Scioli, Randazzo, Urtubey: la guerra fría después del triunfo

Por Julio Blanck

Ola de rumores por la ausencia del gobernador bonaerense en Salta mientras Carta Abierta apoyaba al ministro.

Afonía y cansancio. Fueron las razones con las que Daniel Scioli explicó por qué no había estado el domingo por la noche en Salta para celebrar el triunfo y la re-reelección del gobernador Juan Manuel Urtubey. Afonía y cansancio suenan a pobre explicación para quien, como Scioli, hace de su fortaleza física un insumo estratégico de la acción política. ¿Cuándo hubo antes razones como éstas que le impidieran a Scioli hacer algo? En política todo tiene consecuencias: a explicación pobre, sospechas envenenadas.

La versión corrió como un rayo, desde tres puntos en apariencia distintos: fuentes del Gobierno nacional, de la administración bonaerense y del comando político del Frente Renovador. Todos decían lo mismo: “a Scioli lo llamaron de parte de Cristina y lo bajaron del viaje de festejo a Salta”. Allí, junto a Urtubey, estuvieron funcionarios del Gobierno, gobernadores, dirigentes del PJ y el otro precandidato presidencial oficialista, Florencio Randazzo. Todos menos Scioli.

A la versión envenenada se le agregaban explicaciones posibles, también cosechadas en las fuentes que esparcieron el rumor.

Que Cristina había retomado sus tradicionales berrinches contra Scioli por su participación el lunes anterior en la apertura del ciclo de Marcelo Tinelli. Que no le iba a dejar cerrar la semana con una foto ganadora junto a Urtubey después de haberla comenzado con un rating de 30 puntos durante su aparición en ShowMatch. Que Randazzo es el preferido de la Presidenta en la primaria del kirchnerismo y que el supuesto veto a Scioli en Salta apuntaba a mostrar esa preferencia.

Explicaciones o búsqueda de ellas, atractivas como historia conspirativa aunque sin constataciones firmes. Todo rumor tiene un valor: importa por quién lo difunde, por el efecto que busca causar, es una acción política en sí mismo.

La contra-versión surgió desde las cercanías de Scioli.

Que el gobernador estaba efectivamente afónico y cansado. Que además prefiere aparecer poco junto a Randazzo, que lo viene apestillando con críticas agudas sobre su gestión y su espectro de alianzas políticas y económicas. Más que nada, lo que avisaba anoche el sciolismo es que “vienen más de éstas operaciones”, como definieron al rumor que ayer inundó el día.

¿Operaciones de quién? Del Gobierno nacional y más específicamente de Carlos Zannini, dicen. Y dicen que Zannini está llamando a los gobernadores oficialistas para asegurarles que el favorito de ellos es Randazzo. Que una victoria muy amplia de Scioli en la PASO podría leerse como una derrota de la Presidenta y que ellos no están dispuestos a permitirlo. Cosas por el estilo.

Zannini es el cuco del sciolismo, su bestia negra. No deja de resultar cómoda esa demonización. Es más fácil apuntarle al poderoso secretario Legal de la Presidencia y no a su Jefa, que también es la de ellos: Cristina.

Ayer llamó ligeramente la atención el énfasis con que el triunfante Urtubey se dedicó a justificar la ausencia de Scioli en su noche de festejo. “Scioli participó mucho en la campaña, ya había estado en las PASO y creyó prudente no venir” dijo el gobernador re-reelecto con el 51% de los votos salteños. Recordó que en los días de cierre de campaña lo había acompañado incluso Karina Rabolini, esposa de Scioli e insumo estratégico de su campaña presidencial.

Tanta enjundia parece encajar con algo que Urtubey venía diciendo antes de la elección provincial: que asegurada su continuidad, se pondría a trabajar para la candidatura de Scioli. Ayer, cuando le preguntaron sobre su preferencia presidencial, todavía subido a la montaña de votos, Urtubey dijo: “queremos escuchar a los candidatos de nuestra corriente política antes de decir a quien apoyamos”. Un mimo a Randazzo, un pequeño desliz de la verdad que, al lado de otras mentiras e hipocresías de la política, hasta parece inocente.

Menos inocente sería, si se concreta, el pronunciamiento de apoyo a Scioli que podrían dar a conocer Urtubey y sus colegas de Jujuy, Eduardo Fellner, y de Formosa, Gildo Insfrán, en fecha cercana. En la misma línea se estaría trabajando con otros dos mandatarios provinciales: el tucumano José Alperovich y el riojano Beder Herrera. Fuentes del kirchnerismo bonaerense aseguran que esas tratativas están muy avanzadas. Y explicarían -según esas fuentes- cierto “relajamiento” de Scioli, que lo habría llevado a no viajar el domingo de la victoria a Salta. Sigue sonando pobre como explicación.

En el fervor por descifrar signos, los kirchneristas que buscan caminar por la vereda donde calienta del sol apuntaban ayer dos asuntos.

Uno, la proclamación de Randazzo como el candidato favorito de Carta Abierta. Su paso ante ese colectivo de intelectuales, el último fin de semana, resultó un éxito rotundo. Randazzo, como buen candidato capaz de adaptarse a la demanda de su audiencia, se mostró como el paladín del relato ultrakirchnerista halagando a esa platea selecta. Eduardo Jozami, referente de Carta Abierta, anticipó que no invitarían a Scioli a exponer ante ellos porque “tenemos una opinión contraria” al ideario del gobernador, si tal cosa existiese. De paso criticó que los candidatos vayan al programa de Tinelli. “Es una trivialidad” dijo. De Carta Abierta a Randazzo no se le va a escapar un solo voto. Necesitará más que eso para asustar a Scioli.

Dos, la celeridad con que Scioli desmontó ayer a sus candidatos en la pelea bonaerense. Se habían anotado en su nombre, para la gobernación, Santiago Montoya y la ministra Cristina Alvarez Rodríguez. ¿Las señales de favoritismo hacia Randazzo apuraron ese gesto de obediencia a la Presidenta, que había reclamado la poda de candidatos? Puede parecer eso. Solamente Scioli lo sabe.

En la Provincia, el oficialismo viene acomodando a marcha forzada sus cargas. El achicamiento de la grilla de candidatos es lo más visible de ese ordenamiento. Pero también hay cuestiones menos visibles, como la reunión que el camporista y secretario general de la Presidencia, Eduardo de Pedro, organizó con recios intendentes peronistas del Gran Buenos Aires.

El invitado estrella fue Zannini, quien ante la inquietud expresada por el interminable Hugo Curto, les aseguró a los jefes comunales que esta vez no tendrán que lidiar con colectoras que coman de sus propios votos, y que los que quieran competir con ellos en el territorio tendrán que ir a las PASO.

“Podés hacer muchas declaraciones y salir en la tele, pero si no arreglás con los intendentes en la Provincia no sos nadie”, fue la áspera enseñanza que ayer recordaba el operador de un muy firme candidato kirchnerista a la gobernación bonaerense. El maestro que había derramado sobre él aquellos principios era en aquel tiempo una figura clave del duhaldismo. Todo se recicla.

El guiso que se cocina en la olla del peronismo bonaerense se está espesando. Ayer circuló que una denuncia judicial reciente contra Diego Bossio, el jefe de la ANSeS que bajó la semana pasada su candidatura, había sido motorizada por uno de los postulantes kirchneristas a gobernador que sigue en carrera. De sus oficinas habría salido información hacia un sector activo de la oposición, que terminó llevando el tema a la Justicia. “¿Recién te enterás que el peronismo es así?” preguntó, hasta con cierto asombro, un curtido peronista que juega fuerte en esa interna.

Todo se está moviendo rápido en el oficialismo. Una encuesta que aún no terminó de procesarse, pero cuyos datos preliminares están en conocimiento de Scioli, muestra que Aníbal Fernández pasaría a ser el candidato a gobernador mejor posicionado, incluso por encima de Martín Insaurralde.

Más atrás en las preferencias vendrían María Eugenia Vidal, anoche ratificada como candidata única de Mauricio Macri en la Provincia; y Francisco de Narváez, que por ahora no consigue convencer al resto de la oposición de unificarse en la PASO, yendo con un solo candidato a la elección general. Sus votos son sobre todo votos opositores, como los de Sergio Massa.

“Si la oposición sigue así, Cristina gobierna el país”, avisó ayer De Narváez. Parece que no lo están escuchando.

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