El suicidio se puede prevenir

Con la participación de profesionales debidamente calificados, decisión política y el compromiso de la comunidad, es posible lograrlo. Distintas acciones de asistencia y prevención se vienen impulsando desde la subsecretaría de Salud Mental y Adicciones del Ministerio de Salud.

Frente a una problemática tan dolorosa lo que jamás debe ocurrir es permanecer inmovilizados por el silencio y el miedo. Lejos de ello, la provincia haciéndose eco del proyecto nacional, en línea con lo que postula la OMS, vienen redoblando esfuerzos para derribar los preconceptos y los estigmas que suelen atravesar al suicidio y a las personas que lo cometen o lo intentan. Esto implica llevar adelante diversas acciones desde la salud pública para enfrentar las múltiples y complejas causas que lo propician.

Es por ello, que se desarrollan talleres de Buenas Prácticas en Comunicación a los trabajadores de prensa, distribución de materiales gráficos a las áreas programáticas de la provincia y capacitaciones a docentes y directivos, entre otros.

Cuando hablamos de suicidio, una de las primeras reflexiones que invitamos a hacer es entenderlo en toda su complejidad, con un aspecto privado y otro social. El privado alude al derecho a la intimidad y al respeto al grupo familiar y de referencia. El social, a las instituciones comunitarias que deben acceder a información confiable para fortalecer la prevención y promoción de la salud, en especial en las poblaciones más afectadas y sensibles: los adolescentes y los adultos mayores.

Quienes tienen intenciones suicidas padecen un cercenamiento de su horizonte existencial. No logran vislumbrar un proyecto -individual y/o comunitario- de vida. Por esta razón, las acciones preventivas que impulsamos se basan, principalmente, en acompañar a estas personas a encontrar un sentido, un propósito a través del cual, y como suele decirse, la vida merezca ser vivida.

Entendemos, como establece la Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657, que es la red de atención en salud mental –los Hospitales Generales, Centros de Atención y los Centros Integradores Comunitarios, entre muchos otros- el ámbito más adecuado para hacer prevención y contención. Para ayudar a quien lo precise. ¿Cómo? Sobre todo, escuchando. Porque el dolor –quienes tienen intenciones suicidas están atravesados por él- no siempre es evidente, pero tiene señales. Escuchar y observar con atención puede contribuir a reconocerlas y ayudar.

No obstante, ese acercamiento no puede ni debe darse de cualquier modo. Es necesario, y hasta imperioso, derribar aquellos preconceptos que no hacen otra cosa que alimentar estigmas y ahondar el silencio. Hoy sabemos que es posible que las personas con intenciones o pensamientos suicidas no deseen morir si se produjeran cambios positivos en su vida. Sabemos que una buena comunicación reduce las chances de que concreten su cometido. Que la mayoría de quienes se quitaron la vida hizo saber, de algún modo, su propósito.

Seguir trabajando para lograr bajar la tasa de suicidio en la Argentina. Este es nuestro cometido. Porque, para un proyecto de inclusión social que tiene al respeto y la ampliación de los Derechos Humanos como pilar fundacional, la defensa de la vida es un derecho prioritario.

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