Sospechas sobre el móvil del homicidio de la niña de 7 años

Según el padre de Priscila, su ex mujer "le pegaba porque no le decía mamá"
"Creo que esta mujer le pegaba a Priscila porque no le decía mamá, Me parece que se habría puesto violenta con ella porque como estuvo viviendo conmigo y porque la crió mi actual pareja nunca le dijo mamá".

Así, Gabriel Leguiza, el padre de Priscila, la pequeña, de 7 años, cuyo cuerpo fue hallado el martes pasado en el arroyo Plátanos, intentó explicar por qué su ex esposa y madre de la víctima le habría propinado varias golpizas a la niña. Según establecieron los investigadores policiales y judiciales, en una de esas palizas la madre le habría provocado graves heridas a la pequeña que le causaron la muerte.

Ayer, la madre y el padrastro de Priscila , que habrían sido identificados por fuentes policiales como Silvia Lafuente y Pablo Verón Bisconti, tenían previsto contarle su versión de los hechos a la fiscal Silvia Borrone, quien reemplazó por unos días a su colega Carlos Riera. Pero, a media tarde, cambiaron de opinión y se negaron a declarar.

Ambos seguirán detenidos, acusados de ser los presuntos responsables del homicidio agravado de la niña, de 7 años.

El miércoles pasado, los dos acusados ya se habían negado a declarar ante el fiscal Riera.

"La madre para ella era mi señora, que es la que la crió, le cambió los pañales, le dio de comer, se calentó por vacunarlos y por darles un estudio", dijo, entre lágrimas, Gabriel Leguiza, padre de la niña asesinada.

Todavía conmocionado por tener que haber reconocido a su hija en la morgue, el padre de Priscila dijo: "La niña siempre estuvo conmigo, la crié junto a mi actual pareja desde que tenía un año y unos meses. Con la mamá, casi nunca tuvo contacto. Si la vio dos veces fue mucho".

El comienzo de la tragedia

Tal como anticipó LA NACION, Lafuente habría engañado a Leguiza para sacarle a la niña. El 27 de octubre pasado fue a la casa en la que Priscila vivía con su padre y María, su madre de crianza, y convenció a la pequeña para que la acompañara a conocer a sus hermanos, que eran fruto de la relación con otro hombre.

Según declaró Leguiza, la mujer se llevó a su hija con la promesa de que regresarían al día siguiente. Pero Lafuente nunca cumplió con lo que habría prometido y no restituyó a la niña. Leguiza volvió a ver a su hija dos meses y medio después, en la Morgue Judicial de Ezpeleta.

En este episodio radica el desconsuelo del padre de Priscila, que junto con su actual pareja habían criado a la niña, cuando su madre la abandonó. Debido a que la mujer dio a luz en un móvil policial, nunca tuvo partida de nacimiento. Sólo el esfuerzo de María, la madre de crianza, posibilitó que la niña recibiera las vacunas. Como su nacimiento nunca quedó asentado, la policía y Justicia tuvieron que hacer un trámite especial para registrar su defunción. Aparentemente, de tanto pedir que la lleven de regreso a su hogar, a Priscila le pegaron y la mataron.

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