Un sorpresivo triunfo de Sarkozy le puso freno a Marine Le Pen

El xenófobo Frente Nacional no consiguió la victoria pronosticada por consultoras y encuestadoras. Y el ex presidente fue el gran vencedor.

El xenófobo y populista Frente Nacional no consiguió la ola “Bleu Marine” que pronosticaba y salió segundo en las elecciones departamentales franceses, que daba por ganadas. En un acto republicano pero de cólera contra los socialistas, los electores aplicaron el “voto castigo”, pero le dieron el triunfo a la alianza de la conservadora UMP y la centrista UDI, que consolidó el regreso de Nicolás Sarkozy a la política después de su retiro. Otro fracaso de las encuestas.

Con este escenario de descontento y un partido de gobierno implosionado por las diferencias en torno a las reformas y las políticas a aplicar, el socialismo consiguió una performance mucho mejor de la que esperaba, en este último test antes de las elecciones presidenciales de 2017. Si hubiese permanecido unido, junto a sus aliados electorales de la izquierda de la campaña presidencial de 2012, podría haberle jugado una eléctrica elección a la UMP-UDI.

Aún no hay resultados oficiales pero las tendencias le dan el 31 por ciento a la alianza de la UMP-UDI, con el ex presidente Nicolás Sarkozy. El Frente Nacional obtendría un 24,50 por ciento y el socialismo el 19,70 por ciento. La segunda vuelta será el próximo 29 de marzo. Los socialistas han llamado al “desistimiento” a favor del candidato más votado en cada cantón para hacer frente a la ultraderecha del Frente Nacional. Pero Nicolás Sarkozy anunció que no hará acuerdo ni con el Frente Nacional ni con los socialistas.

Después de una reforma territorial donde el presidente François Hollande redujo los cantones, en las elecciones departamentales se eligen los consejeros generales y es el comicio más próximo a los electores en Francia. Muchos de los candidatos se presentan sin partido porque son conocidos de los que los votan en sus cantones. Los socialistas habrían perdido al menos 1.000 consejeros, según las tendencias.

Fue el primer ministro Manuel Valls el primero en comentar los resultados, después de una campaña donde estuvo en todos lados. Enfrentó, con un discurso republicano, a Marine Le Pen mientras castigaba y recordaba a los franceses el gobierno de Nicolás Sarkozy y sus excesos. El premier se felicitó de “que el Frente Nacional no sea la primera fuerza política de Francia”. Recordó que nada está jugado antes del balotaje del 29 de marzo y lo llamó un “score honorable”. 

Remarcó que el bloque de izquierda fue casi equivalente en votos al de la derecha: un 39 por ciento de toda la izquierda junta contra un 38 de toda la derecha. Pero Valls estaba hablando de una ficción política: el socialismo perdió y llegó tercero porque implosionó, entre otras cosas, por las políticas que el trata de implementar. No lo votaron ni los que eligieron a Hollande en el 2012 como presidente ni sus socios de la izquierda de la izquierda.

“Todos los republicanos deben hacer frente a sus responsabilidad”, dijo Valls. Era un llamado a los acuerdos para frenar el avance de Marine Le Pen, que consiguió un 24 por ciento en cantones donde no tiene raíces, pero no logró el mismo porcentaje que en las elecciones europeas. Unas cifras que debilitarán su proyecto presidencial.

A la invitación de Valls se la respondió personalmente Sarkozy, que estaba extremadamente sereno. El nuevo jefe de la UMP confirmo que no cerrará “ningún acuerdo nacional o local con los dirigentes del Frente Nacional. Los cantones donde nuestros candidatos no están presentes, la UMP no llamará a votar ni por el Frente Nacional, con quien no tenemos nada en común, ni con el PS, con quien no compartimos sus opciones”, dijo. 

No hacer acuerdos con el Frente Nacional no significa no aceptar sus electores. A ellos esta tratando de seducir Sarkozy. Para el, “la alternancia esta en marcha” y ha iniciado su campaña para regresar al palacio del Eliseo. 

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