Tiene 10 años y necesita un chaleco especial para tratar su fibrosis quística, pero IOMA demora la entrega

Tiene 10 años y necesita un chaleco especial para tratar su fibrosis quística, pero IOMA demora la entrega

Tiago hace kinesiología respiratoria a través de ese elemento, que lleva un motor. Se le rompió a mitad del año pasado y su familia debió movilizarse para que los escuchen. 

Tiago tiene 10 años y fibrosis quística, una enfermedad crónica y degenerativa que hace que acumule mocos no sólo en sus pulmones sino también en el páncreas y en el hígado. Esa acumulación facilita que pueda padecer infecciones respiratorias, entre otros trastornos.

Para amortiguar los efectos de la fibrosis quística sobre su cuerpo, Tiago cumple estrictamente con un tratamiento diario: dos nebulizaciones -una a la mañana y otra a la noche-, seguidas de dos ciclos de kinesiología respiratoria que recibe a través de un chaleco conectado a un motor. Sus médicos le indicaron ese tratamiento a los cuatro años: durante sus primeros años -lo diagnosticaron antes de nacer- la kinesiología era manual.

"El chaleco ejerce sobre su cuerpo vibraciones a distintas frecuencias. Eso termina de desprender el moco que la nebulización previa aflojó y él puede expulsarlo", cuenta Julia Molinari, la mamá de Tiago. En mayo del año pasado Julia inició un pedido ante IOMA, la obra social que tienen ella y su hijo, para que les cubrieran un chaleco nuevo: Tiago usaba el mismo desde los cuatro años y ya le quedaba chico. "No llegaba a abarcar todas las zonas en las que debía vibrar", describe Julia.

Un mes después, una placa que hace funcionar el motor del dispositivo dejó de funcionar. "En el service me dijeron que ese arreglo costaba, en ese momento, unos 25.000 pesos, y unos 10.000 más el chaleco nuevo", cuenta Julia. Inició los trámites para que IOMA se ocupara de las dos cuestiones, pero no obtuvo respuesta de parte de la obra social. En octubre presentó un pronto despacho para que tuvieran que darle una respuesta, pero no la consiguió. "No decían que sí pero tampoco que no, lo que me impedía presentar un amparo", explica Molinari, que es abogada.

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En los últimos días, y ante la desesperación por lograr que su hijo reciba el tratamiento indicado, Julia inició una colecta a través de WhatsApp. Les habló a sus contactos de la falta de respuesta de IOMA y les pidió plata para poder solucionar de forma particular algo que la obra social, hasta ahora, no ha resuelto: ofreció devolverla e incluso con intereses. "Esta semana mi mamá fue a IOMA y le dijeron que el último movimiento del trámite fue el pronto despacho que presentamos en octubre, de ahí en adelante, nada más", dice Julia.

Ante la consulta de Clarín por el caso, con el número de trámite mediante, IOMA sí dio una respuesta: "El trámite para brindarle al afiliado el chaleco y su correspondiente placa está aprobado y en proceso. Se está trabajando para acelerar los tiempos y poder brindarle lo solicitado a la brevedad", fue la respuesta oficial de la obra social de la Provincia. Consultados sobre la fecha en la que harían efectivo lo solicitado para el tratamiento de Tiago, fuentes de IOMA sostuvieron que no podían precisarla pero que durante la próxima semana debería resolverse el caso.

Aunque desde la obra social dijeron a Clarín que se comunicarían con Molinari "para transmitirle tranquilidad", al cierre de esta nota y según contó la mamá de Tiago, ese contacto no había ocurrido. Según pudo averiguar este diario, la obra social adujo que la demora se debió a que hubo que recotizar el chaleco y la placa que necesita Tiago luego de que un primer proveedor consultado no pudiera abastecer el pedido hecho. Desde IOMA no pudieron confirmar la fecha en la que se inició una nueva cotización a través de un nuevo proveedor.

"Desde que se rompió la placa Tiago está sin poder usar el chaleco. Hace kinesiología respiratoria manual y ejercicios de respiración, dos ciclos de una media hora por día cada uno. Pero nada es como el chaleco a la hora de desprender el moco espeso que se le forma en los pulmones", cuenta Julia. Hace más de seis meses que su hijo no puede recibir el tratamiento que los médicos le indicaron.

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