"Toman los currículums, pero luego nunca llaman"

En España hay cada vez más personas que llevan años sin encontrar empleo
MADRID.- Son tres historias como las que vive la cuarta parte de la población española. Mariano, Pilar y Cristian están sin trabajo.

Mariano Delamo tiene 50 años y no encuentra empleo desde febrero de 2009. Forma parte de una de las listas que crece a mayor velocidad en España: la de los desocupados de larga duración. En 1989 empezó a trabajar en Madrid en una empresa de carga y descarga, de la que fue despedido en 2007. "Comenzó a haber menos trabajo y nos echaron a unos cuantos", explica. Entonces, encontró un nuevo empleo como vigilante, en el que se mantuvo hasta principios de 2009.

Ya pasaron tres años y medio desde entonces y ahora cobra la prestación por desempleo. Mariano está divorciado y vive con su madre, jubilada, y su hermano, con trabajo. Además, tiene tres hijos, de 16, 20 y 25 años. A los más chicos, que tampoco están trabajando, les pasa 200 euros de los 400 que recibe cada mes. "Pero esto se va acabando", se lamenta.

"Además de Madrid, lo he intentado en Barcelona, Sevilla, Málaga, Valencia, pero nunca responden."

Desde el primer día, Mariano no dejó de enviar currículums a las empresas. "Entregué varios en mano, pero los agarran por agarrar, después nunca te llaman", afirma. También fue a entrevistas de trabajo, aunque salió de ellas luego de oír una frase que se volvió tan popular como poco esperanzadora: "Ya lo llamaremos".

Pilar Ortega, por su parte, acaba de pedir el subsidio por desempleo después de cumplir este mes dos años sin trabajo. Tras 19 años como auxiliar en una fábrica de vidrio óptico en Madrid, fue despedida debido a una reestructuración. Pilar, de 40 años, está casada y tiene un hijo de nueve. Su marido es taxista, lo que significa que "a veces llega a casa sin nada, porque nadie subió a su auto".

Aunque se enfrentan al religioso pago de la hipoteca cada mes, Pilar es optimista. "Dentro de la situación que vivimos, tampoco estamos tan mal", señala con resignación.

Para los más jóvenes tampoco es fácil. Después de trabajar durante tres meses en el verano, Cristian Genín volvió a quedarse sin trabajo. Entró en la pescadería del centro comercial Alcalá Norte, de Madrid, durante el período estival. "Me hicieron un contrato de tres meses para cubrir una baja", explica. Con sólo 21 años, intenta encontrar trabajo preferentemente como pescadero, que es el oficio que más le gusta.

Antes del trabajo temporal que consiguió hace unos meses, Cristian había estado durante tres años (desde los 16) en un supermercado de la capital. Tras un cambio de jefe, fue despedido "sin ninguna razón", como él mismo asegura, a pesar de que su contrato era indefinido.

Su búsqueda de empleo no cesa, aunque las posibilidades estén ahora más mermadas que nunca. "Cada vez es más complicado", se lamenta. El paro juvenil se está convirtiendo así en una pesada cruz, que imposibilita la entrada de los más jóvenes en el mercado laboral.

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