Tras el regreso de Cristina Kirchner, el presidente Mauricio Macri quiere la calle despejada

Tras el regreso de Cristina Kirchner, el presidente Mauricio Macri quiere la calle despejada

"No quiero más cortes todo el tiempo. La gente con derecho está cansada", fue el contundente mensaje del jefe de Estado en la reunión que mantuvo con las cúpulas de las fuerzas de seguridad. El enfado por la "zona liberada" en Tribunales y el futuro del protocolo antipiquetes

"Quiero las calles despejadas. No quiero más cortes todo el tiempo. La gente con derecho está cansada. Pero tampoco quiero absolutamente nada fuera del marco de la ley. Hagan lo que tengan que hacer", dijo el Presidente. Era el mediodía del jueves pasado. Los cuatro jefes de las fuerzas policiales y de seguridad del país escuchaban.

Por esas cosas extrañas de la política y el poder, no trascendió hasta ahora que el jueves almorzaron con el Presidente, en su comedor privado en la mismísima Casa Rosada, el jefe de la Policía Federal, el Comisario General Néstor Roncaglia, el de la Gendarmería, Comandante General Gerardo Otero, el de la Prefectura, el Prefecto General Eduardo Scarzello y el Director Nacional de la PSA (Policía de Seguridad Aeroportuaria) Alejandro Itzcovich Griot, más la ministra de Seguridad Patricia Bullrich y el Secretario de Seguridad, Eugenio Burzaco.

El encuentro, según los conocedores de la materia, es el primero que todos los responsables de seguridad de la fuerzas tienen con un Presidente en la Casa Rosada en casi 20 años. Fue programado mucho antes que se supiera que el día anterior Cristina Kirchner sería citada a declarar y que aprovecharía la ocasión para su regreso político al gran escenario.

La charla transitó por el estado de las fuerzas, la reconversión de la nueva Policía Federal –una parte pasó a la Ciudad- y, por supuesto, el combate al narcotráfico. Sin embargo, lo más importante y donde aparecieron las mayores definiciones del Presidente fue cuando se habló de los cortes de calles y los piquetes.

EL ENCUENTRO FUE EL PRIMERO ENTRE UN PRESIDENTE Y TODOS LOS RESPONSABLES DE SEGURIDAD EN CASI 20 AÑOS

Fue imposible soslayar lo que había pasado 24 horas antes en Comodoro Py. El Presidente le pidió a cada uno de los jefes que le hagan un breve informe de lo sucedido, cuáles fueron las funciones que cada fuerza tuvo asignada ese día y como se llevaron adelante.

Nadie opinó, al menos en la comida, del tema de fondo: quién y cuándo decidió que se le entregaría a la guardia pretoriana de La Campora la seguridad del acto pero, lo que es más importante, de las calles y del edificio de los tribunales federales. No correspondía que Macri, Bullrich y Burzaco hablasen del tema delante de los jefes, pero se sabe que el martes había dos posturas bien diferentes en el Gobierno. La que sostenía que las fuerzas de seguridad, las cuatro, debían desplegarse custodiando al edificio de justicia, con un grupo de al menos 300 hombres, dejando despejado el interior del acto –los cuerpos policiales nunca se involucran con la gente que participa de una manifestación y menos política y menos opositora al Gobierno- y marcando el perímetro de los cortes de calles y avenidas alrededor de Comodoro Py. Esta postura la explicó en los medios de comunicación el propio Roncaglia el martes hasta el mediodía.

La otra postura, la que triunfó, fue despejar toda la zona y no involucrar a las fuerzas, salvo las habitualmente desplegadas, dentro del edificio en los pisos donde se encuentran los jueces federales. Un tercer elemento le jugo al Gobierno una mala pasada: el discurso de CFK. Una cosa es que el Ejecutivo decida despejar una zona de fuerzas policiales y de seguridad para evitar incidentes con integrantes de una manifestación o marcha, y otra muy diferente es que los funcionarios se conviertan en meros televidentes de un acto político con un armado previo –hasta del escenario- frente a un edificio de tribunales sin custodia policial fuera, donde tiene sus despachos jueces y fiscales que deben investigar la conducta de varios de los asistentes al acto, comenzando por la única oradora. Es verdad que, salvo el bochornoso incidente con cuatro periodistas, nada más sucedió en las afueras del edificio, ¿pero y si la guardia pretoriana K no hubiera podido contener a agitadores que intentaran hacer justicia por mano propia contra Claudio Bonadío o Sebastián Casanello?. Y finalmente la cuestión de fondo: ¿quién le dio protección a Bonadío el miércoles?. ¿La policía federal o La Cámpora?

El tema no es menor porque representa las opiniones divergentes que sobre la aplicación en lo cotidiano de la seguridad tienen el jefe de Gabinete Marcos Peña y la ministro Bullrich. Se sabe que Peña, preocupado –y con razón- del accionar muchas veces violento e inexplicable de las fuerzas policiales y de seguridad en diferentes operativos (la muerte del Lauchón Viale, la irrupción a la casa de la ex mujer de Sebastián Pérez Corradi, etc., para no caer en el clásico ejemplo de las repudiables muertes de Kosteki y Santillán, casos todos donde la Policía Bonaerense tuvo un enorme protagonismo) todavía carecen de la confianza que Bullrich tiene en los cuerpos policiales y de seguridad. También se entiende por el cargo de cada uno: Peña debe resguardar al Presidente y el Gobierno. Bullrich es la jefa de los uniformados y no tiene otra que creer en ellos.

La mayor parte de la comida estuvo ocupada por la delicada situación de los piquetes y los cortes de calle. A nadie debe sorprenderle que el Presidente tenga una postura firme en el tema. Lo dijo en la campaña: "no vamos a tolerar más cortes". Y lo repitió el jueves antes los responsables. Quiere que paulatinamente vayan disminuyendo los cortes, para lo cual invito a los jefes a actuar "dentro del marco de la ley", aplicando la "legislación", "el sentido común y el criterio en cada caso", pero sin olvidarse que "la calle es para que la gente la transite". "Quiero, porque además así lo quiere la gente, calles despejadas. Hagan lo que tengan hacer. Yo los voy a apoyar", les ordenó Macri.

NO SE VOLVERÁ A ANUNCIAR NINGUNA OPINIÓN OFICIAL ANTE UN CORTE O PIQUETE.

Fue interesante en el desarrollo de la conversación la postura que llevaron varios a la mesa: cuando en su momento se anunció el protocolo de cortes de calles se generó en las organizaciones sociales y piqueteras una estrategia de desafío a las fuerzas. "Se han hecho cortes de calles y se han armado piquetes con el único objetivo de dejar mal parado al protocolo. En un tono de provocación al Gobierno", le explicaron al Presidente.

Es por esa razón que se decidió no adelantar ninguna opinión más oficial ante un corte o piquete: habrá dialogo con los manifestantes, que no será eterno, pero tampoco con un reloj en la mano. Se actuará según cada caso, la magnitud y duración del corte, si se trata en una vía única de tráfico (caso la autopista Ricchieri al entrar al Aeropuerto de Ezeiza) y si quienes marchan o cortan actúan de manera violenta contra personas y bienes. Al respecto, y si esto último sucede, el Presidente fue contundente.

"Hagan lo que tengan que hacer. No vamos a tolerar violencia en las calles", dijo.

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