Sorpresa, limpieza y autocrítica

Sorpresa, limpieza y autocrítica

La Paso dejó un tablero político con solo seis candidatos para octubre. El triunfo de Carlos Arroyo era impensado para propios y extraños. Gustavo Pulti debe hacer un fuerte replanteo quiere revertir la situación.

A las 2 de la mañana del lunes, en Belgrano e Yrigoyen, celebraban casi sin poder creerlo. Confiaban (estaban seguros) que la interna con Vilma Baragiola la ganaban cómodos, pero no esperaban que Carlos Arroyo sea el precandidato más votado en General Pueyrredon. A la misma hora, a menos de 300 metros de diferencia, buscaban explicaciones. “Todas las encuestas nos daban ganadores. Hasta la de Arroyo”, contaban resignados.

Pasaron 72 horas del mensaje de las urnas, que sorprendió a muchos, dejó en el camino a una docena de aspirantes a la Intendencia y una misión para Gustavo Pulti: hacer autocrítica.

Sorpresa

Cinco encuestas decían que Gustavo Pulti iba a ser el más votado en la elección del último domingo. Las cinco, además, lo ubicaban por encima de los 35 puntos. Nadie creía que Arroyo pudiese ser el ganador de las Paso.

Arroyo es un fenómeno de dos caras. Transmite una imagen de honestidad y rectitud. La gente que lo conoce lo valora como un dirigente transparente. Pero también tiene su costado controvertido. Su pasado como funcionario de la dictadura salió a la luz (una vez más) en las últimas horas, luego de que el propio Pulti lo mencionara el domingo por la noche. Esto se suma a proyectos polémicos, como la confinación de las murgas a un sector determinado de la ciudad (había propuesto el Polideportivo) o la idea de volver a las tarjetas de estacionamiento medido y desterrar la tecnología para este sistema o su idea de Policía Local. Hay varios más, pero este domingo primó su cara favorable. Y sorprendió a propios y extraños.

Desde hace años Arroyo es un actor importante de la política marplatense. Sin embargo, jamás fue un protagonista. En la elección de 2011, la lista del Frente Popular sacó 37 mil votos en las Paso (una de las tres listas la encabezaba Arroyo, que ganó la interna) y 30 mil en la general. Dos años después, ya con la lista corta de la Agrupación Atlántica, obtuvo 50 mil votos en agosto y 57 mil en octubre.

Hace 48 horas, el exdirector de la Escuela 2 logró que 106 mil habitantes de General Pueyrredon lo votaran. Prácticamente duplicó el apoyo recibido hace solo dos años. ¿Qué hizo? Nada distinto a su estrategia de otros años.

Se pueden buscar distintas explicaciones. Este miércoles, en una charla con Radio 10 Mar del Plata, Vilma Baragiola, la primera víctima del fenómeno Arroyo, ensayó una: “La gente se hartó de la pelea entre Acción Marplatense y la UCR; y eligió al que guardó silencio, al que no buscó pelearse”.

La tracción de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal es otro argumento que puede justificar por qué un candidato que históricamente se manejó entre los 8 y los 15 puntos saltó a 32. El (mal) humor social que provocó la lluvia, las escuelas inundadas y las calles anegadas son un tercer argumento para entender por qué un ciudadano puede rechazar cualquier propuesta oficialista y optar por alguien que propone un “cambio”.

Lo cierto es que, más allá de las especulaciones, este domingo un concejal que siempre tuvo un alto nivel de conocimiento, pero que jamás fue considerado para a ser jefe político de Mar del Plata, quedó a las puertas de la Intendencia. Y el pasado que le achacan por haber formado parte del gobierno de Mario Russak durante la última dictadura militar o su rechazo a la tecnología o cualquier otra crítica que se le haya hecho en estos últimos meses, no impidió que más de 100 mil marplatenses lo eligieran.

Limpieza

El tablero electoral en Mar del Plata estaba repleto de fichas. Había 18 precandidatos a intendente que representaban a 12 fuerzas electorales. Estas Paso sirvieron para tamizar la oferta electoral. Finalmente quedaron seis candidatos a intendente. Carlos Arroyo y Gustavo Pulti serán la atracción principal. A ellos se les sumarán Lucas Fiorini (UNA), Pablo Farías (Progresistas), Alejandro Martínez (Frente de Izquierda) y Fernando Alí (MAR).

Fiorini dejó en el camino a Álvaro Fanproyen. El triunfo fue cómodo (64% a 36%), sin embargo, el perdedor del Frente Renovador fue el quinto que más votos sacó  de todos los precandidatos (9.900).

En ese marco, el actual concejal massista deberá trabajar en estas semanas para aliarse con el sector de Fanproyen, que lo criticó fuertemente a lo largo de la campaña. Fiorini se definió como un hombre de diálogo y se mostró confiado en conseguir ese apoyo que resultará clave para que la lista massista acceda al Concejo Deliberante. Sin embargo, hasta ahora, se apoyó en su gente de confianza. Por caso, el domingo en el búnker prácticamente no hubo gente del massismo. Estuvo Javier Faroni, pero no el senador marplatense Gabriel Pampín.

La interna de Progresistas tiene un ganador: Pablo Farías, del GEN. Sin embargo, no todos lo ven así. El sector encabezado por Alberto Rodríguez (Socialismo) se niega a aceptar la derrota y se ampara en varios telegramas que tendrían irregularidades. La diferencia entre el ganador y el segundo son menos de 300 votos, por lo que el final no está cerrado.

Más allá de esto, la elección del espacio liderado a nivel nacional por Maragarita Stolbizer estuvo lejos de ser buena. Pelearse por la candidatura a intendente no fortalecerá al espacio, aunque la pelea sea justa.

Alejandro Martínez volverá a ser candidato a intendente, pero la puja interna con Gustavo Vicini no fue fácil. Incluso, a nivel nacional perdió el candidato que apoyaba Martínez ante el joven legislador nacional, Nicolás Del Caño. El sexteto lo completará Fernando Alí, que con su partido MAR superó raspando el piso de 1,5% y se ganó su pasaporte a la elección general del 25 de octubre.

Hay 11.313 votos que fueron a partidos y candidatos que quedaron por debajo del 1,5%. También están los votos de los perdedores de la interna de Cambiemos, Progresistas y UNA, muchos de los cuales irán al ganador de esa competencia. Pero probablemente muchos no. Esa danza de números será la meta de cada uno de los que se presentará en octubre.

Autocrítica

En 2013 en el pultismo no lograban comprender cómo Vilma Baragiola les había sacado 13 puntos de diferencia en las elecciones legislativas. Este domingo tampoco aceptaban que cuando todos los pronósticos los favorecían el resultado final los mostraba derrotados.  

Gustavo Pulti tiene dos meses y medio para convencer al electorado de que su gestión generó cambios positivos para Mar del Plata y que con otros cuatro años podrá completar la tarea. Sin embargo, lo primero que deberá hacer es analizar cuáles son los factores por los que la ciudadanía no ve muchas de las cosas buenas que realizó esta gestión.

Pulti tuvo el apoyo de los principales dirigentes del Frente para la Victoria, logró conformar el Frente Marplatense y consensuó que haya una sola lista en las primarias. Con todo, no alcanzó los 30 puntos.

“El otro día entré al Polideportivo y cuando lo vi dije Este tipo no puede perder”. La expresión -con la derrota de Pulti consumada- pertenece a un dirigente político de la ciudad, que no tiene el mayor aprecio por el actual jefe comunal. Más allá de los problemas reales que tiene Mar del Plata, en cuanto a inseguridad y desempleo por citar algunos, sería necio no reconocer muchos de los avances conseguidos. La respuesta, entonces, no puede buscarse solo en esos problemas irresueltos. Hay algo más que impide que la gente valore la gestión.  

El temporal fue un factor influyente. En las dos últimas elecciones, el promedio de votantes fue de entre el 73 y el 76% del padrón electoral. Este domingo, alcanzó el 67%. Puede presumirse que la mayor parte de la gente que no fue a votar es aquella que vive en barrios periféricos y que estaba más preocupada porque no se le inundara la casa que por elegir al candidato a intendente. En esos sectores es justamente donde Pulti es más fuerte.

El malestar que provoca ir a votar con escuelas inundadas y calles embarradas también es un motivo para no votar a la persona que en ese momento es responsable de la situación. Todo eso, sin duda, perjudicó a Pulti. Pero no es lo único.

Arroyo salió mucho mejor parado de la Paso de lo que él mismo esperaba. Sin embargo, creerse intendente antes de tiempo es un error que ni él ni su entorno deben cometer. Dos meses y medio es poco tiempo y parece difícil que la ciudadanía modifique su percepción. Pero hasta que los votos no estén en las urnas y contados no hay nada dicho

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