La selección argentina de voleibol venció a Brasil y ganó la medalla de oro después de 20 años

La selección argentina de voleibol venció a Brasil y ganó la medalla de oro después de 20 años

En un emocionante partido, el conjunto albiceleste se impuso ante la verdeamarela por 3-2; el último título panamericano había sido en Mar del Plata 1995

 A Luciano De Cecco, Facundo Conte y Sebastián Solé se les enrojecía el rostro de tanto gritar. Las gargantas estaban al límite, las venas a punto de explotar. En pleno festejo, al cordobés Javier Filardi se le venía a la mente que había sido padre de Martina hace unos días, durante la concentración en la Villa Panamericana. Julio Velasco saltaba como un nene entre gigantes, mientras que a un costado los jugadores brasileños enarcaban las cejas, todavía con el lamento de ese saque largo de Renan, la última vida que les quedaba.

De los 15 oros argentinos en esta excursión de dos semanas, el del voleibol masculino fue quizás el más festejado por sus protagonistas. La batucada tuvo ritmo argentino, si se escuchaba el tamborileo que ejecutaron los doce héroes sobre el podio. Esas palmas que venían de despedir remates furiosos repiquetearon contra la tarima más alta y, tras el minishow, todos se reincorporaron para tomarse de las manos y levantar los brazos al cielo.

El ritual de la victoria fue tan espontáneo como el curso que tomó la final ante Brasil. Un partido que ingresó en una ola positiva después de que el seleccionado se apoderara del trabajadísimo cuarto set, que duró 32 minutos. Ya nada detuvo a los muchachos, ganadores por 25-23, 18-25, 19-25, 25-23 y 15-8. Dos horas y quince minutos de furia y pasión, en un gimnasio que se moría por una victoria verdeamarelha, a juzgar por su mayoritaria presencia. Pero el cierre fue con flashes fotográficos, dedicatorias a centímetros de las cámaras de TV y mil selfies para disparar al cosmos. Todo en tonos celestes y blancos.

El delirio no es exagerado; se asocia directamente con haberse quitado un peso de encima en este deporte, ya que el seleccionado argentino jamás había superado a Brasil en una final fuera de casa. Hay que aclarar pronto que el derrotado presentó un conjunto alternativo en losPanamericanos, ya que la formación principal se enfocó en la World League, mientras que la Argentina tuvo a sus mejores exponentes, luego de quedar fuera de carrera en el certamen anual. Igual, Brasil posee tanto potencial humano que siempre deja su marca; de hecho había vencido en tres sets al conjunto de Velasco en la primera etapa.

Facundo Conte, mencionado el jugador más valioso del torneo panamericano, repasaba con su memoria y trataba de rescatar algún hito anterior trascendente en su carrera con el conjunto nacional. No había mucho para elegir. "Claramente es mi logro más importante. El panorama estaba negro, veníamos perdiendo como en la guerra, pero entraron chicos desde el banco y dieron una energía nueva", aseguraba el N°7, cada vez más parecido a su padre Hugo.

Aconseja Velasco a los jugadores que mantengan la calma; que no se pasen de revoluciones, porque el camino hacia la clasificación para Río 2016 es largo, y que todo dependerá de un duelo a todo o nada con Venezuela en el próximo Preolímpico.

El factor Brasil aparece siempre en el largo recorrido del voleibol argentino, cuyo único título en Juegos Panamericanos era hasta hoy el de Mar del Plata 95, justamente sin la asistencia verdeamarelha. También pueden computarse dos títulos en la historia sobre 31 Sudamericanos en total (Buenos Aires 1964 y Cali 2015) y tampoco en ambos certámenes jugó Brasil. Más abajo en trascendencia, cuatro conquistas de cuatro en Juegos Odesur, aunque los brasileños participaron en solo uno y la Argentina los derrotó en Rosario 82, en verdad la única alegría previa en finales frente al país hermano.

Esta levantada con el corazón del seleccionado ya se aseguró un rincón especial por haber revertido un denso historial en contra. Una declaración de principios en el continente americano luego de 20 años, más allá de las referencias máximas de los terceros puestos del Mundial 1982 y de los Juegos de Seúl 88. "El día anterior a la final estábamos que no podíamos dormir. Hasta las tres de la mañana no nos acostamos y después no veíamos la hora de entrar a la cancha". Esa ansiedad que describe De Cecco, esas ganas de despejar viejos karmas, impulsaron a un grupo de hierro para reescribir los libros debajo de la red.

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