Después de maratónicas negociaciones, Grecia llegó a un acuerdo con sus acreedores internacionales, que habilitarán la entrega de un crédito por 86 mil millones de euros durante tres años. Se trata del tercer "rescate" que recibirá el país heleno, después de que el primer ministro Alexis Tsipras aceptara durísimas condiciones que incluyen privatizaciones, subas en la edad jubilatoria y recortes en la administración pública.

El anuncio fue realizado por el ministro de Economía, Euclides Tsakalotos, quien contó que las partes llegaron a un "acuerdo técnico" tras 20 horas de negociaciones. Grecia espera obtener un primer desembolso de 24 mil millones de euros, de los que prácticamente no podrá utilizar nada a favor de la empobrecida población: 10 mil millones se destinarán a recapitalizar la banca, 7200 millones a devolver el crédito puente obtenido de los socios de la eurozona en julio pasado y 5000 millones al pago de vencimientos al FMI y al BCE, en agosto y septiembre.

Se espera que el Parlamento griego comience a tratar hoy el acuerdo para dar su aprobación mañana. El viernes será discutido por el Eurogrupo, integrado por los ministros de Finanzas de la zona euro. Por último, deberá ser refrendado por algunos Parlamentos nacionales, como el alemán.

El lunes por la noche, y ante presiones de diversos funcionarios del gobierno alemán que trataban de demorar el "rescate", el propio Tsipras se comunicó con varios líderes europeos para lograr la aprobación del acuerdo. Habló con la canciller alemana Angela Merkel –con quien mantuvo una "ríspida conversación", según fuentes griegas-, el presidente francés Francois Hollande y el jefe del Parlamento Europeo, Martin Schulz, para dar un empuje final a las negociaciones. Los medios aseguraron que su intervención fue decisiva.

En esta ocasión, el grupo de acreedores internacionales estuvo formado por la troika –el FMI, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea- y el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), un organismo que gestiona situaciones de crisis en la región. En el acuerdo, ambas partes fijaron los objetivos presupuestarios para los próximos años. En 2015, el déficit primario será de un 0,25 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que en 2016 Grecia debería alcanzar un superávit primario del 0,5 por ciento. En 2017, del 1,75% y finalmente del 3,5% para 2018.

El país deberá someterse a un plan de austeridad aún más brutal que el que habían acordado los gobiernos conservadores que antecedieron a Tsipras. Deberá privatizar bienes por un valor de 50 mil millones de euros, que quedarán en manos de un fondo establecido en Grecia y gestionado por las autoridades helenas, aunque "bajo la supervisión de las instituciones europeas relevantes". A eso se suman aumentos del IVA, suba de la edad de jubilación, liberalización del mercado de productos y servicios, restricciones a la negociación colectiva y a los sindicatos, agilización de desalojos y recortes en la administración pública.