Scioli clausuró la re-re al hablar de “los últimos dos años”de Cristina

Scioli clausuró la re-re al hablar de “los últimos dos años”de Cristina
El bonaerense y su par chaqueño, Jorge Capitanich, fueron los únicos gobernadores K en el Alvear. Desde el oficialismo evitaron responderle. Hay tregua hasta octubre
El volumen estaba al mínimo mientras Daniel Scioli y su vice, Gabriel Mariotto, charlaban en el despacho. La televisión comenzó a mostrar fragmentos del discurso dado horas atrás por el gobernador bonaerense sobre el escenario del Hotel Alvear, como unos de los principales disertadores del Consejo de las Américas. El videograph interrumpió la charla. Ambos leyeron: “En la Argentina no está todo bien” y “este Gobierno tiene que terminar lo mejor posible”, en boca del mandatario. La explicación llegó apenas con el gesto inquisitivo del número dos provincial, histórico juez de línea para marcar los offside del ex motonauta según el reglamento de la Casa Rosada. “Me segmentaron”, se quejó Scioli, buscando la comprensión del otro, que varias veces apeló al mismo argumento.

Minutos antes de las 17, Scioli ordenó a su equipo distribuir a los medios el discurso completo. Sin embargo, el “operativo contención” no fue necesario. El kirchnerismo, que suele descreer de los “malentendidos” ajenos, evitó opinar. Nadie del elenco estable de críticos oficial rememoró viejas épocas al recriminarle algo.

Sin el texto escrito de antemano, apenas con algunos ayudamemorias, cerca del mandatario confían en su estudiada y cuidada oratoria para “siempre decir lo que quiere decir”. Esto es lo que dijo: “En Argentina, como cualquier otro país del mundo, no todo está bien, pero tampoco todo está mal”, sentenció en el Alvear. Antes había llamado a “corregir lo que haya que corregir”, parafraseando la única autocrítica que Cristina Fernández de Kirchner esbozó al evitar hablar de una derrota en las primarias del pasado 11 de agosto.

Hacia el final de un monólogo en el que mencionó dos veces a la Presidenta, aunque en línea con el renovado jefe bonaerense devenido jefe de campaña ad honorem del FpV en su distrito, llamó a acompañar a Cristina Kirchner “con todo lo que pueda sumar porque es justo que sea así, y con el mayor respeto desde lo institucional y desde lo personal”. Y añadió: “Este Gobierno tiene que terminar lo mejor posible para que después, la dinámica de la democracia pueda seguir proyectando a Argentina hacia un mejor futuro”.

Debajo del escenario, luego de su discurso, le llovieron las preguntas con la implícita idea de que la eventual re-reelección que abogaban sectores K ya fue sepultada. El propio Scioli la descartó al hablar de “los últimos dos años” del mandato de Cristina Kirchner. “Es de una gran irresponsabilidad hablar de transición. Hay que esperar hasta 2015 que llegue un nuevo Gobierno porque esas ideas parten de sectores que quieren generar incertidumbre”, opinó el mandatario que sólo una única vez admitió sus aspiraciones presidenciales, en uno de los peores momentos de la relación entre Balcarce 50 y La Plata.

Dos teorías explican el llamativo silencio K. La primera: a diferencia de meses atrás, hoy Scioli cuenta con “licencia para opinar”. Desde que es la figura central de la campaña, protagonismo revitalizado por el segundo lugar de Martín Insaurralde frente a Sergio Massa. “Lo criticábamos cuando su acompañamiento era gestual, ahora es explícito”, justificó uno de sus ex críticos.

Por otro lado, mientras lamen sus heridas, no es el mejor momento. “Pegarle a Scioli es restarnos votos”, señalaban en el peronismo bonaerense, donde concursan por una foto con el gobernador en sus distritos para la nueva campaña.

La segunda hipótesis: el despegue sciolista, adjudicándose el rol de “garante de la institucionalidad” en la transición, fue acordado con la Presidenta para revertir el resultado (o descontar lo más posible la brecha con el Frente Renovador) en octubre. “Son acciones de campaña, estamos atacando algunas causas que nos hicieron perder votos”, graficó un importante dirigente ultra K. Obvio que evitó especificar que una de ellas habría sido la “nacionalización” de la compulsa electoral. Es decir, la presencia de Cristina Kirchner plesbicitando su gestión.

Más allá de las palabras, están las acciones. Al rol en la campaña, como presidente de un PJ en el frezzer, Scioli está organizando un cónclave para la semana que viene. En el último encuentro de gobernadores pejotistas se concluyó que de allí “saldría el futuro presidente”. El bonaerense ya desliza que el aparato justicialista, a través de internas, debe designar el elegido.

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