Un testigo del caso Candela murió tras una explosión en su vivienda

Un testigo del caso Candela murió tras una explosión en su vivienda
Roberto Aníbal colaboró con la investigación del crimen de la nena de once años. Era custodiado por la policía. La madre de la menor le había aconsejado manejarse "con cautela". Según el abogado de dos acusados, "sabía mucho".
Roberto Arturo Aníbal nunca asumió los atributos esperables de un testigo de identidad reservada. El hombre, cuyo testimonio fue considerado clave por la justicia en el caso Candela, siempre se las arregló para alzar su perfil. Esta vez, la última, volvió a ser noticia por la explosión en su casa de Moreno que lo quemó vivo y luego lo mató.

Los peritos que trabajaron en el lugar atribuyen la detonación a la fuga de gas de una garrafa ubicada en la cocina y que habría hecho combustión con el cargador del celular.

El martes a la noche, Aníbal llegó a su casa de Virgen del Luján 3664 de Villa Trujuy, en el partido de Moreno. Antes había sido entrevistado en un programa de televisión y visto en los pasillos de la Villa 31 de Retiro donde visitó a sus familiares.

Cerca de las dos de la madrugada, se produjo la explosión que, según el informe del perito de explosivos de la Policía Bonaerense, fue "desde el interior hacia el exterior de la propiedad”. Aníbal llegó al Hospital Mariano y Luciano de La Vega, en Moreno, con quemaduras en el 80% del cuerpo y murió ayer, cerca de las 19, tras agonizar durante varias horas.

Las fuentes confiaron, además, que no se encontraron orificios que indiquen la presencia de algún artefacto explosivo o restos de pólvora.

Las pruebas convencieron al fiscal Federico Luppi, quien confirmó que la principal hipótesis hasta el momento es la del accidente doméstico.

Desde el despacho de Luppi también confiaron que la garrafa será peritada en el Instituto Nacional de Técnología Industrial (INTI).

"Como la Policía Bonaerense fue muy cuestionada durante la investigación del caso Candela, encargamos el análisis de la escena donde ocurrió la explosión a los bomberos. De esa manera despejamos cualquier suspicacia", explicó un vocero.

Pero las dudas no desaparecen. El abogado Rodrigo González, defensor de Gabriel Gómez y Guillermo López, dos de los imputados en la causa por el secuestro y asesinato de la nena de once años cometido en agosto de 2011, descartó que la explosión que mató al testigo haya sido un accidente.

González afirmó que el testigo de identidad reservada "sabía mucho sobre cómo había actuado la policía en el caso y tenía mucho miedo por lo que podría llegar a pasarle".

La propia madre de la niña, Carola Labrador, recordó que el martes había estado con Aníbal en un estudio de televisión y que le había dicho que "debía manejarse con cautela porque tenemos a todos los delincuentes sueltos".

El abogado de Labrador, Fernando Burlando, luego de las declaraciones de su clienta, salió a respaldar públicamente la teoría del accidente.

Aníbal tenía custodia de la Bonaerense desde que su testimonio permitió la detención de los principales sospechosos del crimen de Candela. Pese a que en un principio trascendió que la consigna no estaba en su puesto, una fuente confirmó que "la patrulla con los efectivos solía quedarse a 100 o 150 metros de la casa, y no en la puerta". Incluso, agregó el vocero, "fueron los primeros en socorrer a la víctima”. «

denunció que había sido secuestrado

Roberto Arturo Aníbal era un personaje conocido en el mundo del delito en Hurlingham. Allí vivía y tenía su carnicería en un súper chino. Las fuentes detallaron que desde su negocio financiaba a bandas de piratas del asfalto que luego de un golpe le devolvían con creces su parte del botín. También tenía vínculos con algunos policías de esa jurisdicción a quienes les contó de la supuesta participación en el crimen de Candela de cuatro de sus habituales clientes: Leonardo Jara, Fabián Gómez, Fabián Espíndola y Hugo Bermúdez. Al principio su testimonio en la justicia fue reservado pero luego la fiscalía y la Bonaerense lo convencieron de revelar su identidad para fortalecer la principal hipótesis de la causa.

Aníbal denunció varios atentados en su contra: dijo que le balearon el frente de su casa de Hurlingham y que lo habían secuestrado. En el medio, el año pasado se encadenó en Tribunales para que algún funcionario lo escuchara y le dieran protección. Además, reclamó la recompensa que el Ministerio ofrecía para resolver el caso.

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