Subte A: Despidieron a los viejos vagones de madera: emoción y recuerdos

Subte A: Despidieron a los viejos vagones de madera: emoción y recuerdos
Por Nora Sánchez

Ayer fue el último viaje y se acercó una multitud para el adiós a los trenes centenarios. La línea cerró anoche por 56 días para cambiarlos por 45 coches comprados a China.

Los mismos pasajeros que tomaron a diario la línea A de subte durante años, ayer fueron a sus andenes sólo para acompañar, fotografiar y despedir a los centenarios vagones La Brugeoise. Fue una peregrinación nostálgica y emotiva . “En estos mismos vagones viajaron nuestros padres y abuelos”, explicó uno de tantos pasajeros que fueron a decir adiós. Desde hoy, la línea estará cerrada por 56 días mientras cambian las queridas “brujas” por 45 coches chinos.

Los trenes Fiat, que son los más nuevos de la línea, ayer iban casi vacíos. La gente esperaba y subía a los viejos coches de madera. En cada estación, los recibían decenas de personas, cámara o celular en mano, para sacarles fotos. Como Claudio, de 50 años, que retrató cada detalle de un vagón hasta el final de su recorrido, en Plaza de Mayo.

“Estos trenes son parte de nuestra historia” , comentó.

“Vine en memoria de mi abuelo Corito, que era electricista de la línea A –contó Lorena Gómez–. Trabajaba acá, en Plaza de Mayo y siempre contaba que, cuando la bombardearon en 1955, él ayudó a la gente a bajar al subte para que se refugiara. Viajar en estos trenes siempre me hace acordar a él”.

“Me da mucha tristeza que los saquen –reconoció Silvia Machín–. No quiero que esos vagones terminen abandonados. Son patrimonio histórico y un atractivo turístico. Estoy de acuerdo con el progreso, pero no con la destrucción por el progreso”. Como ella, muchos se preguntaban por el destino de los 95 vagones La Brugeoise. Desde Subterráneos de Buenos Aires sólo dijeron que preservarán 15 , que cuentan con protección estructural por ley, pero no aclararon qué harán con el resto. El Ministerio de Cultura propuso usarlos para armar bibliotecas en las plazas. Según la Asociación Amigos del Tranvía, cada vagón valdría entre US$ 300.000 y US$ 500.000 .

En los andenes centrales de la estación Primera Junta, dos formaciones antiguas estuvieron paradas para que la gente las admirara. “Estoy desde la mañana y pienso quedarme hasta que cierre el subte ”, proclamó Francisco Cugliari, de 71 años, mientras fotografiaba el vagón 27. “Es el único que conserva pintada la sigla de la Compañía de Tranvías Anglo Argentina, debajo de las ventanas”, mostró. Y señaló las agarraderas blancas: “Tienen partes con el enlosado saltado por el roce de los anillos de la gente ”.

“La primera vez que viajé al centro, mi papá me llevó en este subte. Teníamos que portarnos bien, para ir a pasear el fin de semana a la calle Florida”, recordó Luján Reynoso, de 68 años. “A mí me decían ‘Vestíte que vamos al centro’, e íbamos en estos vagones”, intervino Jorge Moreno, de 74.

Dos boleteras también aprovecharon para sacarse fotos. “Son una reliquia y los vamos a extrañar ”, confesó Graciela. “Hoy vinieron muchos pasajeros a contarnos sus historias con el subte. Estos vagones vivieron dictaduras y todo tipo de gobiernos”, intervino Cristina. En ese momento, apareció una guarda, tocó el silbato y anunció el cierre de puertas de una de las formaciones en exhibición. Algunas personas bajaron, pero otras no se dieron cuenta y terminaron en un forzado viaje hacia el depósito.

Poco después llegaron los metrodelegados a bordo de una “bruja”, acompañados por legisladores porteños como Aníbal Ibarra y María José Lubertino. En Primera Junta los esperaba el “Negro” Fontova cantando: “Me contaron que bajo el asfalto existe un mundo distinto con gente que nunca vio el sol...” Pasadas las 15, el maquinista del vagón 98 accedió al pedido de la gente, y dejó abierta la puerta de su cabina para que la gente sacara fotos.

“Aprovechá y mirá todo, que es la última vez” , le dijo un padre a su hijo de 9 años. “Ojalá que no tiren estos trenes como si fueran un cachivache –suspiró Rosa Baca–. Viajé en esta línea por primera vez en los 70, para ir al Teatro Avenida a ver El Barbero de Sevilla”.

Anoche, a las 22.50, la última formación La Brugeoise partió desde Plaza de Mayo. Fue la oportunidad final para sentarse en sus asientos lustrados y sentir su profundo olor a madera y ese bamboleo que hacía temer que el vagón se desarmara. Una pasajera recordó sus paseos de chica, arrodillada en el primer asiento del primer vagón, con la ventana de guillotina baja y el viento en la piel. Y todo lo que hasta ayer fue cotidiano, pasó a ser historia.

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