Sebastián Auguste: “Peor que una mala regla es la que se cambia todo el tiempo”

Sebastián Auguste: “Peor que una mala regla es la que se cambia todo el tiempo”
Se calcula que en la Argentina no hay más de 1.200 personas estudiando, por año, en algún MBA. La cifra es bastante menor a la del Perú, que ronda los 4.000 estudiantes anuales, mientras que nuestro país supera a la población peruana en 13 millones de habitantes.

Sebastián Auguste es economista y el director del MBA de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella, que se ubicó en el primer lugar en la Argentina y en el octavo en América Latina, según el ranking de la revista América Economía de 2012.

Estos títulos de post grados tuvieron un gran crecimiento en la región en los últimos 15 años, donde surgieron diferentes ofertas de alta calidad académica. El Tribuno charló a fondo con el economista, que el martes visitó Salta.

¿Es un buen momento para hacer negocios?

Argentina tuvo un período de crecimiento muy fuerte con muchas oportunidades de negocios, aunque con un cierto agotamiento en los últimos años, que se percibe en la caída de la inversión y en la caída de la generación de trabajo.

Pero las perspectivas para la Argentina siguen siendo buenas.

El hecho de que funcione un MBA como el nuestro significa que hay gente que apuesta al largo plazo. El momento actual, tal vez no sea el mejor, pero las perspectivas no son malas. Muchos pensamos, que con arreglar un poquito algunas cosas, se puede tentar mucha inversión extranjera que hoy no tenés.

¿Por qué no la tenemos?

Lo que determina la falta de inversión es la incertidumbre. En los últimos años, Argentina tuvo un manejo de muchas reglas económicas bastante poco claras que generó incertidumbre. La inversión del sector privado depende de mucho de las reglas claras, porque nadie quiere invertir y que le cambien las reglas a mitad de camino. Hay países que son más amigables con el sector privado que otros. Hay otros que son muy amigables con el sector privado, como Brasil, Chile o Perú y que atraen inversiones porque generan confianza. Hay países, como Venezuela que no es amigable con el sector privado y en donde solo invierten los amigos del poder. Argentina está en el medio de esas dos corrientes sin llegar a ser ninguna de las dos.

No somos Brasil, que apuesta mucho al sector privado, pero tampoco Venezuela. Por momentos tomamos medidas que nos acercan a Venezuela y por momentos tomamos otras que nos acercan más a los países más racionales de Latinoamérica.

Sin embargo, el contexto es bueno porque el mundo demanda justo lo que nosotros producimos, que es en gran parte alimentos. Con la mejora de los precios de los comodities se enriqueció a varios países de América del Sur, donde surgieron muchas empresas multinacionales pero nacidas en Latinoamérica, que son líderes en la región, lo que se conoce como el boom de las “multilatinas”.

Gran parte del éxito está en saber aprovechar ese contexto con las políticas adecuadas.

¿Generó expectativas en el mundo de los negocios los cambios en el Gabinete Nacional?

Hay una gran expectativa de cambio, que se notó en el resultado de las elecciones. Estamos esperando ese cambio. La gente elegida para llevar adelante ese cambio tiene una cosa buena y una cosa mala.

Ahora el ministerio de Economía tiene una sola cabeza, que es Axel Kicillof.

Antes era como una empresa con tres dueños distintos que cada uno desarmaba lo que hacía el otro porque cada uno tiraba para su lado. Esto es bueno que ya no pase y que exista un solo responsable. Lo que por ahí no es tan amigable para el sector de negocios es el ministro elegido, el que ganó esa interna en Economía. Kicillof expresa un estatismo muy fuerte. Ojo, que hay países, como los escandinavos, con un estatismo muy marcado, pero que funcionan bien.

Pero el problema radica en que, peor que una mala regla es la que se cambia todo el tiempo.

En la Argentina lo que se sufre es que las reglas cambian todo el tiempo y un parche se tapa con otro parche.

Si hay una fuerte visión ideológica estatista, que tal vez no es la que al mercado más prefiere, pero se logra estabilidad y visión a largo plazo, eso es bueno para el mercado y para la inversión privada.

El tema es que había un cocoliche de medidas que se contraponían o que podían morir o resucitar de acuerdo al triunfador de la interna, lo que indica que no había una visión a largo plazo.

La continuidad de políticas es buena para el ambiente de negocios y eso Argentina todavía no lo logró.

¿Cuáles son las inversiones que no están llegando y podrían hacerlo?

Los argentinos que andan por el mundo generaron unos 300.000 millones de dólares, que es un montón de plata.

Pero esos argentinos podrían invertir esa plata en nuestro país y no lo están haciendo. Por otro lado, la inversión pública no fue la suficiente y hay un déficit de infraestructura importante, que se nota en los caminos o en el sector energético, para poner un ejemplo. En la infraestructura, tanto productiva como social, el Estado no invirtió lo suficiente y eso perjudicó también al sector privado y le cerró oportunidades de negocios.

La minería en Chile y Perú es un claro ejemplo de todo los que nos falta por hacer acá en esa materia. Argentina está excluida de ese fenómeno por no tener reglas claras. Invertir en minería acá es poner mucha plata en buscar algo que si lo encontráis no tenés ninguna garantía de que va a ser tuyo.

Por eso no se exploró en petróleo y gas. Lo que pasó con YPF que era estatal y en los 90 se privatizó y después volvió a manos del Estado es otro ejemplo del cambio de las reglas de juego que genera incertidumbre.

¿Qué es un buen negocio en la Argentina?

Muchos jóvenes piensan que para hacer negocios hay que ser un Steve Jobs o Bill Gates. Pero se pueden hacer negocios con muchas cosas.

Hoy son un buen negocio los molineros, los criaderos de cerdos y hasta puede ser buen negocio tener un kiosco.

La idea brillante y única que uno espera que le llegue en la vida para hacer negocios representa no más del 10% del éxito del negocio, el resto y lo más importante es la ejecución de esa idea.

Lo que te va a salvar no es la megaidea, sino el trabajo que le pongas a eso.

Hay que laburar viejo.

Nuestro MBA, aparte de la experiencia que se genera en ese ambiente donde se piensan y analizan negocios, es una herramienta de formación, para saber cómo hacer y de que forma el negocio que queremos.

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