Ricardo Pereyra, titular de la ATP Chaco y contador de la "mafia"

Ricardo Pereyra. En Chaco la evasión fiscal se ejecuta desde el mismo Estado.

La Administración Tributaria Provincial (ATP) de Chaco es comandada por la persona perfecta: hace pagar impuestos a los pobres y exime de cualquier obligación impositiva a los grandes empresarios que son clientes de su estudio contable de avenida Italia y Paraguay, a una cuadra de la AFIP, donde tiene todos los contactos para hacer “zafar” a sus clientes de pagar los impuestos y otros negociados.

De militancia radical, amigo personal de Eduardo Aguilar (tan amigo que le hizo el favor quedándose con su esposa), Ricardo Pereyra fue trasplantado desde la AFIP a la ATP para reemplazar al contador Rubén Pelozo, que era cuestionado puertas adentro por su inclinación sexual. Según decían por entonces, trajeron un “macho” que pusiera en caja a los empleados y al gremio.

Pereyra se tomó en serio el papel y comenzó una persecución sistemática a los empleados de carrera que estaban prestos para las promociones; construyó un organismo a su medida, todos los cargos están ocupados con subrogantes, o sea que nadie estuvo seguro y resultaron ser sumisos y colaborativos con las maniobras de evasión, que es el real negocio del jefe.

El caso “López”

El exitoso empresario de bicicletas que fue un ícono en la campaña política de la presidenta Cristina Kirchner participó de la inauguración de una “fábrica” de que en realidad es una ensambladora de partes que vienen del exterior, más precisamente de China. O sea, un “verso” que sirvió para que la gestión de Jorge Capitanich pudiera mostrar “el crecimiento de la radicación industrial”.

Antes de las elecciones, la Cámara de Comercio eximió a Germán López de una deuda cercana a los $ 400.000 y pudo sacar su libre deuda para presentarse como candidato a presidirla. Una clara maniobra de evasión fiscal promovida desde el mismo organismo tributario y organizado desde el estudio contable de Ricardo Pereyra, el amo y señor de la ATP. López pertenece a la tropa de “empresarios exitosos” que rodean a Capitanich, un equipo conveniente para “mostrar en sociedad”.

El cocinero

Para poder hacer funcionar el plan de evasión, Pereyra se trajo un viejo dibujante impositivo de la AFIP y lo puso como director de Inteligencia Fiscal. Reinaldo Barbosa, de 62 años. El veterano se encarga de hacerle los armados para gambetear el pago de impuestos al Estado: así pergeñaron la famosa “sponsorización” del Club de Regatas, que se transformó en una formidable salidera de dinero y lavado de activos.

La entidad deportiva se benefició de muchos contribuyentes, porque no se les intimaba la deuda detectada de $ 200.000: para mayor “control del negocio” se hicieron nombrar en la comisión directiva del Club y después nombraron a Barbosa entrenador de Vóley Femenino.

Luego de denuncias públicas que describían el escándalo, tuvieron que “intimar” a la entidad dos años después, pero el pozo creció de manera escandalosa y el club se convirtió en deudor por más de $ 2.000.000 y  acreedora del Fisco por una suma similar. El diferendo se arregló “a lo Pereyra”: desde la ATP y con  su asesor legal, Raúl Fernández, que había sido denunciado por coimas tres veces y a quien salvó Carlos Ulrich porque era en el gobierno radical.

El negocio fue creciendo de manera exponencial, claro. ¿Quién podría hacerle la contra? El círculo cierra de manera perfecta, en caso de que “algo falle” tienen las claves del sistema y los empleados acólitos que, para seguir cobrando como jerarquizados, borran los rastros desde las computadoras desde la misma ATP y hacen desaparecer de los sistemas las deudas de “algunos contribuyentes”(los que tranzan en el estudio de Pereyra).

La boleta que se comió la vaca

Fue paradigmático el caso de la jueza que solicitó por exhorto la Boleta de Deuda que habían informado en un juicio y, cuando fueron a los registros, ya había desaparecido; los únicos con acceso al sistema son los directores de Recaudación y Sistemas.

La “joda” de los puestos del interior y los grandes deudores

Quienes van a cubrir guardias a los puestos de control fiscal tienen instrucciones precisas de dejar pasar los camiones del hermano de Capitanich sin controlar el pago ni la documentación del vehículo ni la carga.

Hay muchísimos comprobantes de pagos de los puestos limítrofes que no se rinden y nadie controla, se autorizan a sacar vía web guías a grandes deudores. Un sistema configurado para que el Estado no pueda cobrar los impuestos a la renta extraordinaria, todo comandado desde el mismo Estado, con empleados pagados por el Estado y con todo el equipamiento y la comunicación del mismo Estado ¿Si esto no es corrupción, la corrupción donde está?

Sexo, droga y rock and roll son algunos de los deslices de Pereyra

La impunidad se disfruta con placeres, para eso Ricardo Pereyra trajo como secretaria a la “rubia” de Castelli, Liliana Henstchel, famosa por regentear las finanzas de una casa publica por Juan B. Justo, amiga de un conocido “fabricante de paco” y ligada a lo peor de la noche resistenciana.

De hecho, en su tiempo los vicios la alejaron de las pasarelas en las que transitaba como modelo explotando sus curvas. Propietaria de un físico despampanante pero pasada de edad, se hizo bailantera y cautivó al famoso cantante de la villa “Lluvia”, consumidor empedernido de todas las drogas que circulan en esos lugares.

Así comenzó una tormentosa relación que la llevó más de una vez al hospital por las tundas que le propiciaba su amante, cayó en lo más bajo, la hizo caminar para comprar drogas, de lo contrario venían palizas indescriptibles. Henstchel es la encargada de “hacerle el pete matinal” (como ella misma lo dice) para que Pereyra arranque bien el día, tiene el vicio de tener sexo en la oficina con sus secretarias. “Por sus relaciones con la falopa, es más que una rubia petera –dicen en la ATP, en estricto off the record-, es la mina de la bolsa.

La otra es la jefa de Inteligencia Fiscal, Ornella Allevi, que entró hace un año y desayuna con Pereyra habitualmente. Es petisa, de pelo largo y negro, y se hizo las lolas con las “cometas” del bicicletero López), dicen las malas lenguas.

Allevi compartió militancia en Franja Morada con Pereyra y Eduardo Aguilar en Ciencias Económicas, y ahora participa de las jodas que hacen. Sin tantos atributos físicos, pone la nota porque es la que se para en la mesa y se desviste haciendo un show que se produce cuando el “chupi” se apodera de su espíritu, de acuerdo a lo que revelan desde el interior del organismo.

Pereyra, afecto a las partuzas descontroladas, no tiene miramientos si se trata de sexo, drogas y rock and rol. La folclorista Fernanda Dupuy, que toca con Humberto Falcón, es la encargada de organizar los “encuentros” en su propiedad. Allí dan rienda suelta a sus más alocados anhelos, un verdadero “after office” que se desarrolla con todos los chiches. Vecinos de la finca cuentan que las mujeres salen en estado de avanza ebriedad para tomar los remises.

Pereyra supo armar un verdadero equipo de gatos de alta gama, con abultados sueldos en el Estado. Su complejo físico por la falta de pelos y la edad sólo puede ser superado por el dinero, eso le permite vivir la dolcce ferniente sin culpas, “como todo psicópata”, lo acusan.

Pero las cosas no siempre le son tan fáciles. En una de las acostumbradas “festicholas”, y con un alto grado de alcohol en sangre, uno de sus acólitos aprovechó la borrachera de la contadora Gerarda Nissim y le hizo hacer una fellatio que todos aplaudieron y brindaron. Hasta ahí todo bien, revelaron las fuentes, el asunto se complicó cuando “alguien” le comentó lo sucedido al marido de la ferviente chupadora-

El esposo de Nissim esperó a Pereyra en la vereda de la ATP para pegarle un tiro, situación que fue sofocada por un famoso chupamedias del “jefe”, Diego Ertle, que junto a Nicolás Slimel son los “sindicalistas” elegidos por la patronal para mantener los cargos de privilegios.

La perversiones de Ricardo Pereyra y sus manejos propios de un psicópata solo son comparables con la ralea de Cayo Augusto Germánico, alias “Calígula”: se sale de la norma establecida para caer en la paranoia de creerse un dios y, con ese poder, someter a las personas que están bajo su mando. Así estamos.

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