Se fue con la tranquilidad de haber concretado su trabajo

Se fue con la tranquilidad de haber concretado su trabajo

Comenzó en el secundario y sólo estuvo ocho días sin trabajar como periodista hasta ayer cuando nos dejó.

Me quedó patente su frase, cuando un día lo entrevisté en oportunidad del Día del Periodista. "Para ser objetivo, prefiero no escribir", me contestó tirando por tierra todos los argumentos y ensayos sobre la objetividad periodística. Y ese fue entonces el título de la entrevista que publicamos en el suplemento de Cultura y Espectáculos el 7 de junio de 2012.

Ayer nos dejó físicamente el queridísimo periodista Oscar Manuel d’Oliveira, cuya sola imagen nos remonta a la idea de un monumento a la profesión, porque siempre estaba cargado de su grabador, anotador y cámara de fotos.

Quienes trabajamos en esto, siempre destacamos en él eso de que no sólo era periodista, sino que lo parecía. Claro, si a cualquier hora que uno lo encontrara, estaba siempre en posición de firme para escribir una noticia.

Tenía 89 años, esperaba ansioso su cumpleaños 90 (que ocurriría el 11 de junio próximo); como también esperaba la salida de su segundo libro de sonetos, que ya estaba a punto y al que sólo le faltaban algunos detalles; y el ferrocarril a La Quiaca, que esperaba ver concretado antes de morir. Igual, la sensación es que no dejó cosas pendientes, porque hasta la noche del miércoles había estado trabajando en el suplemento Literarte que sale cada domingo desde que volvió a las páginas de El Tribuno de Jujuy, después de jubilarse en el año 2001. Ayer, se levantó, desayunó con su esposa Susana, y entre las cosas que le dijo, la más contundente fue: "No te olvides de terminar el Literarte". Minutos después se durmió para siempre, quizás sabiendo con tranquilidad que ya había cumplido con su labor, con su misión.

Todo lo que no pudo ver, seguramente podrá apreciarlo dentro de poco, desde otro lugar, el del recuerdo de quienes supimos valorarlo. La impresión del último número del Literarte que editó, su segundo libro de sonetos, y quizás también el ferrocarril que soñó como soñó el Paso de Jama (un deseo que sí se le cumplió en vida).

Cuando le hice aquella entrevista, Oscar, o el "Purrete" como se lo conocía en el ambiente o más específicamente en nuestro diario, venía de recibir una distinción como Miembro Honorario del Instituto Belgraniano, el 25 de mayo de ese año, en el marco del acto patrio realizado en Casa de Gobierno.

No fue la única mención o distinción que recibió, pero sin dudas no fue lo que lo movía. Tampoco lo movía la cuestión económica. Él sabía y todos los que lo conocimos, que su jubilación no era la justa para un hombre de tanta carrera, que tuvo importantes logros en la sociedad, pero no era algo que le impedía dormir tranquilo.

Él decía que iba a cumplir 70 años de periodismo porque contaba que había comenzado a trabajar a los 23 años en La Gaceta de Tucumán. Lo cierto es que si tenemos en cuenta el trabajo periodístico a partir de la sola pasión, podemos considerar sus inicios unos años antes, cuando hizo algunas pasantías en el diario El Orden, también de Tucumán, mientras estudiaba la carrera de periodista. O quizás antes, cuando decidió estudiar esta profesión. Y si nos adentramos más en su historia, hasta podríamos decir que fue cuando todavía cursaba el secundario en el Colegio Nacional Nº1 de la capital jujeña, cuando le encargaban monografías, y él presentaba informes especiales con fotografías (porque su padre ya le había regalado un cámara en aquel entonces) y los profesores le auguraban que esas presentaciones tendrían un horizonte como periodista.

Fue periodista de tiempo completo, y hasta de vida completa, porque siguió trabajando diariamente en esta profesión.

A lo largo de su fructífero camino periodístico, Oscar d’Oliveira pasó por medios gráficos de Tucumán y de Jujuy, literalmente se puso la camiseta del Paso de Jama, y junto a un equipo de personalidades que lucharon por este objetivo, lograron imponer este sueño que hoy es realidad.

Fue también un poeta de gran sensibilidad. Y aunque su primer libro salió en la primera década de este siglo, "7-7 Sonetos de Piedra", su primer soneto publicado fue "Azucena". Él tenía entonces quince años, y esos versos se publicaron en el diario "El Día" de San Salvador de Jujuy.

Además del segundo libro que estaba casi listo, ya tenía otro más terminado.

Fue prensa de la Legislatura y de Casa de Gobierno, acompañó al exgobernador Carlos Snopek en Jama.

Después ingresó a diario Pregón donde estuvo un tiempo y cuando se fue de ahí, ocurrió que estuvo ocho días sin trabajo, hasta que lo llamaron de El Tribuno de Jujuy. Fueron los únicos ocho días que no estuvo haciendo periodismo (o por lo menos con un trabajo oficial, porque no debe haber estado tampoco sin escribir).

Al poco tiempo fue jefe de Redacción de nuestro matutino, y comenzó a hacer periodismo publicitario y comenzó a organizar los suplementos especiales del diario.

Se jubiló en nuestro diario, en el año 2001, y unos años después volvió para diseñar Literarte (suplemento literario y de arte que sale todos los domingos con El Tribuno de Jujuy) y cuyos próximos números dejó terminados antes de morir. Además, llevaba este suplemento a la radio, Jujuy FM (radio de El Tribuno de Jujuy), todos los miércoles. El segmento se llamaba "Literarte oral".

Sus ideales

Algo que sostenía fehacientemente cuando se le consultaba por sus conceptos sobre la profesión, era que "no se puede ser periodista si no escribís con una meta definida. Si no tenés esa meta, el periodista es un simple medio".

Decía que para ser periodista hacía falta primero la vocación, "porque si no tenés vocación no entendés que no se trata de buscar noticias por buscarlas. Yo saco un accidente, lo armo y lo pongo, y eso no es ser periodista. Yo tengo que mirar, ver por qué voy a hablar de algo", nos enseñaba.

"Yo a veces para ser objetivo, prefiero no escribir. Porque si vos ves un tipo que está pateando un chico, y tenés que ser objetivo, tenés que decir simplemente ’un hombre estaba pateando a un chico’. Y yo prefiero escribir que ese pobre niño está abandonado, que el gobierno no se preocupa por él, etcétera", expresaba en aquella inolvidable nota.

"El reconocimiento que tiene un periodista es el de ver una comunidad que prospera. Cuando yo voy a Jama, paso Susques, la Cuesta de Lipán, las Salinas, y llego a San Pedro de Atacama, y veo todo pavimentado, veo que no hemos luchado en vano", continuaba con mucho convencimiento.

Y concluía "A veces siento que económicamente yo tendría que tener un saldo en el banco, que no tengo; que en vez de mi magra jubilación (la mínima), debiera tener una de por lo menos 10.000, y no los gano. Pero me reconforto cuando me pongo a leer, cuando escribo, cuando salen las notas, cuando sale un poema, un libro, porque veo que está quedando escrito todo lo que yo he pensado. Pienso que todo lo que estamos poniendo en el diario es historia".

 

Y sí, Oscar d’Oliveira es parte de la historia de Jujuy, de nuestro diario, del periodismo jujeño, y el olvido no le llegará.

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