Según Abel Miguel, el delito crece en Junín por la falta de políticas sociales

Según Abel Miguel, el delito crece en Junín por la falta de políticas sociales
El ex intendente dijo que el Gobierno local “no tiene idea” de lo que pasa en los barrios y que la falta de oportunidades de los jóvenes es “caldo de cultivo” para la droga y la delincuencia. También habló de la situación del radicalismo y no negó la posibilidad de un acercamiento.

El ex intendente de Junín, Abel Miguel, analizó el presente de la ciudad y aseguró que una de sus principales falencias tiene que ver con la falta de políticas sociales y de oportunidades para jóvenes, lo que genera un “caldo de cultivo” para la droga y la delincuencia.

Además, en una entrevista con este diario, se refirió a la situación por la que atraviesa el radicalismo y no negó la posibilidad de un acercamiento.

-En las últimas horas surgió el rumor de que usted podría volver al radicalismo, en un intento de normalizar la situación del Partido en Junín. ¿Es así?

-Eso es difícil, porque en principio los que nos fuimos a otros partidos afines, fuimos dados de baja del radicalismo, como lo exige la Carta Orgánica. Y las autoridades superiores por el momento no dieron ninguna señal para que los que se fueron vuelvan.

Creo que a las autoridades mucho no les interesa, si no tendrían que haber hecho algún esfuerzo.

-¿Y a usted le interesaría? ¿Cómo analiza la situación por la que atraviesa hoy el Partido?

-Uno de los lugares en los que peor está el radicalismo es Junín, porque se fue toda nuestra gente, los que formamos el espacio desde el 83 hasta el 2003. La inmensa mayoría de los que me acompañaron se fueron a la Coalición Cívica, al GEN, al FAP.

Y después ocurrió lo que ocurrió con la gente de Meoni.

Lo nuestro no digo que no puede ser, pero para eso tiene que haber una actitud de las autoridades partidarias para volver a juntarnos. Hoy esto no está. Necesitamos una actitud de grandeza de parte de quienes hoy están al frente del Partido.

-¿Cómo ve el pase de Mario Meoni a las filas del massismo?

-Yo creo que tiene que ver con el oportunismo político, con el “negocio” de la política. Porque si no, no se podría haber ido junto con Cobos al espacio de Cristina Kirchner, con la cual no tenemos absolutamente nada que ver los radicales.

Se fueron y primero era todo amor y después todo odio; y eso significó un gran perjuicio para la ciudad, que no recibió más nada.

Con esas volteretas políticas, con estas alquimias, la que pierde es la ciudad, la gente. Porque Junín hoy está relegada absolutamente en cualquier tipo de obra importante.

Y ahora ocurre esto, se va justamente con los que le salieron al cruce a los Kirchner.

-¿Y por qué cree que eligió al massismo?

-Yo creo que los que se fueron ahí, que se dicen radicales, lo hicieron por un negocio político, sin ninguna duda. Pero no son muchos.

Eso no sirve. Los partidos están en una enorme crisis y para salir de ella tienen que haber reglas mínimas para cumplir: sentido de pertenencia, conducta e ideales. Si usted pierde eso, no tiene objetivos de futuro.

Por supuesto que se puede coincidir y hay que coincidir con otras fuerzas políticas para salir de la crisis en la que se encuentra el país. Pero una cosa es una coincidencia política y otra este tipo de integración de listas con gente absolutamente heterogénea.

Yo creo que, volviendo a Junín, la actitud del meonismo le ha hecho muchísimo mal al radicalismo.

-¿Cómo ve hoy la ciudad?

-La veo mal, por varias razones. En principio, porque la década del kirchnerismo ha sido tremenda. A juzgar por todos los medidores objetivos, incluso por los del Gobierno, ha crecido enormemente la exclusión social, la pobreza está creciendo de 2011 para acá y lo mismo la desocupación. Y ni hablemos del fenómeno de las drogas, que es una cosa escandalosa.

En esto tiene una culpa directa el gobierno, porque en los diez años no se hizo nada para cubrir las fronteras, para que la droga no entre de la forma que entra.

Pero también me parece que los gobiernos locales siempre tienen algo que hacer en este aspecto.

Yo creo que en Junín no hay mucha idea de lo que pasa en los barrios. Eso se ha abandonado. Nosotros teníamos un registro de qué pasaba en cada barrio, teníamos una colaboración estrecha con las sociedades intermedias (fundamentalmente las sociedades de fomento), teníamos asistentes sociales en todos los barrios.

El Gobierno tiene que saber qué pasa en cada barrio, cuáles son las familias más vulnerables, incluso cuáles son los problemas sociales más importantes de cada barrio.

Me parece que eso hoy se ha olvidado.

-Muchos vecinos dicen que en Junín sólo está linda la zona céntrica…

-Absolutamente. Esta es la política del marketing. Nosotros pusimos un énfasis muy particular en todo lo que eran los barrios. Había barrios que no tenían agua ni cloacas cuando vinimos nosotros y nosotros les llevamos desagües, pavimento, luz, cloacas, además de ir cubriendo los espacios de la ciudad con barrios e ir tratando de integrarla.

Esto hoy ha desaparecido. Hoy la ciudad es caldo de cultivo para el tema de la droga y para la delincuencia, que ha crecido enormemente en Junín.

Por otro lado, la provincia de Buenos Aires tiene un enorme déficit. Los cambios que ha hecho Scioli no han redundado absolutamente en una mejora.

En algo tan grande como la droga y la seguridad tiene que haber un acuerdo, no puede ser que Scioli gobierne sólo. Él es el primero que debería haber llamado a las fuerzas opositoras, aunque sea para estas cuestiones.

-¿Estaría de acuerdo con la implementación de la Policía Comunal?

-Es una cosa compleja. Ya desde que nosotros estuvimos en la administración se habló de eso y en ese momento estuvimos de acuerdo, pero bajo determinadas condiciones.

Otros países, más evolucionados que nosotros, tienen policías comunales, que son complementarias de las federales y las del Estado. Pero acá lo que se intentó hacer es otra cosa.

Lo que pretende hacer Scioli es delegarle el gasto o el poder político al intendente, pero tomar las decisiones desde la Provincia.

Yo estaría de acuerdo si la policía fuera autónoma y si cada uno se hiciera cargo de la formación. Hasta ahora no ha sido así.

Por eso creo que si no hay una política de Estado seria para enfrentar este flagelo tan tremendo que tiene que ver con la droga y con la exclusión social, no se va a solucionar nada.

-Cuando en Junín ocurrieron los hechos del 10-M se responsabilizó en parte al Gobierno local, no tanto por la seguridad en materia de prevención de delitos, sino por la falta de políticas sociales…

-En Junín hay mucha exclusión social, mucha falta de posibilidades laborales y esto es caldo de cultivo para el flagelo de la droga, porque los jóvenes no tienen posibilidades concretas para el futuro.

Hoy todos los esfuerzos de la comuna se gastan en el marketing electoral, en pintar plazas, arreglar esto, gastar enormes fortunas en publicidad. Me parece que tendría que haber acciones concretas en cada barrio.

Nosotros en cada barrio en los que no existía hicimos un centro comunitario, que estaba a cargo de la sociedad de fomento o del Municipio, para que ese centro sea un contenedor de un montón de cuestiones del barrio: culturales, de trabajo, de ayuda social concreta.

Este gobierno de Meoni, lo mismo que hace el justicialismo, ha puesto punteros políticos y eso es lo grave, porque no tiene nada que ver con una política de acción social mínimamente profesionalizada.

Nosotros hemos tenido enormes resultados electorales sin utilizar punteros políticos, sin utilizar a la gente. La gente sola reconoce cuando se hacen las cosas bien.

-¿Por qué cree que los vecinos siguen apoyando a Meoni en las elecciones?

-El hecho de tener la intendencia tiene sus ventajas, para cualquiera, frente a quien no tiene nada.

Pero acá se ha dado la paradoja de tener la intendencia y al mismo tiempo tener en frente gente con enormes cantidades de recursos, como los tuvo Traverso.

Por eso creo que el tema tiene más que ver con la dirigencia política. Me parece que desde hace muchos años el justicialismo no ha tenido los dirigentes que fueran capaces de llegar a la gente, tanto en las cinco elecciones que tuvieron con nosotros, como en las que lleva con Meoni.

El justicialismo no ha generado confianza en la gente y eso se vio sobre todo en las últimas elecciones, en las que Meoni se presentó con más debilidad. Porque si no hubiera sido porque ahora sacó de la galera el tema de Massa, no estaba bien la cosa para él. En la última elección Traverso estuvo muy cerca de llegar.

-Otro reclamo de los vecinos tiene que ver con la falta de transporte público. Desde el Municipio afirman que los colectivos no son rentables y que por ese motivo fueron eliminados durante su gestión…

-Si, algo de eso hay. Cuando nosotros asumimos la intendencia, las líneas privadas que había en Junín, que eran por lo menos tres, se fueron porque no les convino económicamente y por cuestiones propias de sus sociedades.

Cuando nos quedamos sin transporte, hicimos dos intentos. El primero fue con actores locales: conversamos con los dueños de los colectivos y siguieron un tiempo, con una especie de cooperativa. Pero no les dio resultado económicamente.

Luego llamamos a una licitación muy importante, vino una empresa del Gran Buenos Aires, puso 22 coches y estuvo un tiempo. Pero no había la cantidad de corte de boletos como para que fuera sustentable y por eso se fue.

Pero ahora se está hablando de otra cosa. En su momento no había ningún tipo de subsidio. Ahora hay subsidios nacionales. De todos modos la comuna también tendría que pensar en poner algo, si no, no va a funcionar.

-¿Cree que con la proliferación de motos los colectivos se utilizarían igual?

-El tema de que se haya generalizado la moto atenta contra la viabilidad del transporte público, porque el espectro que lo utilizaría es muy limitado.

De todos modos, de hacer una prueba, hay que pensar en conseguir los subsidios que vienen del nivel nacional y también en una ayuda del orden local.

Eso no asegura el éxito, pero sería un intento más.

Cuando nosotros estábamos en el gobierno no había tantas motos, pero hicimos un acuerdo con la Policía y teníamos 20 agentes al servicio de la Municipalidad.

La gente le tiene muy poco respeto a los inspectores civiles, por eso si bien había un cuerpo de inspectores civiles, siempre teníamos en los controles un equipo autorizado de policías, con motos compradas por nosotros y con un oficial a cargo por turno. La Municipalidad le pagaba a esos policías y la cosa funcionaba bastante bien.

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