Tras más de una década de vaivenes, Racing recuperó la sonrisa como club

Tras más de una década de vaivenes, Racing recuperó la sonrisa como club

Más allá del título de 2001, esta conquista se gestó como asociación civil

Quizá por algunos caprichos del destino todo debe ser épico para la Academia. La historia lo ha lastimado tanto que en su día más glorioso aparecen girones de una vida agitada y convulsionada. Racing Club Asociación Civil vuelve a golpearse el pecho por ser el dueño de la corona doméstica. Y no es un detalle menor, porque tuvo que sufrir demasiado para llegar a esta instancia, porque es verdad que en 2001 también se emborrachó de gloria después de 35 años de angustias, pero allí todo estaba ensombrecido por Blanquiceleste SA, la empresa que desembarcó en Avellaneda con la misión de rescatar y enaltecer la historia del club y resultó tan corrosivo que hasta hoy la Academia tiene sobre su espalda deudas de la gerenciadora.

Fue una espera de 13 años después de aquel paso a paso. Todo fue turbulento. Cambios de gerenciadores, interventores, síndicos, marchas de protesta, violencia, más deudas, pretemporadas suspendidas por falta de pagos a los futbolistas, levantamiento de la quiebra (no está saldada la deuda que sería de casi unos 25.000.000 de pesos) y reinstitucionalización. Así de agitado y contundente.

Tras aquel redoblante sobre la cara de Daniel Lalín, la quiebra, las hirientes palabras de Liliana Ripoll "Racing ha dejado de existir", la aparición de Blanquiceleste SA, el "Vamos por más" de Fernando Marín, presidente de la extinta empresa, llegó el título de 2001 que pareció terminar con tanto sufrimiento.

Sin embargo, Racing tuvo que esperar demasiado para volver a sentirse vivo. Es que hubo cambio de presidentes en la gerenciadora allá por 2006 cuando salió Marín y apareció Fernando De Tomaso, que terminó por chocar el proyecto de supuesto salvataje para la Academia. Una infinidad de cheques rebotados, deudas con el plantel y la utilización de la plata de Racing para pagar la quiebra que supuestamente debía pagar Blanquiceleste SA, fueron algunas de las cosas que tuvo que soportar la entidad de Avellaneda. Todo ante la inacción de una sindicatura que de tan ausente pareció cómplice. Y claro, frente a un juez, Enrique Gorostegui, que dio la sensación que no advirtió semejante daño.

 

Racing tuvo que esperar demasiado para volver a sentirse vivo

 

Incluso, el ex presidente Néstor Kirchner, por sugerencias de su hijo Máximo, había tratado de ayudar acercando algunos de sus allegados para mejorar el proceso que todavía estaba en manos de Blanquiceleste SA, pero De Tomaso continuó con sus malas gestiones. Sacó del camino a Diego Simeone como entrenador, contrató futbolistas como Claudio López y no cumplió con su contrato, rompió relaciones con Mostaza Merlo, libró cheques del banco Macro sin fondos, dejó el predio de Tita en el abandono, sin semillas para sembrar el pasto y hasta los chicos casi no tenían un sándwiches para merendar. Todo terminó en una intervención del club. Fue por eso que el doctor Héctor García Cuerva, el primer interventor que había tenido Racing en 2000 antes de entregarle el club a la empresa gerenciadora, volvió a Avellaneda, pero con órdenes directas del gobierno nacional de finalizar el contrato de Blanquiceleste SA con la Academia.

No fue un camino sencillo, incluso hasta hoy pesan vínculos económicos entre ambos (en el proceso de quiebra de la empresa, Racing compró parte de la deuda, es el principal acreedor y con ello se aseguró no terminar en medio de demandas mayores por las deudas que había contraído la gerenciadora).

La vuelta a la democracia tampoco resultó tan tranquila. La llegada de Rodolfo Molina al poder suponía un cambio rotundo, pero no. Se acomodaron algunos números, se renegociaron deudas y se calmaron los reclamos de los acreedores.

Fueron tiempos de Promoción, de sugerencias hacia el plantel de parte del padre Juan Gabriel para "charlar" con la barra, de delirios de contratar a Lothar Matthaus, de despidos a un entrenador en apenas cuatro fechas (Nelson Vivas), de llegadas de futbolistas para tratar de conseguir un campeonato que los eternice...

Los egos, otra vez los egos, volvieron a dañar la vida de la Academia. Molina se distanció de su vicepresidente, Pablo Podestá, y apareció en escena Gastón Cogorno, un personaje casi desconocido para el mundo del fútbol que llegó, sin escalas, a la presidencia del club.

Y todo siguió igual. Una conducción que se apoya en determinaciones desde el tablón expuso a todos. Hasta apareció en la sede de Villa del Parque una situación muy turbulenta en donde murió el periodista partidario Nicolás Pacheco después de un asado en horario nocturno.

Tiempo después Cogorno y Molina se enfrentaron por cuestiones personales y terminaron en un espectáculo casi triste en el que, acusaciones mediante, se pedían renuncias de uno y otro. Para evitar la acefalía tuvo que tomar el control Víctor Blanco (era vicepresidente segundo de Cogorno) que de tan lejos del fútbol que estaba, reconoció sus desconocimientos del mundo de la pelota. Sin embargo, el empresario hotelero le aportó calma al mundo Racing y se jugó una parada importante con la contratación de Diego Cocca y el retorno de Diego Milito.

Demasiado vértigo para un solo club, pero para la Academia nada es imposible. Por eso el 14 de diciembre quedará grabado a fuego en el fútbol argentino: Racing Club Asociación Civil, vuelve a gritar campeón. Salud..

Comentá la nota