Sospechas sobre el destino de los precursores químicos

Sospechas sobre el destino de los precursores químicos

¿Para qué utilizaba la firma Raponi un depósito sin declarar de almacenamiento de sustancias? Los investigadores aseguran que hay varias dudas en torno a esto.

Raponi Industrial Química SRL es una firma mucho más poderosa de lo que sus precarias instalaciones que explotaron el jueves 6 de noviembre hubiera hecho suponer a los vecinos de Alta Córdoba.

Según una cartilla promocional, esta empresa tiene más de 35 años en el “asesoramiento, desarrollo y provisión de productos químicos específicos para la higiene y mantenimiento de industrias de múltiples sectores: frigoríficos, avícolas, alimenticias (catering), lavaderos, hospitales, etcétera”.

Entre su cartera de clientes figuran varias de las principales empresas de golosinas, carnes y embutidos de Córdoba.

Además, provee en ocho provincias y tiene una sede similar en Tucumán.

Productos de limpieza, para blanquear mondongo, tinta para marcar carnes y desengrasantes son sólo algunos de los elementos que ofrecía al por mayor y menor.

La firma estuvo dirigida, históricamente, por Ismael Raponi, quien hace poco tiempo había delegado en sus hijos.

Por ello, la empresa se constituyó como sociedad el 22 de septiembre de 2008, según consta en el Boletín Oficial de la Provincia. Sus titulares pasaron a ser Sergio Hilton Raponi y Alejandra María Raponi.

Hoy, Sergio permanece preso, imputado de “estrago doloso agravado”, según lo dispuso la fiscal Eve Flores.

Ya se detectó que en calle Bedoya al 800, donde figura una de las direcciones de la empresa, hay un edificio con 19 departamentos, propiedad de la familia Raponi, según indicaron fuentes con acceso al caso.

Dudas

Al obtener un panorama más claro de cuál era la real dimensión de esta firma, los investigadores comenzaron a tener una noción más certera sobre el por qué de semejante movimiento de tambores con diferentes sustancias químicas.

No obstante, el hecho de que se haya encontrado un depósito sin declarar, junto al resto de la estructura para almacenar los químicos, generó una serie de dudas sobre el real destino de estos químicos.

Más cuando se comprobó que entre las sustancias había precursores químicos, muy requeridos por el mercado clandestino, en especial, para la elaboración de clorhidrato de cocaína.

En ese sentido, investigadores policiales y fuentes judiciales reconocieron a La Voz del Interior que, de acuerdo a las primeras pistas y testimonios, 
se observaría una venta no declarada de parte de estas sustancias.

Aunque aún nadie se anima a asegurar que el destino final haya sido las “cocinas” de cocaína.

“En el lugar, no cocinaban droga. No se encontró cocaína o pasta base ni elementos utilizados para poder producirla. Tampoco los vecinos dicen que hayan visto movimientos sospechosos en ese sentido. Pero no sabemos para qué ocultaban esos químicos en un depósito sin declarar: por eso tantas dudas”, apuntó uno de los informantes.

Hoy, la mayoría de los esfuerzos de la investigación están concentrados, sobre todo, en identificar cómo se originó el fuego y la posterior explosión, por lo que aún no se avanza en dirección a un posible tráfico clandestino de precursores químicos, más allá de que ya hay indicios que apuntan en esa dirección.

Imputación agravada

La situación legal de Sergio Raponi, el empresario que figura como uno de los dueños de la firma, se agravó ayer.

La fiscal Flores resolvió cambiar la figura de “estrago culposo agravado” (supone penas de un mes a cinco años de prisión) a “estrago doloso agravado por el resultado de la muerte de una persona” (la escala penal es de entre 8 y 20 años de cárcel).

Para ello, valoró que desde la firma se habría omitido declarar la parcela que también utilizaban como depósito, por lo cual, jamás fue controlada por la Municipalidad de Córdoba. En ese lugar fue donde se produjo la trágica explosión.

En ese sentido, se destacó que la modificación de la figura legal no es una derivación por la muerte de la vecina María Angélica Cueto, que falleció el sábado último a la mañana, sino por haber ocultado esa parcela que era utilizada como depósito.

Pablo dejó la terapia pero tiene una infección

Herido. Pablo Amaya (15), uno de los heridos graves de la explosión en Alta Córdoba, dejó la terapia intensiva y pasó a una sala común, pero ahora está bajo observación por una infección que enfrenta. “Había riesgo de infección y lamentablemente eso se produjo. Ha desarrollado una meningitis. Se hizo un cultivo y dio positivo”, dijo la madre, Patricia Cabañas.

“Pablo salió con un poco de fiebre. Tuvo una mejora importante, por lo que salió de terapia intensiva. Ahora tenemos que ver qué tipo de bacteria es. Va a seguir un cuadro de antibióticos durante 21 días”, agregó, en diálogo con El show de la mañana.

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