El rock fue más fuerte que el clima

El rock fue más fuerte que el clima
A lo largo de tres días, el inmenso predio del Aeródromo de Santa María de Punilla recibió a más de 120 mil personas.
El rock no se detuvo ante nada. Ni la lluvia del primer día, ni el frío y el barro del segundo, ni siquiera el sol tardío del cierre pudieron con el fanatismo de una marejada de gente famélica de rock, que con frondosos vagabundeos por este pequeño reino del rock emplazado en las sierras cordobesas, vivieron la experiencia de ir de aquí a allá, en busca del elixir que solamente pueden proveer las guitarras eléctricas y un buen solo de batería.

Fueron más de 120 mil personas en tres días, que justamente iban de aquí a allá porque la actividad del Cosquín Rock 2014 estaba dividida en cuatro escenarios, lo que obligaba a trajinar por todo el predio: ir a las zonas de descanso, locales con venta de comida, la disquería, la carpa con proyecciones, una vuelta al mundo, un toro mecánico, una tirolesa y una manada de stand promocionales, todo disperso en el territorio del Aeródromo de Santa María de Punilla.

Esta nueva edición del festival arrancó el sábado amenazado por el clima, pero desde temprano la gente se dedicó a reconocer los escenarios en el marco un clima festivo y jovial. En el principal, la primera gran aparición del día uno fue, sin dudas, León Gieco, que invitó a subir a los chicos de Infierno 18 y juntos tocaron "Pensar en nada" y "En el país de la libertad", hasta que a través de los parlantes se escuchó: "Esta canción se la dediqué a Charly hace mucho tiempo", frase que anunciaba el inicio de "Los Salieris de Charly". Se retiró con "El fantasma de Canterville", para dejarle el escenario a Dante Spinetta y Emmanuel Horvilleur, los Illya Kuryaki & The Valderramas, que con los primeros dos acordes pusieron a bailar a todos los presentes. Recorrieron sobre todo el multipremiado Chances, su último disco.

En otro tablado, el nivel de la tarde estuvo, además, marcado por muy buenas bandas en ascenso, como los eclécticos Cultivo, los electrónicos cordobeses París París Musique y Guauchos, un quinteto de rock folklórico formoseño.

La "sorpresa" fue a las nueve de la noche, en el escenario temático: tras un telón blanco apareció la tambaleante humanidad del Pity Álvarez y sus Viejas Locas. Cuando sonaron los primeros acordes de "El árbol de la vida" el frenesí exploto y el cantante demostró todo su carisma como frontman. Luego vino "Hermanos de sangre" y saludó a sus feligreses. "¡Buen día, cuánta gente que hay, guau!", dijo, para luego despacharse con "Me gustas mucho". El show, donde repasó también varias canciones de Intoxicados, siguió y ni la suave lluvia que caía a esa hora pudo apagar los acordes de "Fuego", uno de los hits más festejados.

La lluvia intensa comenzó cuando Skay Beilinson y su banda Los Fakires recorrían sus temas y los del recuerdo ricotero, como "El pibe de los astilleros", "Ji Ji Ji" y "La hija del fletero", aportando su talento a esta primera jornada.

El último en tocar fue Charly García. Su recital, dividido en dos bloques, fue un evento para el recuerdo, con canciones como "Nos siguen pegando abajo", "Demoliendo hoteles", "Pasajera en trance" y "Desarma y sangra", todas ellas éxitos del gran héroe del rock nacional. Los puntos altos del concierto probablemente haya que buscarlos en los invitados: el encuentro cumbre de Pity Álvarez con García fue para hacer una versión más rockera de "La sal no sala" y un rato después Nito Mestre apareció a través de la pantalla gigante (vía Skype) para "Instituciones".

Cuando se fue Charly no quedaba más nada de rock, aunque la fiesta electrónica con Cata Spinetta (como nombre más relevante entre los pasadiscos) amenizó el lugar hasta bien entrada la madrugada

DOMINGO. Ya al alba, del segundo día de festival sólo se esperaban luchas encarnizadas en el barro y una merma en el público, pero la música le ganó al barro. Eruca Sativa, la banda cordobesa, amenizó la tarde con su potencia y por la noche compartió escenario en dos temas como invitados de la banda siguiente. Recién pasadas las 20, cuando el sol se iba, Catupecu Machu irrumpió en el escenario principal e hizo un breve recorrido por sus temas más reconocidos, dedicados a Luis Alberto Spinetta y Gustavo Cerati. La banda integrada por Fernando Ruiz Díaz, Agustín Rocino, Martín "Macabre" González y Sebastián Cáceres abrió la noche con "Y lo que quiero es que pises sin el suelo", uno de sus grandes éxitos. Las dos últimas canciones fueron la pegadiza "A veces vuelvo" y, "Dale", esta última junto a los Eruca.

Más tarde todo fue perreo y gritos alocados: los portorriqueños de Calle 13, que habían estallado Ferro la noche anterior, dieron un show que cumplió con las expectativas. Fue un recital más que energético, donde hicieron 16 temas sin bajarle el nivel a la emoción, la energía ni las buenas vibras. Esa misma noche tocó Almafuerte, como cierre del día metalero en el escenario temático, frente a un público donde se encontraron los típicos fanáticos de Ricardo Iorio y su verborragia incontinente, y más de un curioso.

El cierre de Almafuerte fue mágico, ya que el cantante y el Tano Marciello, con su criolla, entregaron bajo una luz simple varias chacareras y zambas de la cosecha de ambos, del repertorio de José Larralde, Atahualpa Yupanqui y Jorge Cafrune. Mientras tanto, en el escenario principal cerraba Las Pelotas con un recital de 22 temas, que terminó junto al "Negro" García López y Fernando Ruiz Díaz, que rememoraron la vieja época de Sumo y entonaron los acordes de "El ojo blindado", con la que se clausuraron la segunda noche de este tradicional encuentro rockero cordobés.

DOMINGO. En la última jornada el sol volvió y maridó perfectamente con el día de reggae. Entre los más aplaudidos estuvieron los marplatenses de Rondamon, Zona Ganjah y Nonpalidece.

Por su parte, sólo con cinco temas, Raly Barrionuevo demostó que lo folkórico puede ser tan potente como el rock, dándole otra dimensión al festival. También tocaron Salta La Banca, Guasones y La Vela Puerca, que fueron el epicentro de la fiesta rockera.

Para la hora del set de Babasónicos, una multitud ya ocupaba buena parte de la zona central del Aeródromo. El grupo comandado por Adrián Dárgelos subió a escena minutos antes de las 23, dando el mejor show desde lo escénico. "El baile de Odín", "Sin mi diablo" y "Microdancing" fue la triada de canciones elegidas para un comienzo demoledor.

La noche terminó con los bailes alocados del cantante Ciro Martinez, que recorrió todos los temas de Ciro y los Persas. Ese fue el final, por ahora, porque el rock no se detiene ante nada y sólo busca un nuevo lugar para continuar su designio. «

Película ricotera

Es verdad, la perspectiva de Solari brilla por su ausencia, pero es una hora ycuarenta de recibir información específica, muchas imágenes inéditas y un torrente de testimonios que aportan data para los fanáticos.

En el documental El alucinante viaje de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, que se estrenó en Cosquín Rock en su primera jornada, se puede hacer un repaso visual y testimonial por los orígenes de los Redondos. Es un proyecto de unos jóvenes entusiastas, la compañía Comando Luddista, que dedicaron ocho años de investigación y recopilación, para retratar la genesis ricotera. Tiene mucho material inédito de Guillermo Beilinson.

El factor posca

En las dos presentaciones que tuvo, recibió aplausos y risas por doquier en salas llenas de rockeros. El set cómico de Favio Posca fue de los más concurrido, celebrado y novedoso de esta edición del Cosquín Rock. Con un show de una hora, íntegramente armado con extractos de esketches previamente testeados en sus espectáculos unipersonales, el actor arremetió contra los curiosos e impacientes que se acercaron a verlo.

La propuesta tuvo una impronta rockera presente, tanto por la desfachatez e incorrección política del texto humorístico, como a su vez en el aspecto musical, donde se notó una inclinación hacia una propuesta que contenga también canciones, cosa que no es ajena en el universo Posca, lo que se resolvió con soltura y naturalidad.

También fuerza bruta

Otro de los grandes atractivos de la masa deambulante entre un escenario musical y otro fue el show de Fuerza Bruta. El público completó el cupo de 200 personas por show en sus cuatro presentaciones diarias durante las tres jornadas, causando un revuelo y acumulación de gente alrededor de su espacio asignado para la tarea artística.

"El año pasado fue nuestro primer intento de hacer algo al aire libre, pero esta año ya tenemos experiencia, así que todo es más fácil", comentó tras bambalinas el director del espectáculo, quien eligió tres escenas seleccionadas para adaptarlas de su show tradicional a este formato festivalero.

“Creo además que nosotros aportamos desde lo musical, con nuestro sonido electrónico, más allá potencia de las imágenes que le damos a los espectadores, que si bien no son el público que sigue a Fuerza Bruta, salen chochos de nuestros shows" dijo. Y agregó: "Estar rodeado de tanta música nos nutre.”

Sorpresas en el escenario temático

Fueron tres días en los que el escenario temático, ubicado en lo más recóndito del predio, permitió tener una panorámica de las tribus rockeras más identificables. En un principio, confluyeron en un escenario todos los representantes del rock barrial, para luego dejar el paso al metal, y el último día dejar que la vibra reggae deje su huella. Esa propuesta permitió el constante intercambio de público, y que os curiosos despejen su curiosidad en más de un caso.

La primera noche subieron al escenario bandas como Cielo Razzo, La Berizzo, Los Gardelitos y El Bordo, pero la joya de la noche inaugural en este escenario fue la presentación sorpresa de Pity Álvarez con Viejas Locas, demostrando por qué se ganó un lugar entre los grandes rockeros argentinos. El segundo día, cuando el metal se adueñó de todo, los platos fuertes fueron el inconfundible sonido trash de Horcas y la potencia de Almafuerte, con Ricardo Iorio y su particular visión de la vida al frente de una jornada de fraseo ronco y guitarras distorsionadas.

Por último, la temática reggae fue la más convocante, con grupos como Nonpalidece, Dread Mar I, Zona Ganjah y Dancing Mood, que hicieron mover las cabezas al son jamaiquino durante toda la jornada final.

{muy bien}

Raly Barrionuevo

La gran revelación. Con mucho más rock que otros, Raly fue uno de los artistas que más sorprendió en el escenario principal, cuando el tercer día tuvo una aparición vespertina tan fugaz como efectiva, si nos guiamos por la ovación final. Abrió con sus temas más folklóricos, pero terminó a todo rock, pero a lo largo del show se echaron ribetes de funk y reggae. "Yo hago así mis canciones; no es que preparé algo especial. Mi música tiene de por sí esa fusión, que tiene algo de rock, pero no es algo buscado", comentó el músico, que gusta de estos "encuentros importantes a los que hay que dar mucho valor, porque no da la posibilidad de llegada a diferentes públicos, gente que no conoce lo que hacemos". Aunque tocó solo cinco temas, lo que dejó gusto a poco, fue suficiente para animar a una audiencia que agradeció la valentía de cruzar de vereda y mostrar lo suyo. "Detrás de todo sólo hay canciones genuinas, que apunten a una fibra sensible. La verdad que no importa de qué genero sean, mientras funcionen desde lo sensitivo", agregó quien se despidió con una versión en guitarra eléctrica de "Hasta siempre", himno guevarista que desató una ovación fina

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