Todo sigue igual de mal

Todo sigue igual de mal
A cinco años del conflicto generado por la resolución 125, el sector atraviesa días muy complejos. El Gobierno sigue sin dialogar y ni atender los problemas de los productores, que están potenciados por la pérdida de competitividad debido a la inflación en pesos y en dólares. El campo también tiene responsabilidad en la situación actual. La opinión de los dirigentes y productores locales
Hace cinco años, el país estaba paralizado por la protesta iniciada por el sector agropecuario en respuesta a la decisión del Gobierno de imponer las retenciones móviles a partir de la implementación de la resolución 125. La rebelión agraria de aquellos días fue histórica, porque mostró al agro unido como nunca y porque consiguió, vía el voto no positivo de Julio Cobos en el Senado, torcer la voluntad de la Casa Rosada.

Ahora bien, un lustro después, la realidad del campo es muy parecida a la de marzo 2008. Incluso, hasta se podría decir que el sector está peor, porque continúa teniendo los mismos problemas que por aquel entonces porque el Gobierno nunca tuvo intenciones de brindar soluciones, pero ahora están potenciados por una alarmante falta de competitividad a partir de la escalada inflacionaria y el atraso cambiario.

Aunque no todas las culpas son ajenas. Hay mucha responsabilidad de los propios productores y de sus dirigentes para estar atravesando esta compleja actualidad.

"Después de lo de la 125 nos pensamos que estaba todo solucionado y nos relajamos. Ese era el puntapié para hacer un gremialismo más profundo", analiza Martín Gaztañaga, vicepresidente de la filial Tres Arroyos de la Federación Agraria Argentina.

"El campo dijo ganamos la 125, ya está. Dos años se hizo la plancha, con los agrodiputados teniendo mayoría en el Congreso no se logró nada, y dos años después el Gobierno ganó con el 55% de los votos", aporta el productor Alejandro Massa, quien fuera uno de los líderes de los autoconvocados.

Y agrega sobre la fallida actuación política de los dirigentes rurales: "No representaron al sector agropecuario dentro de la Cámara de Diputados, sino que siguieron representando sus líneas gremiales. Y algunos quedaron en soledad. No hubo una bancada agropecuaria".

La llama del gremialismo, al menos para una buena parte de los productores, se fue apagando con el paso de los días y eso también pesó para que los reclamos del sector perdieran peso. Es cierto que en cada asamblea que se realiza todos piden la unidad de la Mesa de Enlace -el otro gran logro la revolución de 2008-, pero nadie puede negar que esa unidad es sólo virtual. "Sabemos de memoria que dentro de la mesa hay una eternidad entre lo que piensa el presidente de la Sociedad Rural y el de la Federación Agraria. Pero los productores piden la unión por lo que fue el hito contra la 125, más que por lo que en la práctica se pueda llegar a lograr", afirma Juan Ouwerkerk, presidente de la Cooperativa Alfa y referente de Coninagro en Tres Arroyos.

Ouwerkerk, con cierta diplomacia, dice lo que es un secreto a voces desde hace mucho tiempo. Basta con recordar los cortocircuitos que hubo en su momento entre Eduardo Buzzi (FAA) con Mario Llambías (CRA), o de Hugo Biolcati con los otros tres presidentes. O las diferentes posturas que las propias entidades tienen en temas centrales del sector. Aunque es justo destacar el esfuerzo que han puesto siempre los dirigentes de las cuatro para salir juntos en la foto.

Tal vez la gran fortaleza que tenga hoy la Mesa de Enlace sea el permanente interés del Gobierno por dividirla y ningunearla. Eso hace que los productores la protejan como un tesoro.

Mariano Astiz, presidente de la Sociedad Rural de Tres Arroyos, explica por qué es difícil llevar adelante una tarea gremial en el agro. "El sector agropecuario es muy heterogéneo en cuanto al tamaño de las explotaciones y a las actividades que se realizan en las distintas zonas del país. Eso hace que el gremialismo sea muy difícil de llevar a cabo, de gestionar. En otro sindicato te encontrás con que la mayoría de los empleados ganan mal, entonces es mucho más efectiva la lucha. En el sector agropecuario no ocurre eso", indica.

Y Astiz suma otro aspecto diferencial que hace el gremialismo rural tenga un comportamiento muy particular. "Es una actividad en la que hay aportes de capitales extrasector, que son de afuera del campo, y eso ayuda a que el agro produzca siempre y que la producción siempre esté. Pero también contribuye a que el gremialismo no pueda llevarse a cabo como corresponde".

Para completar el escenario gremial es indispensable marcar que el Fondo Federal Agropecuario lejos estuvo de recaudar lo que las entidades estimaban. Esto se debe, ni más ni menos a que muy pocos productores aceptaron aportar el 2 por mil de la venta de sus granos para apoyar acciones gremiales (ver aparte).

Astíz también marca en el análisis de la situación actual del agro "la falta de diálogo con el Gobierno". El dirigente comenta que "nunca se dio (un diálogo) como para que los funcionarios conozcan los problemas del campo. Entonces, de ese modo, hoy el sector está igual o peor que en 2008".

"Sin diálogo no hay acuerdo y así no se puede llegar a una política agropecuaria. Y con este Gobierno no sé si nosotros vamos a poder dialogar, no quiere soluciones", ratifica Ouwerkerk.

Un fenómeno que se dio durante el conflicto de 2008 fue que buena parte de los seres urbanos se volcaron a favor del campo. Con un gran aporte de los medios de comunicación, que le dieron mucha difusión a las distintas alternativas que iba tomando la disputa entre el sector y el Gobierno, en las grandes ciudades se enteraron de cuáles eran las necesidades del campo.

Eso dejó de ocurrir desde hace rato. Hoy, el ser urbano, en general, no solamente no sabe qué le pasa al sector, sino que tampoco le interesa.

"Formamos parte de un sector que es sumamente eficiente a la hora de producir, pero no sabe cómo comunicárselo al país. Por eso la gente dice de qué se quejan si la juntan con pala y andan en 4x4", plantea Massa.

"Hay que hacerle entender a la comunidad que el sector agropecuario, más el sector industrial relacionado al agro, representan el 46% del producto bruto del país. Y que ambos sectores generan más del 40% de la mano de obra. Y el campo, sólo con la soja, aporta 12.000 millones de dólares en concepto de retenciones", completa Alejandro.

El análisis podría ser más extenso y seguramente quedan causas por mencionar. Como también es real que el gran problema que tiene hoy el sector, al margen de las cuestiones arriba descriptas, es que ha perdido competitividad debido a la escalada inflacionaria y a lo atrasado que quedó el dólar.

Así, mientras que la ganadería ya empieza a mostrar serios problemas de rentabilidad porque los valores de la carne son los mismos que a mediados de 2010, la agricultura depende de que los precios internacionales continúen altos para dar sus número en verde.

"Si bien tuvimos dos años de buenas cosechas, el atraso cambiario con inflación hizo un combo explosivo. Eso generó nuevamente mucho malestar en los productores. Diría que como hace tiempo no se veía", asegura Gaztañaga.

Sin embargo, no pareciera que estemos ante las puertas de una nueva rebelión agraria. Porque las culpas no son sólo ajenas...

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