Los trabajadores siguen adelante con la recuperación de Vandenfil

Los trabajadores siguen adelante con la recuperación de Vandenfil

Mientras aguardan una pronta resolución del proceso de quiebra, la cooperativa aglutina a unos 60 integrantes. Pese a los fuertes incrementos en los costos de servicios e insumos, se mantiene la producción textil y sueñan con ampliarla.

Autor: Nicolás Grande

Los trabajadores de la Cooperativa Ex Vandenfil siguen con la producción textil en las instalaciones de la ruta 5. Esperan una pronta y favorable resolución del proceso de quiebra iniciado en febrero de 2010, cuando el declive patronal dejó en la calle a un centenar de familias. Desde entonces, luego de superar varios escollos, los operarios administran la empresa donde los telares recuperaron su marcha.

Si bien en los últimos meses se sintió el fuerte impacto en los costos de insumos y servicios, por el momento se sostiene el ritmo de trabajo y, desde la cooperativa, sueñan con ampliar los puestos laborales y los números de la producción. Al momento de reactivar la fábrica, la cooperativa estuvo conformada por 43 trabajadores. Hoy ya son 60 operarios. Además, comenzaron a realizar producción propia: “Estamos haciendo gabardina y camisería. El plan a futuro es vender con nuestra propia marca, con confeccionistas propios. Nosotros acá tenemos para un margen grande de sumar trabajadores, por lo menos 100 trabajadores”, explicó Mario Sberna, uno de los integrantes de la cooperativa.

La resolución de la quiebra, a cargo de la jueza María Gabriela Vasallo, resulta clave para el futuro de los trabajadores y el crecimiento industrial. Por eso Sberna planteó que “queremos que de una vez por todas la jueza nos dé la propiedad, pagándola”.

“Nosotros hicimos un ofrecimiento de compra a la altura de cualquier privado. Sin esa definición, no queremos arriesgar, además con el tema de los tarifazos estamos un poco asustados”, comentó el trabajador.

Meses atrás, los trabajadores realizaron una manifestación ante la intención del empresario Carlos Diforti de comprar la empresa. Desde entonces, no ocurrieron mayores novedades en el terreno jurídico. Sberna reiteró que “estamos esperando qué se decide con la propiedad de la fábrica”.

El trabajo de las distintas secciones se organiza en 10 horas diarias, de 6 a 16 horas. “Tenemos la posibilidad de trabajar las 24 horas, pero en este momento la situación económica no nos da para eso ni para tomar a más compañeros”, expuso.

Con el paso del tiempo, los trabajadores lograron recuperar todos los sectores productivos que existen en Vandenfil. Así aparece el área de Urdido y Encolado, donde se hacen las cadenas de hilo y su enconado. En Tintorería se le da color al hilo. La Tejeduría está en plena marcha, gracias a la puesta a punto de una decena de telares.

PRODUCCIÓN

“Sabemos que el importado está haciendo un poco de daño, pero nosotros tenemos trabajo todavía”, planteó Sberna.

Los nuevos cuadros tarifarios se sintieron con fuerza: “Las nuevas tarifas nos afectaron muchísimo. Tuvimos que aumentar nuestros precios, algo que nos desestabilizó con los clientes porque cuesta mucho trasladar esos precios al consumidor final. En cuanto a electricidad pagábamos 180 mil pesos y hoy pagamos 450 mil pesos mensuales. Y en cuanto al gas, pagábamos 130 mil y ahora pagamos 350 mil”.

Francisco Mellián, otro de los integrantes de la cooperativa, planteó que “los porcentajes de aumento de esos servicios fueron muy elevados, pero nosotros apenas aumentamos nuestros precios en un 20 por ciento”.

Además, “no hay que olvidarse que entre diciembre y enero hubo una devaluación”. Esa decisión económica impactó directamente en los costos de insumos importados. “Aumentaron todos los productos en un 50 por ciento automáticamente. Los pagábamos con un dólar a 9,60 y después con un dólar por encima de los 14 pesos. Por eso como el gas que usamos nosotros es importado, ya veníamos con un aumento del 50 por ciento producto de la devaluación”, agregó Mellián.

Como muestra del encarecimiento de costos, los trabajadores expusieron una bomba recientemente reparada, cuyo rodamiento costó 20 mil pesos. “Son cosas caras para mantener cuando se rompe algo, pero las seguimos manteniendo”, expusieron.

Las decisiones se siguen tomando de manera colectiva: “No hemos tenido mayores problemas, estamos ordenados, con un solo objetivo que es comprar la fábrica y recuperarla en su totalidad. Nosotros queremos que esto sea un emprendimiento productivo y no un emprendimiento inmobiliario”.

Con un presente que los mantiene en actividad, los trabajadores recordaron las dificultades que lograron superar para reactivar la fábrica. En ese sentido, marcaron que “no somos empresarios, somos trabajadores que tuvimos que largarnos a hacer esto porque no nos quedaba otra alternativa”.

“Cuando arrancamos con esto, acá no había ni un metro de tela, nada. Comenzamos a remarla comprando electricidad por adelantado. No nos querían dar ni luz. Compramos un paquete de electricidad de 5 mil pesos para hacer mover las máquinas y con esa producción compramos otros de 10 mil pesos. Así fuimos creciendo”, explicó Mellián.

Por su parte, Sberna comentó que la declaración de quiebra estuvo acompañada por el planteo de continuidad laboral. A esa esperanza se abrazaron los trabajadores para salir adelante. “Lo que no teníamos era fuerza motriz, pero con la poca energía que nos daban hacíamos reencolados, pequeños trabajos para afuera”. De esa manera, los trabajadores lograron los primeros ingresos que se volcaron a la reparación de máquinas, afectadas por los meses de inactividad transcurridos desde la quiebra hasta la conformación de la cooperativa.

“Los trabajos de arreglo los hicimos todos nosotros, sin saber demasiado, aprendiendo. Desarmábamos y armábamos. Aprendimos de mecánica. Se rompía algo y como no teníamos plata ni para nosotros, no podíamos contratar a un mecánico”.

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