Tanque lleno: más de la mitad son impuestos

En la nafta súper, el peso de los tributos equivale al 58,33% del precio de venta y en el caso del gasoil, llega al 62,85%. Son de fácil recaudación y es el recargo impositivo más alto de la región.
La AFIP viene recaudando cada vez más por los impuestos a los combustibles. Entre 2008 y 2012, en sólo 4 años, la recaudación por esos impuestos aumentó un 166% como consecuencia del mayor consumo y el aumento de los precios de los combustibles. En 2012 el Gobierno alcanzó el récord de recaudar casi $26.000 millones, un 42,2% más que en 2011 por esos tributos.

Este año la recaudación superará los $30.000 millones, a lo que se agrega el IVA sobre las ventas. Representa más de tres veces la recaudación de Bienes Personales. Es una cifra que difícilmente el Gobierno quiera resignar y ni siquiera disminuir, más aún con las cuentas públicas en “rojo” por más de $120.000 millones.

Para el Tesoro Nacional, la ventaja de gravar los combustibles es que se trata de una vía de rápida y fácil recaudación, impulsada además por las ventas récord de autos y la suba de los precios, que viene superando a la inflación promedio y al aumento del valor del dólar oficial.

Esos impuestos tienen una gran incidencia en el precio final que pagan los consumidores. Representan más de la mitad del precio en la estación de servicio. Eso significa que por cada $10 que el automovilista abona en la estación de servicio, el Tesoro se lleva entre 5 y 6 pesos según el tipo de combustible. Esto significa que al precio de compra en las refinerías hay que sumarle más del 100% en impuestos. O dicho de otro modo, más de la mitad del tanque son impuestos.

Según informes de consultoras petroleras, en la nafta súper la incidencia impositiva es del 58,33%. En el gasoil es del 62,85%. Esta carga impositiva –que se calculó tomando un promedio entre las marcas más importantes del mercado– es la más alta de la región. Por ese motivo, comparar el precio final de los combustibles con el de otros países no es válido si no se toma en cuenta esta incidencia impositiva.

Los impuestos que se aplican al sector varían según el tipo de combustible. En el caso de las naftas, al precio de compra a las refinerías hay que sumarle un 62% de Impuesto a la Transferencia de Combustibles (ITC), un 5% de tasa hídrica, el 21% de IVA y el 3,5% de Ingresos Brutos.

Para el gasoil, el precio de compra a las petroleras se completa con los mismos impuestos que pesan sobre las naftas, pero en lugar de una tasa hídrica, se paga un impuesto al gasoil del 22% y el ITC es del 19%.

Por ese motivo la pretensión del Gobierno de alinear los precios internos con los internacionales, manteniendo tremenda incidencia impositiva, llevaría a elevar el precio de la nafta premium – a valores actuales–a no menos de $20 el litro, más del doble, como reconoció Luis Malchiodi, presidente de la Federación de Entidades del Combustible de la provincia de Buenos Aires (Fecoba). Al mismo tiempo, como el Gobierno aceleró el ritmo de devaluación del peso, se potencia el ajuste de precios.

El decreto 929/13, que abrió las puertas al acuerdo con Chevron, y demás petroleras, garantiza que, a partir del quinto año de la inversión, las empresas tendrán derecho a exportar el 20% de la producción de hidrocarburos líquidos y gaseosos, sin derechos de exportación y con la libre disponibilidad del 100% de las divisas.

El texto aclara que si la producción nacional no alcanzara a cubrir las necesidades domésticas, podrán volcar parte de la producción a abastecer el mercado interno a “un precio no inferior al precio de exportación”. Como se ve, una de las claves es el precio internacional del barril del petróleo.

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