido Justicialista, desde donde fue intendente de Río Gallegos, gobernador de Santa Cruz, presidente de la Nación y diputado nacional.

El ex presidente entró a la política nacional y regional como un perfecto desconocido y se fue de golpe, casi ocho años después, luego de haber sacado al país del infierno y dejado las bases de la integración regional.

La juventud, la que resistió durante la década de los 90’ los achaques del neoliberalismo y la que solo tiene recuerdos de haber vivido durante las mieles de su gestión, lo lloró en la Plaza de Mayo a partir de aquel 27 de octubre de 2010.

Néstor Kirchner se fue por un paro cardiorespiratorio que dejó a la Unasur sin su secretario general, o como dijo el mandatario boliviano Evo Morales, “el primer presidente de Sudamérica en 200 años”.

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