“Terminaron apañando a los culpables”

“Terminaron apañando a los culpables”
El ex jefe de Gobierno porteño aseguró que le “importa poco” que lo acusen por falso testimonio, pero le “indigna” que “ahora ni siquiera con un recibo de la coima se podría avanzar para lograr justicia en estos casos”.

El legislador porteño Aníbal Ibarra calificó de “vergonzoso” al fallo con el que el Tribunal Oral Federal Nº 3 absolvió a todos los acusados de haber pagado y cobrado coimas en abril de 2000 para aprobar la reforma laboral y, además, lo acusó de falso testimonio. “Mandaron a investigar al juez que investigó en instrucción, a los fiscales, al que denunció las coimas, a su abogado, a la secretaria de un senador que no lo encubrió (Sandra Montero, a cuya declaración consideraron ‘mendaz’), y a mí, que fui uno de los primeros a los que (el ex secretario del Senado y quien ventiló la historia en 2003, Mario) Pontaquarto le contó la historia. Yo estoy convencido de que si alguien debería ser investigado son los propios jueces de este tribunal, porque es escandaloso lo que hicieron”, se despachó el ex jefe de Gobierno porteño en diálogo con Página/12.

Según adelantaron los jueces Guillermo Gordo, Miguel Pons y Fernando Ramírez en el resumen de los fundamentos de su sentencia, Ibarra, al igual que Pontaquarto, “incurrieron en imprecisiones y vaguedades” al declarar durante el debate oral. Pero no sólo por eso solicitaron que a Ibarra se lo investigue por falso testimonio. Dudan de él, a quien también le achacan “mendacidad”, por las diferencias que encontraron al comparar su declaración durante la instrucción con su exposición en el juicio oral: “Al deponer por escrito ante la instrucción manifestó cuanto sabía sobre el tema en once lacónicas líneas, pero ante estos estrados se despachó a gusto, recordando con minuciosidad todo el episodio”, criticaron.

–¿Por qué tal diferencia en las declaraciones?

–Siempre respondí lo que me preguntó la Justicia. La primera vez, en instrucción, me preguntaron sobre las circunstancias en las que se dio la reunión con Pontaquarto. Yo a él no lo conocía. Sí conocía a un amigo en común, Daniel Bravo, que fue quien le recomendó verme y quien me pidió que lo recibiera porque tenía datos importantes sobre el caso de las coimas. A la instrucción respondí sobre las circunstancias de ese encuentro, no iba a responder lo que no me consultaban: en dónde fue, a qué hora, cuánto duró, quién participó. Sobre el contenido sólo me preguntaron en el juicio oral, cuando conté todo lo que me acordaba, que es lo que siempre contó Pontaquarto. Lo escuché, le advertí que de esto no había vuelta atrás porque hablaría con el gobierno nacional y que por más que aclarara todo no iba a evitar la cárcel. Eso hice, llamé a (el ex jefe de Gabinete Alberto) Fernández, con quien luego Pontaquarto se reunión antes de ir a declarar a la Justicia.

–Los jueces deslizan que la reunión que usted tuvo con Pontaquarto es uno de los “episodios que pudieron dar lugar a la preconstitución de prueba con el objeto de manipular la dirección de la investigación” y que eso “se debe investigar”. Lo incluyen dentro de un supuesto complot, que es la versión de los acusados, a excepción de Pontaquarto. ¿Qué opina?

–Es una locura. Toman las diferencias entre mis declaraciones como un indicio para meterme en un complot. El error lo cometió la Justicia, en todo caso, por no consultarme más durante la instrucción o no preguntarme adecuadamente ¿y ahora el problema es mío? Estoy indignado.

–¿Piensa actuar de alguna manera respecto de la acusación por falso testimonio en su contra?

–En lo que a mí respecta, me tiene sin cuidado. Si hay algo que tengo claro es que jamás diría una sola palabra falsa frente a un tribunal o alguien, incluso frente a quien me hizo daño, porque a (el ex presidente del gobierno de la Alianza, Fernando) De la Rúa le tengo muchas facturas para sacarle en lo político. Me importa poco que pidan mi investigación. Lo que realmente me indigna es el mensaje que el fallo da a la sociedad en su conjunto, en el sentido de que ahora ni siquiera con un recibo de la coima se podría avanzar para lograr justicia en estos casos. Mandaron a investigar al juez que investigó en instrucción, a los fiscales, al que denunció, a su abogado, a la secretaria de un senador que no lo encubrió y a mí, que fui uno de los primeros a los que Pontaquarto le contó la historia y yo estoy convencido de que si alguien debería ser investigado son los propios jueces de este tribunal, porque es escandaloso lo que hicieron. Yo sé lo que pasó en mi despacho. Tengo absolutamente en claro qué dije, porque fue lo que ocurrió. Es increíble cómo un caso que es histórico, tanto jurídica como políticamente, se vio empañado por jueces que terminaron apañando a los culpables. Como fallo hay que respetarlo, pero una de dos: o estos jueces se equivocaron fiero, muy fiero, o se trata de otra cosa.

–¿Cree que decidieron impulsados por alguna razón en especial?

–Me pregunto, ¿el caso empezó con lo que contó con Pontaquarto? Nos olvidamos, entonces de la Banelco, de la renuncia del vicepresidente, de la renuncia de la Secretaría general de (el entonces ministro de Economía y uno de los absueltos tras el juicio, Alberto) Flamarique, de los periodistas que investigaron el caso, de los jueces que lo consideraron probado. ¿Los únicos que la tienen clara son los miembros de este tribunal? Es escandaloso, es un fallo que deja una clara sensación de impunidad.

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