Salta, una de las provincias elegidas por los sirios en Argentina

Salta, una de las provincias elegidas por los sirios en Argentina

La mayoría de los refugiados sirios que llegó al país no supera los 45 años, se radicaron en Buenos Aires, Santiago del Estero, Tucumán y Salta

 Estas conclusiones surgen de una encuesta que realizó la Comisión Nacional para los Refugiados (Conare) entre julio y agosto pasado sobre 100 casos, de un total de 482 sirios radicados en el país, compuesto por quienes llegaron a partir del 2010 en carácter de refugiados y por los que desembarcaron en Argentina a partir del 2014 con visa humanitaria (en el marco del Programa Siria).

Pese a pertenecer a sectores medios-altos, con aspiraciones de desarrollo profesional, los sirios trabajan en Argentina en empleos informales -para los cuales se encuentran sobrecalificados- como única salida para sortear sus falencias en el dominio del idioma español.

De acuerdo con el estudio realizado en las ciudades de Buenos Aires, Santiago del Estero, Córdoba, San Miguel de Tucumán y Salta, hay un 65 por ciento de varones y un 35 por ciento de mujeres y, de ese grupo, el 80 por ciento cuenta con educación secundaria completa o terciaria.

Además, si bien uno de cada cuatro refugiados egresó de una universidad, traducir en Siria el título universitario al español implica un "alto costo en tiempo y dinero" y su validación en Argentina constituye una de las principales dificultades a la hora de abrirse camino laboralmente, por lo que los negocios comerciales suelen ser la opción de trabajo más frecuente para quienes tienen familiares con locales o emprendimientos en el país.

Si bien el certificado de residencia precaria habilita a trabajar a quienes solicitan el estatuto de refugiado (hasta que concluyan el trámite), muchas veces esto es ignorado en los espacios laborales y para los sirios no queda otra opción que aceptar empleos informales durante el tiempo que demore legalizar su condición en Argentina.

Los encuestados señalaron que acceder a documentación en Argentina constituye el "problema central" porque la falta de DNI "dificulta el acceso a un empleo, a una cuenta bancaria, a una vivienda o a la licencia para conducir", por ejemplo.

Entre las conclusiones arrojadas por los resultados, se desprende que "la ausencia de programas para promover la integración (créditos para proyectos productivos, facilidades para el acceso a una vivienda y planes de trabajo) y de cursos de español resultan aspectos relevantes para la integración de los refugiados sirios en Argentina".

Casi el 65 por ciento de los sirios consultados no podía hablar fluidamente español en una entrevista y esa situación empeoraba entre quienes llegaron al país a partir del 2015 con visa humanitaria: 8 de cada 10 no podían sostener una conversación.

El relevamiento realizado por la Conare, que depende de la Dirección Nacional de Migraciones (DNM), mostró que el 40 por ciento tiene hijos y que dos de cada 10 encuestados tenía por lo menos algún hijo en otro país.

A diferencia de los hombres, que en su mayoría tienen entre 18 y 30 años y son solteros, el rango de edades de las mujeres ronda los 30 años -o más- y el 80 por ciento de ellas está casada.

Los refugiados llegaron mayoritariamente desde Hama y Homs, dos de las 14 gobernaciones sirias, ubicadas en la región central, y desde Damasco, la capital y segunda ciudad más grande del país (detrás de Alepo).

Según el Centro Sirio para la Investigación Política (SCPR), casi 5 millones de sirios buscaron refugio en otros países y cerca de 11 millones (de un total inicial de 22) fueron desplazados a la fuerza de sus lugares de origen.

En este marco, casi 14 millones de sirios perdieron su trabajo en los últimos años. Es decir, la mitad de la población está desocupada.

Grecia, Italia y Hungría son los países que reciben a la mayor cantidad de migrantes, pero a la hora de pedir asilo los sirios optan por Alemania, Hungría y Turquía.

Fuentes consultadas por esta agencia remarcaron que Argentina no es el destino más buscado por los sirios, quienes prefieren permanecer lo más cerca posible de su país natal y, por eso, optan por naciones de Europa. 

Si bien el presidente Mauricio Macri anunció este año la decisión de Argentina de abrir las puertas a unos 3 mil refugiados sirios, la realidad es que hasta ahora suman menos de 500 las solicitudes de asilo entre el 2011 (antes del Programa Siria) y lo que va del 2016, por lo que no hay proyecciones de un aumento sustancial de esa demanda a futuro.

De esta manera, la medida del gobierno, alineada con la agenda internacional de Estados Unidos y Europa, podría tener poco eco en un interés masivo de sirios que aspiren realmente viajar a Argentina. 

Este año Macri marcó el interés de su gobierno en brindar ayuda humanitaria a Siria en varias oportunidades. La más simbólica fue durante su primera participación en la ONU, que recibió elogios de parte del presidente norteamericano Barack Obama.

El conflicto en Siria, un país dividido en múltiples porciones dominadas por grupos antagónicos, se inició casi seis años atrás cuando movimientos sociales empezaron a reclamar por un sistema más igualitario y por sus derechos, que consideraban menoscabados.

El enfrentamiento armado, que se originó luego de que las protestas populares fueran reprimidas por el régimen sirio, ya causó cerca de 500 mil muertes, según organizaciones humanitarias internacionales.

El gobierno de Vladimir Putin, Irán y el grupo libanés Hezbollah apoyan al régimen del chiita Bashar Al-Assad frente a las milicias opositoras sunnitas, pero en el 2014 el Estado Islámico (EI) proclamó un califato y profundizó los enfrentamientos en Siria contra todo el resto de los partícipes de la guerra (chiítas, sunnitas, kurdos, grupos vinculados a Al-Qaeda y fuerzas internacionales).

Estados Unidos lidera -junto a Gran Bretaña, Francia y otros aliados- una coalición que proclama aspirar a derrotar al EI en Siria y que negoció con Rusia efímeras treguas que fracasaron.

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