Textiles: números de una emergencia anunciada

Textiles: números de una emergencia anunciada

Desde comienzos del año pasado el sector advierte sobre la necesidad de evitar un ingreso indiscriminado de mercadería importada. La situación se agravó ante la reducción de las ventas y el incremento de los costos de producción. Los números de una crisis.

La semana pasada, como parte de una sesión extraordinaria, el Concejo Deliberante declaró la emergencia del sector textil local, una fuerte cadena económica que representa una de las principales fuentes de trabajo del distrito. A comienzos del año pasado aparecieron las primeras luces de alarma ante un nuevo escenario económico que comenzaba a girar hacia el ingreso de importaciones, aumentos en los costos (vía subas de tarifas y devaluación) y caída del mercado interno con una merma sostenida del poder de compra de la población.

A un año de aquellas primeras advertencias, la realidad continúa en franco deterioro, con empresas que acumulan un importante stock de mercadería, recortes de horas y días de trabajo y la presión sobre el eslabón más débil de la cadena productiva: los empleos.

Para enero del año pasado, todavía en voz baja, varios industriales pymes locales ya advertían que la situación se pondría difícil. En ese mes, la Cámara de la Industria Textil de Luján daba cuenta de distintas reuniones a nivel municipal, provincial y nacional con el fin de acercar “todos aquellos informes, datos y herramientas que serán elementales para lograr una correcta administración del nuevo régimen de comercio exterior”. La entidad advertía que “el resultado de todo este camino recorrido, y en el cual se está trabajando arduamente, dependerá no solo de una buena administración sino también de los controles que se ejerzan sobre los importadores y de los contenedores que lleguen al país”.

La respuesta fue la contraria: a poco de asumir, el gobierno nacional habilitó el ingreso de partidas de productos importados cuya autorización permanecía demorada, como ocurrió en otros rubros. La tendencia todavía no se detiene y parece consolidarse como una marca de la gestión económica del actual gobierno. Conjuntamente, la devaluación del peso incrementó los costos en aquellos insumos industriales que deben cubrirse en moneda norteamericana. Para finales de ese primer trimestre, un tercer componente terminó de complicar el escenario mediante el fuerte impacto en las tarifas de electricidad de luz y gas, elementos vitales para el mundo industrial.

En abril, el panorama ya se había complicado. Los empresarios pymes del distrito hicieron la primera advertencia ante números que no cerraban. Rodolfo Bianchi, presidente de la Cámara Textil, consideraba que “nosotros laburamos los últimos 10 años con una política más popular y más social, que nos permitió crecer mucho y modernizarnos”. Sin embargo, “con esta política neoliberal, las cosas están difíciles y se van a poner más difíciles”.

En una entrevista brindada a EL CIVISMO, el empresario explicaba que “esto empezó con la nueva política de abrir el mercado al mundo sin mirar a quién, y estamos compitiendo con el mercado asiático y sabemos que es imposible”. Informaba que en esos primeros meses del año “en Luján la producción ha caído entre un 30 y un 35 por ciento”. En cuanto al nuevo esquema cambiario, Bianchi exponía que “hubo una devaluación de casi el 60 por ciento y todos los repuestos que nosotros compramos para las máquinas son importados. Ahí solo tenemos un 60 por ciento de aumento en ese rubro de manera directa. También aumentó el servicio de gas y en la energía eléctrica sabemos que vienen importantes aumentos”.

Al mes siguiente, la problemática se tornó oficial. Fue la única vez que la gestión de Oscar Luciani se manifestó públicamente sobre el tema. A través de una gacetilla de prensa difundida por la Subsecretaría de Comunicaciones, se adelantaba que el gobierno local analizaba declarar la “emergencia económica” del sector y reclamar una decidida intervención de Provincia y Nación que diera respuesta y garantizara los 4.000 empleos directos que genera el rubro.

El informe difundido por la Municipalidad puntualizaba que entre diciembre de 2015 y abril de 2016, la industria textil pasó de una capacidad instalada del 80 al 65 por ciento, del cual un tercio se acumulaba como stock y menos del 50 por ciento a ventas. La baja arrojaba una disminución del empleo del tres por ciento y reducciones de turnos y días de trabajo. Las horas extras habían sido eliminadas en un 65 por ciento. El gobierno de Luciani reconocía fuertes incrementos en los precios de las materias primas y la duplicación de los costos de la energía eléctrica.

Sin cambios en el rumbo macroeconómico, el año cerró con una marcha impulsada por la Asociación Obrera Textil (AOT), de la que también participaron empresarios pymes, aunque no faltaron críticas sindicales hacia el sector patronal. De todas formas, la protesta terminó de hacer público una situación sostenida de deterioro, con despidos por goteo y reducción de horas trabajadas.

En el caso de Algoselán, una de las principales empresas del rubro, 2016 dejó una caída de ventas del 30 por ciento y un aumento en el stock de denim (tela de jeans) del 500 por ciento, una situación muy distinta a la de 2015 cuando existían niveles “muy bajos”. Desde la firma propiedad de Carlos Diforti se informaba a este medio un “deterioro de los márgenes”, ya que “no sólo no se pudieron trasladar las subas de costos sino que hubo que realizar descuentos adicionales ante una fuerte caída de la demanda y ofertas de la competencia”. En el sector de Hilandería, Algoselán cerró el año con una reducción de producción del 50 por ciento, similar a lo ocurrido en Tejeduría. Se suspendieron las horas extras y las obras en curso.

El lunes, durante la sesión del Concejo, los discursos dieron cuenta de una situación que parece haber colmado la paciencia de trabajadores y pymes: “Fue una década de sangría de trabajadores. No queremos volver a los 90. Lamentablemente con estas políticas del gobierno nacional nos están llevando de nuevo al abismo. Recuerdo en los 90 cuando mis compañeros de 30 años de fábrica estaban en la calle juntando cartón y se escondían por vergüenza. Corren peligro muchos de volver a eso. No queremos volver a eso”, expresó Ignacio Lopolito, de la AOT.

Desde el sector empresario, Bianchi fue igual de contundente. “El gobierno nacional nos endulzó los oídos pero nos mintió todo el año. De hecho, hace un mes y medio que no nos atiende nadie. Necesitamos que se paren las importaciones de una vez por todas, que se paren las importaciones ya. Como hizo el presidente en otros temas de volver a foja cero, estaría bueno volver con las importaciones a foja cero y que se fijen a quiénes dejan afuera y a quiénes dejan adentro. Están dejando afuera a todos los trabajadores y a los empresarios pymes también. A este gobierno no le ponemos más el hombro, esto se terminó acá”, dijo el presidente de la Cámara de la Industria Textil de Luján.

DATOS MACRO

El último informe de la Fundación Pro-Tejer, que abarca el comportamiento del sector textil a nivel nacional durante todo el año pasado, establece para toda la cadena una baja en las ventas del 20 por ciento y un 25 en cuanto al nivel de actividad. En contrapartida, se registró un incremento del 9 por ciento de productos importados. En este punto, se percibe una tendencia inversa a lo ocurrido durante los últimos años: la participación del sector nacional en el rubro textil descendió cinco puntos, caída que permitió a lo importado superar a lo producido fronteras adentro. A esta reducción del destinatario típico del rubro textil nacional, es decir, el mercado interno, se suma la contracción del poder de compra de la población.

El informe destaca que “las empresas de la cadena mantuvieron sus planes de inversión que venían desarrollando en los años previos, si bien es probable que de mantenerse un uso de capacidad bajo como en 2016, se frenen nuevas inversiones o se paralicen las que están en marchas”. Se aclara que “si bien las empresas, dentro de este contexto, pueden durante un par de meses ajustar su producción y horas de trabajadas, resulta inminente que el impacto negativo sobre el nivel de actividad repercuta sobre la cantidad de trabajadores ocupados a través de despidos y suspensiones”.

Entre los datos que habitualmente tabula Pro-Tejer, figuran los aportados por los propios industriales bajo la forma de encuestas, a modo de percepción y perspectivas productivas. En ese sentido, durante el último tramo del año “las expectativas de las empresas son significativamente adversas, con un 85 por ciento de las empresas esperando que sus ventas disminuyan y un 64 por ciento que espera disminuir el uso de su capacidad instalada”. Por otro lado, para fines del año pasado casi la mitad de las firmas incluidas en la encuesta esperaba reducir su personal ocupado, mientras que un 61 por ciento optaría por achicar las horas de trabajo.

En cuanto a los principales problemas del sector desde la perspectiva empresaria, la encuesta a cargo de Pro-Tejer arrojó la caída de las ventas, la disminución de la rentabilidad y el retraso de pagos de clientes: “La preocupación por el achicamiento del mercado interno está acompañada por el creciente aumento de las importaciones, que pasó de ocupar el puesto séptimo al cuarto entre los problemas del sector”.

A mediados de este mes, la Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires (FEBA) difundió un informe referido a la situación general del sector industrial bonaerense. En cuanto al rubro textil, para diciembre se registró una caída del 4,3 por ciento, lo que se sumó a una merma interanual del 27,4 por ciento. Como ocurre a nivel nacional, FEBA marcó como causas principales “el ingreso de productos importados y por la caída de las ventas”.

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