Sergio Massa, el que volvió sin haberse ido

Sergio Massa, el que volvió sin haberse ido

Mientras transcurren las últimas imágenes de la película, su propia película, Sergio Massa las ve con el desencanto de quien ya conoce el final, con nostalgia de un ayer en el que era el candidato de todos los que anhelaban el fin del kirchnerismo, un gran capital que dilapidó en apenas el correr de dos años cuando quedó claro que no daba la talla de actor protagónico.

Y aunque “la decisión colectiva” lo coloque nuevamente en la grilla de los precandidatos presidenciales, ya no es ni por asomo aquel Sergio del verano de 2014, cuando todos los caminos parecían conducirlo a la Casa Rosada, días felices de gran apoyo social, económico y mediático.

Pero falló el liderazgo, la conducción. Materias que, al decir de Unamuno, lo que natura non da Salamanca non presta. Y el marketing, la prensa y la publicidad, mucho menos.

No siendo natural, el liderazgo político bien puede ser construido en la gestión, en espacios colectivos, interactuando con pares y subalternos. Massa no pudo pasar esa prueba pese a contar con notorias ventajas personales como su juventud, carisma, una ambición sin límites y convicción en sus dichos.

Apostó a reemplazarla con la receta marketinera y forzó un liderazgo de ficción, vacío de contenido pero llena de promoción mediática, prensa alla Ruckauf, incluso con los mismos profesionales que trabajaron para el ex gobernador bonaerense. 

Con la fuga de aliados quedó en evidencia su escaso calado en la política. Los intendentes bonaerenses, que no tienen ni su juventud, carisma o convicciones, sí desarrollaron su olfato e intuición en la fragua callejera y la aplicaron a la lucha cotidiana para conservar sus territorios.

Peor aún, esos personajes que mucho llaman los impresentables, le dieron una lección de política práctica, de sobrevida, que ahora le servirá. Cuando negociadores macristas presionaban para llevarse a todos ellos al PRO pero no a Massa, uno se plantó y dijo: “todos juntos, o nada..”, salvándole el pellejo a quien no había sabido contenerlos. Es decir, jugando como profesionales.

Pícaros, viejos peronistas dicen que Massa “no leyó ni el prólogo del manual Conducción Política”. Otros veteranos remacharon: “tampoco se puede hacer política a lo Pachano”, en referencia a su frecuente presencia en programas faranduleros, donde reiteró hasta el hartazgo su latiguillo “la gente”, una forma de no decir nada.

El entorno massista justifica su caída en una sucesión negativa, todas externas y dicen que comenzó cuando Carlos Reutemann se alejó del Frente Renovador. Ni una palabra sobre el apoyo de Massa a Oscar “Cachi” Martínez y al agrarista Eduardo Buzzi, que en Santa Fe hicieron campaña para las Paso hablando pestes de Lole. Lo mismo ocurrió en Buenos Aires, con De Narváez.

Para los economistas del FR, sencillamente todo se explica por el cambio de favoritismo en lo más alto del establishment: “Techint y Clarín ahora juegan con Macri”. El banquero Brito, Vila-Manzano o De Mendiguren, quedan en el lado ciego de la construcción. Son apenas una parte del poder económico.“Mauricio Macri y Daniel Scioli son más previsibles”, se quejan.

Rendido hoy ante la realidad, Massa tiene no obstante mucho a favor: su juventud. Puede volver. En especial si asimila esta mala experiencia de apostar todo al marketing político y la prensa intensiva.

En octubre de 2013, ¡y antes de las elecciones!, Tres Líneas ya había detectado ese déficit y las contradicciones internas de su armado (http://www.treslineas.com.ar/sergio-massa-jarron-chino-n-970967.html). Y le había pronosticado un futuro de jarrón chino: bellos, grandes, pero incómodos, hasta el punto de preguntarse, ¿y ahora dónde lo ponemos?

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