Scioli y Randazzo, Massa y Macri 2015

Por Eduardo Anguita

A ocho meses de las PASO, que es muchísimo tiempo, un panorama de cómo están los candidatos que hoy por hoy tienen mejores mediciones.

Millones de personas, en 2014, vivieron el cambio en el transporte ferroviario. Ya no se viaja como ganado en el Sarmiento y el San Martín y hay mejoras en el Mitre. Con la locomotora puesta en las elecciones, Florencio Randazzo promete hacer lo propio en el Roca y el Belgrano Sur para los próximos meses. Además, puso en funcionamiento un servicio correcto de trenes Buenos Aires – Mar del Plata. La frutilla del postre es la conexión con Rosario y el buen entendimiento del ministro de Interior y Transporte con el gobernador socialista de Santa Fe, Antonio Bonfatti. ¿Alcanza esto para entender por qué una reciente encuesta de Demographia le da a Randazzo un 54,9% de imagen positiva entre los bonaerenses? De ningún modo. Sin los buenos resultados de gestión acumulados en diversas áreas, Randazzo no estaría, como está, en condiciones de ser un oponente importante para Daniel Scioli en las PASO de agosto próximo.

Entre los allegados de Randazzo podrá haber festejos, pero el estudio le da muy bien a Daniel Scioli, con un 55,9% de imagen positiva. Randazzo tiene algún grado de desconocimiento (el 10% de los consultados) y una opinión negativa más baja que la de Scioli: 28,1% tienen mala valoración de Randazzo mientras que el 38,1% la tienen de Scioli. Si se tiene en cuenta el peso de ser gobernador del distrito más grande del país (la provincia de Buenos Aires tiene el 40% de los habitantes de la Argentina) durante los últimos siete años, podría decirse que Scioli está bien parado.  El desgaste, lo mismo, se expresa en que la misma consultora (Demographia) había medido la imagen positiva del gobernador bonaerense en julio de 2013 y era de 76 por ciento. Es decir, 20 puntos más que ahora. ¿Qué cosas actúan para que Scioli mantenga uno de los niveles más altos de imagen favorable? Así como Randazzo tuvo –por delegación de Cristina y con fuertes partidas presupuestarias de la Nación– el tren para levantar vuelo, es difícil saber si Scioli tiene un punto fuerte por sobre los otros. No tuvo grandes avances en seguridad, la materia favorita del gobernador, pero quizá esto de sacar muchos policías a la calle le dé algún rédito extra más allá de que muchos de los muchachos y las chicas que se pasean de azul con armas y por las calles reciban una instrucción mínima y que la histórica sociedad entre la Bonaerense y las redes delictivas no hayan recibido la atención que se merece desde la Gobernación. Podría decirse que Scioli es candidato por sí mismo desde hace tiempo y que su autonomía estuvo siempre sintonizada con Cristina Fernández de Kirchner. Es más, aunque las señales de la Casa Rosada fueran para frenar a Scioli, este nunca chocó. Por el contrario, siempre se alineó.

La pregunta es: ¿Scioli y Randazzo están bien porque el Frente para la Victoria (FPV) y la presidenta están bien? La respuesta parece ser afirmativa. Todas las encuestas indican –y la de Demographia lo confirma– que creció de modo importante la imagen positiva de la presidenta y que una buena parte de la sociedad percibe que la situación económica no es mala. En concreto, este estudio indica que el 46,5% de los entrevistados afirman que la situación socio-económica es buena. Como advertencia clara para el oficialismo, el 53,5% la evalúa de modo negativo. Sin embargo, debe ponderarse que la buena imagen de los precandidatos excede la propia valoración del desempeño de la inflación, la caída del PBI o las dificultades en el empleo. Esto es, la valoración de la gestión y la identidad política, en algunas franjas de la sociedad, exceden los temores o carencias que los afectan.

En el firmamento –a ocho meses de las PASO, que es muchísimo tiempo– el resto de los aspirantes del FPV a la Casa Rosada no mueven el amperímetro electoral. Es razonable pensar que la sociedad todavía no está pendiente del tema y que falta mucho. Pero las diferencias a remontar son muchas dentro del oficialismo. Es posible que algunos precandidatos busquen posicionarse para luego ocupar otro lugar en la cancha. Por ejemplo, y más allá de la voluntad de cada uno, el FPV no tiene todavía un candidato sobresaliente para suceder a Scioli y figuras como Julián Domínguez o Aníbal Fernández podría sumarse a una carrera para la cual hasta ahora están Gabriel Mariotto, Fernando Espinoza y Juan Patricio Mussi.

PRESIDENCIABLES. A lo largo de 2014, casi todos los estudios mostraron que el espacio de FA-UNEN –donde el radicalismo podía poner una estructura nacional y algún candidato como Hermes Binner su nombre propio– fue perdiendo entidad como alternativa de gobierno. En todo caso, el partido que llevó al gobierno a personas tan distintas como Raúl Alfonsín y Fernando De la Rúa, cuenta hoy con una dirigencia de vuelo bajo que considera mejor alquilar la estructura y la maquinaria electoral a Sergio Massa o a Mauricio Macri que a dar una pelea programática en octubre próximo. En todo caso, Ernesto Sanz y Gerardo Morales asumieron el rol de ofrecerse como socios menores a los dos precandidatos opositores con mayor proyección sin que todavía esté claro cómo será el menú de alianzas capaces de disputar con el FPV en octubre próximo.

El estudio de Demographia confirma la buena performance de Massa y de Macri. Sin embargo, no sucede lo mismo con los espacios que ellos construyeron. En efecto, sólo el 16,5% de los consultados dijeron que votarían por el Frente Renovador, mientras que el 49,1% afirmó tener una imagen positiva de Massa. En cuanto al PRO, el 15,6% dijo que lo votaría mientras que Macri cosecha un 47% de imagen positiva entre los bonaerenses. No parece ser el radicalismo la fuerza que pudiera auxiliar a alguno de ambos precandidatos en tierras bonaerenses, ya que sólo el 5,3% de los consultados dijo que votaría por UNEN, apenas algo más de quienes dijeron que votarán por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) que junta al 4,5% de los votantes si las elecciones fueran hoy. Los trofeos, como espacio político, por lejos, los lleva el FPV, ya que el 38% de los consultados dijeron que votarán por ese espacio. Si se tiene en cuenta que el 20% está en el rubro de "no sabe / no contesta", casi la mitad de los bonaerenses se identifican con el peronismo–kirchnerismo. Es decir, no sólo refleja la pertenencia histórica al peronismo sino que casi la mitad de los bonaerenses se sienten contenidos por un movimiento político donde hay sin duda tensiones pero también conducción y alternativas.

ALIANZAS Y PASOS. En concreto, este estudio, reducido al distrito bonaerense, muestra una debilidad de las fuerzas opositoras y dos fortalezas del oficialismo. El FPV, tal como están las cosas, podría tener unas PASO con dos precandidatos bien posicionados en un espacio político que cuenta con fuerte adhesión. Si Scioli y Massa no tienen contrincantes serios en las PASO ni tampoco cuentan con una estructura que atraiga al electorado, podrían llegar a cosechar muchos menos votos en las primarias pese a que, como figuras individuales, están tan bien –o incluso mejor, según quién haga el estudio– que Scioli.

La provincia de Buenos Aires, por ley, vota autoridades provinciales junto con las elecciones nacionales. Otros distritos, en cambio, adelantan los comicios. Es el caso de la Ciudad, donde Macri espera obtener un triunfo arrollador que le sirva como impulso. El 26 de abril se llevarán a cabo las PASO porteñas mientras que las elecciones para jefe de Gobierno serán el 5 de julio, un mes y cuatro días antes de las PASO nacionales. Macri descuenta, más allá de quién sea la figura del PRO para la Ciudad, en que no habrá segunda vuelta. ¿Podrá hacer una alianza real con algún sector del radicalismo o con alguna figura emblemática anti-K como Lilita Carrió o estará condenado Macri a pelearse con sus potenciales aliados a último momento?

Varios otros distritos adelantarán comicios provinciales y en algunos casos, las alianzas entre radicales, massistas y macristas pueden hacer algún ensayo. En algunos distritos los resultados son tan previsibles para el oficialismo como en la Ciudad de Buenos Aires. Son los casos de Salta y Chaco, donde Juan Manuel Urtubey y Jorge Capitanich también quieren plebiscitar su liderazgo y tienen fuertes chances de lograrlo, aunque en este último caso deberá confrontar con el siempre fuerte radicalismo chaqueño. En el caso de Santa Fe, donde el socialismo aspira la continuidad, no es descartable un triunfo del PRO, con Miguel del Sel como candidato. Otro distrito donde el oficialismo adelanta y arriesga es Córdoba, donde el delasotismo tiene a Juan Schiaretti como candidato (con el 28 de junio como fecha tentativa) y un rejunte posible de PRO, juecistas y radicales intente con el radical Oscar Aguad arrebatarle al oficialismo el gobierno provincial. En Neuquén, donde el oficialismo nunca perdió una elección provincial, tiene como desafiante a Horacio Pechi Quiroga, actual intendente de Neuquén capital, alineado con Macri y con un espacio electoral con apenas una horneada, similar al que en Córdoba apoya a Aguad.

2015 será un año largo. Por ahora, sólo asoman apellidos italianos. No parecen sostener propuestas demasiado distintas si se juzgan los discursos medidos de los precandidatos. Sin embargo, el eje oficialismo–oposición puede hacer que de la cordialidad y la flema se pase a un mayor grado de confrontación. Está claro que Massa y Macri van a tratar de avalar todo aquello que pueda talar a la presidenta. Está claro que Randazzo y Scioli, en la disputa, van a tener que asumirse como escuderos de Cristina. -<dl

 

 

 

 

Panorama político en la provincia

 

» Lic. Diego Born

Sociólogo (UBA) Director Técnico Demographia

 

Los resultados de nuestra reciente encuesta en la provincia de Buenos Aires permiten intuir un panorama complejo y a la vez diferente al que meses atrás muchos actores presuponían. La encuesta se relevó entre el 16 y el 22 de diciembre en forma telefónica, con una muestra estratificada por zona y con pesos muestrales ajustados en función de las variables poblacionales básicas (edad, sexo, nivel educativo). En total se realizaron 800 encuestas, y los resultados presentan un margen de error estadístico máximo de 3,5 por ciento.

Los resultados permiten señalar que hoy, en la provincia, las opiniones están divididas en partes aproximadamente iguales entre quienes se ubican en posiciones afines y contrarias a los oficialismos. Claro que mientras que el primer grupo se aglutina en torno a un mismo (aunque heterogéneo) espacio político, el segundo se reparte entre un más que variado arco de opciones.

El 46,5% de los entrevistados evalúa positivamente la situación socioeconómica actual de la provincia mientras que para el 53,5% la evaluación es negativa.

En el año y medio transcurrido entre la medición de julio de 2013 y la actual, no sólo Scioli ha perdido una buena porción de simpatías políticas: lo mismo, y con mayor intensidad, ha sucedido con Sergio Massa, victorioso en las elecciones legislativas del año pasado. Más que probablemente esta merma en la imagen positiva está relacionada con una dinámica política que obligó a ambos dirigentes (reacios a hacerlo) a definirse en relación a su ubicación respecto al kirchnerismo y a la figura de CFK.

Entre ambos momentos, la imagen positiva neta (sin tomar en cuenta a quienes no tenían opinión formada) de Scioli cayó del 76 a 56 por ciento. Sin embargo, mientras que entre quienes tienen opinión positiva de la presidenta el descenso en la imagen positiva del gobernador fue de 12 puntos (88 al 76%), la retracción alcanzó los 24 puntos (61 al 37%) entre quienes valoran negativamente a CFK. Inversamente, la imagen positiva neta de Massa cayó del 84 al 52% entre julio de 2013 y diciembre de 2014: mientras que un año y medio atrás prácticamente no se registraban diferencias en este indicador entre quienes opinaban en forma positiva y negativa sobre la presidenta (81 y 87% respectivamente), actualmente las opiniones positivas sobre Massa entre quienes valoran favorablemente a CFK (40%) resultan sustancialmente menores al nivel registrado entre quienes se ubican en la posición contraria (64%). En resumen, mientras que el gobernador parece haber quedado más pegado a la presidenta y sin gran parte del capital político propio que su personalidad y discurso menos ideologizado le granjeaban hasta poco tiempo atrás, el ex intendente de Tigre es ubicado en el imaginario social cada vez más lejos de CFK, movimiento que, huelga decirlo, Massa procuró evitar en la campaña electoral 2013, mostrando una faceta ambivalente.

Aún con las reservas que el caso amerita por la relativa lejanía con la coyuntura electoral, sin frentes ni candidatos definidos en muchos de los espacios políticos (a excepción de Massa y Macri), una indagación exploratoria muestra que el FPV estaría, en estos momentos, claramente consolidado como la principal fuerza electoral de la provincia, seguido, a más que considerable distancia, por el PRO y el Frente Renovador, que se ubicarían en situación de empate técnico (claramente, la entrada del PRO en la provincia resta una parte sustancial de votos al massismo, pues dentro del mercado electoral representan posiciones que se solapan en más de un punto).

Es habitual indicar que la imagen de un referente político no puede trasladarse sin más al plano electoral, aún cuando es lógico que exista cierta correlación entre ambas cuestiones. No obstante, los resultados muestran que esta precaución aplica sólo parcialmente en el caso de CFK: siete de cada diez personas que dicen tener una imagen positiva de ella, sostienen que votarán a un candidato del espacio del FPV (68,6%), mientras que sólo una de cada seis personas con imagen positiva de la presidenta votaría a un espacio político opositor y una proporción similar aún no se ha definido. Contrariamente, menos de una de cada diez personas con imagen negativa de CFK votaría al FPV, mientras que una cuarta parte se muestra indecisa.

Si se considera a quienes tienen opinión positiva sobre Scioli, los votantes al FPV alcanzarían al 52,9% (15 puntos menos que entre quienes valoran positivamente a CFK), mientras que en el  caso de los referentes de la oposición la relación entre imagen e intención de voto a sus espacios políticos se revela mucho más débil (entre quienes tienen imagen positiva de Macri el PRO obtendría el 30,4% y entre quienes bien valoran a Massa el Frente Renovador obtendría el 28,3 por ciento).

El papel central y la capacidad de traccionar adhesiones que hoy parece tener CFK en (nada menos que) la provincia de Buenos Aires puede tener profundas implicancias en las próximas elecciones, provinciales y nacionales. En los últimos meses el gobierno nacional ha logrado intervenir con mayor eficacia en el mercado cambiario, a la vez que resulta evidente la desaceleración de la inflación; por otro lado, al menos hasta ahora, se vive un diciembre sin mayores sobresaltos. Estas, entre otras razones, evidentemente han impactado en el humor social, generando un nuevo ciclo alcista en el (oscilante) valor de las acciones kirchneristas. De mantenerse o acentuarse tal tendencia (más aún si además de estabilidad se logra reactivar el crecimiento económico) la presidenta podrá hacer valer su rol de gran electora, papel que parecía poco menos que imposible en el primer semestre del año. Y, en este escenario, Scioli sería quien parece tener más para perder.

Ahora bien, ¿a quién perciben los bonaerenses como representación de la continuidad de CFK? Con varios cuerpos de ventaja, este lugar es ocupado por Scioli (29,2%) y por Florencio Randazzo (19,2%), mientras que sólo el 15,5% menciona a alguno de los otros dirigentes incluidos en el enunciado de la pregunta y el 35,8% declara no saber. Si se profundiza en el subuniverso que evalúa positivamente la gestión presidencial, se observa que aumentan los porcentajes de menciones a Scioli (37,8%) y a Randazzo (28,1%), a la vez que la brecha entre ambos se reduce. Pero Randazzo no sólo se destaca en este rubro: su imagen positiva entre los bonaerenses (54,9%) se ubica en el mismo nivel que la del gobernador (55,9%), a la vez que su imagen negativa llega al 35,1% (frente a 44,1% de Scioli), con un nivel de desconocimiento del 10 por ciento.  

En síntesis, Scioli aparece debilitado ante (y necesitado de) el poder simbólico y real de CFK, a la vez que es evidente la amenaza que supone la buena recepción de Randazzo entre sus propios gobernados y lo que implicaría que CFK decida apoyarlo abiertamente; en este punto, si se analizan los posibles desafíos que uno y otro enfrentará en los roles institucionales que ocupan durante el próximo año, no hay que hurgar demasiado para notar los mayores riesgos potenciales que encierra la tarea del gobernador. Por otra parte, Massa aparece disminuido debido al desembarco del PRO y a su progresiva (y obligada) definición en oposición abierta al kirchnerismo. Así, la coyuntura política actual de la provincia muestra en serios problemas, y en su propio territorio, a dos presidenciables, entre los que, no demasiado tiempo atrás, gran parte de los analistas entendían que no cabían dudas acerca de que de allí saldría el nuevo presidente.

 

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