Trance cristinista: desplante interno tras affaire López

Trance cristinista: desplante interno tras affaire López

Los reproches a Julio De Vido por no "dar la cara" frente a los demás diputados y el sordo malestar por la proclama que Cristina de Kirchner difundió en Facebook en la que renunció a hablarle a las mayorías y sólo se dirigió a sus militantes fueron las contrariedades que cruzaron, durante el fin de semana largo, al peronismo K.

Hubo, sin embargo, un hecho semipúblico que visibilizó el mal trance del cristinismo. Y no se trató ni de la aprobación de los pliegos de Horacio Rosatti Carlos Rosenkranz, cuyos votos estaban desde antes de la coreografía de José Francisco López hombreando bolsos de dólares en la madrugada, ni tampoco de la conducta silvestre de diputados K a favor de la reforma previsional y el blanqueo. La rebeldía más potente y simbólica se registró en La Plata cuando el martes en Diputados se aprobó un proyecto para limitar las reelecciones indefinidas de intendentes y concejales.

Sergio Massa María Eugenia Vidal se trenzaron en una disputa por el copyrigth. El tigrense anda hace años con esa idea bajo el brazo y salió a cobrarla como un éxito propio. Vidal la agitó desde la postura de que fue de ella la decisión política de meterla en la agenda.

Al margen de ese duelo de egos y marketing, el kirchnerismo bonaerense viene a los tumbos porque pasó de presidir un bloque de casi 35 diputados a una bancada de 17 donde se reparten los 14 de La Cámpora, un vórtice de celos y rispideces. Esos legisladores, el jueves se abstuvieron ante esa ley. La novedad, al margen de que todos los demás bloques salvo la izquierda votaron a favor, fue lo que ocurrió unas horas antes: el miércoles, varios de los diputados estuvieron con Máximo Kirchner, quien les pidió que se opongan al proyecto acordado entre Massa y Vidal para impedir las reelecciones múltiples.

El argumento hacia afuera fue que se trata de una reforma política parcial, que no aborda otras cuestiones, y que la idea de limitar las reelecciones debería ir atada a otras modificaciones incluso en el sistema de reparto de bancas, por ejemplo para corregir la sobrerrepresentatividad de zonas del interior. Hacia adentro fue más crudo: en guerra con el macrismo, el cristinismo se para en la posición de no votar nunca junto al PRO. Como una segunda línea argumental aparece la idea de dejar en off side a los peronistas más amigables, en particular el PJ que reporta a los intendentes.

Pero el pedido de Máximo, que primero fue aceptado, luego se licuó y terminó, al otro día, con los diputados del bloque K, los únicos que pueden considerarse cristinistas, parados en una postura más moderada: no apoyaron pero tampoco rechazaron la iniciativa. Fue, para Máximo como conductor, un traspié que pone sobre la mesa la discusión que La Cámpora viene invisibilizando: las tensiones internas entre los distintos grupos y, sobre todo, el libre albedrío y la autonomía con que se mueve José Ottavis.

El romance, que algunos K sospechan "fraguado", con la vedette Vicky Xipolitakis y sus apariciones en TV conMarcelo Tinelli ponen a Ottavis cada vez más lejos del esquema camporista y de los K. Así y todo, el "Petiso" continúa como jefe de un scrum de diputados nacionales y provinciales, y de senadores, además de tener influencia sobre intendentes. No es causal que haya sido uno de los K que primero salió a criticar a López, casi como si estos años no hubiese formado parte del circuito benévolo de la obra pública K.

Si el caso facilitó despegues y rebeldías y opera, a mediano plazo, como un factor para justificar las distancias (Maurice Closs y los misioneros que dejaron el bloque son el emblema de eso), en el plano más chico agudiza las tensiones en La Cámpora. No solo por el despegue de Ottavis, que se asume ya en la transición hacia el post postkirchnerismo, sino también por las facturas entre Andrés "Cuervo" Larroque y Eduardo "Wado" de Pedro, que piensan bien diferente sobre cómo buscar un plan de contingencia.

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