A río revuelto, ganancia de Alperovich

Lo ocurrido en Alderetes es la muestra de lo que puede pasar en muchos municipios. Diferencias entre la Juventud de Buenos Aires y jóvenes tucumanos. Cita a solas
Hace 10 años la política argentina tenía un sello que se utilizaba según las necesidades. Nunca llegó a ser un movimiento o una fuerza. Era sólo eso un rótulo que lo utilizaba el mejor postor. Juventud política era sinónimo de eso. La gloriosa JP era parte de una canción que se recitaba en los momentos de mayor euforia. En las universidades tenía más sentido hasta que se fue comercializando todo hasta llegar a la compra y venta de voluntades, votos y fidelidades.

Esa era la realidad y lo que estaba guardado en el imaginario de los políticos. En Tucumán cualquiera fuera el Gobierno de turno, la estructura estatal destinada a los jóvenes ni siquiera distinguía edades; cuanto más viejo, mejor, parecía ser el axioma.

El fallecimiento de Néstor Carlos Kirchner destapó una verdad que había pasado inadvertida para muchos dirigentes argentinos. "No nos imaginábamos que era para tanto", es una de las frases que más se escuchaba cuando se veía a los jóvenes llorar, gritar, emocionarse o simplemente rendirle honores al ex presidente, cuando pasaban ante su féretro.

Las escenas no pasaron como el paisaje desde la ventanilla del tren. Los dirigentes se detuvieron ante ellas y reflexionaron. José Alperovich debe haberse preguntado cómo estaba haciendo él los deberes.

En este trabajo no fue el mejor alumno. En el momento de los exámenes tiene algunos machetes que le escribió su ministro "Pirincho"; pero no le alcanza para aprobar.

Las distintas agrupaciones juveniles tienen la sensación de sello y no la pasión desbordante. La política nacional no es igual que la tucumana. Las agrupaciones saben que la acción y el entusiasmo por hacer viene desde Buenos Aires. A veces es el simple desembarco de algún funcionario de tercera categoría que llega en nombre del Incaa para difundir una película y debatir sobre ella.

La mercantilización de la política local amortiguó los reflejos -y la alegría- de los dirigentes provinciales, que esperan el contagio. No alcanza con la militancia cibernética; ellos esperan seguir siendo protagonistas; algo que no supo articular el alperovichismo.

"Es fácil entenderlo. Si aquí en Tucumán tienen que entregar 7.000 becas, llenan un estadio y reparten el beneficio y listo. En cambio, en Buenos Aires se sientan, discuten sobre política y cuentan lo que se quiere hacer. Además entregan las becas". Así define las dos formas de llegar a los jóvenes uno de los dirigentes peronistas asombrados por el magnetismo kirchnerista.

Adelantando el reloj

Así como muchos diputados o legisladores no salen del asombro por la reacción juvenil por la muerte de Kirchner, los chicos no terminan de darse cuenta cómo ellos se convirtieron en el motor que transmite esperanza al kirchnerismo. Los sondeos los llaman a la realidad y les dan la razón. "Si la elección fuera ya, Cristina sería reelecta", confirma cualquier encuestador. Algo impensado antes de la súbita muerte del líder del Peronismo para la Victoria. En esos tiempos -que ya parecen lejanos- la derrota era el fantasma a cazar; en cambio, por estos días en la Casa Rosada se evalúa la opción de adelantar las elecciones. Cuánto antes, mejor.

Cada movimiento de estos es un espectáculo para las distintas fuerzas de la oposición, que lo miran por TV. La comunicación con los jóvenes es una instancia que parece perdida. Tanto es así que muchas figuras o futuros candidatos llegan a los partidos de la mano de sus padres y no por esfuerzo propio. El radicalismo sabe de ese juego nepótico.

La muerte de Kirchner pasó a ser problema central para los partidos opositores. Es más un dilema para ellos que para el oficialismo. "Y ahora que no está Néstor, ¿a quién le tiramos los dardos?" Esa es la cuestión.

Como piloto y copiloto

Los tucumanos vivieron esta semana un gran debate a raíz del cambio de nombre de un sector de la avenida Roca. La necesidad de protagonismo y la ansiedad de los tiempos electorales no dio tiempo a respetar el duelo por Kirchner. Todos quieren aprovechar el momento y capitalizarlo políticamente. Ni con la muerte de Juan Domingo Perón ocurrió este fiebre denominadora que le calentó la cabeza a más de uno.

Ni siquiera esta discusión pudo ser aprovechada por los dirigentes de la oposición que mordieron el polvo de la derrota numérica. Hasta los sondeos eran argumentos a favor y, sin embargo, demostraron su incapacidad e impotencia.

En la Unión Cívica Radical se pusieron de acuerdo en que no se pueden poner de acuerdo. Por eso va a haber acoples o internas. La gran preocupación es cómo cumplir con el cupo femenino. La mayoría de los que se anotaron como candidatos son varones.

La derecha tucumana está más divertida. A los hermanos Bussi, que se llevan entre sí peor que el piloto y el copiloto de Aerolíneas Argentinas, no les queda más remedio que volar juntos si quieren intentar algo en los próximos comicios. Ricardo iría como candidato a gobernador y su hermano Luis José como vice.

En un esfuerzo de imaginación y de egoísmo la lista para legisladores sería encabezada en la capital por el hermano Ricardo; en segundo lugar iría Luis José. El candidato a intendente por la Capital será Claudio Viña, quien también se postulará para ser reelecto concejal en primer término.

Raúl Topa venía conversando con los chicos Bussi -obviamente que por separado, porque no se pueden ni ver entre ellos-, pero el acuerdo podría dejarlo afuera de una candidatura, ya que el tercer lugar le correspondería a una mujer. Otra vez la ley de cupo hace sufrir a los candidatos.

Mientras algunos topistas tratarán de convencer a Ricardo para que vaya por el Oeste, otros analizan qué harán con sus vinculaciones nacionales. Quieren subirse al caballo de Mauricio Macri, pero nadie descarta que el ex senador Pablo Walter se tome algunas revanchas y evite el acercamiento al ex presidente de Boca Juniors.

La ley de la selva

Los distintos partidos de la oposición saben que su futuro depende de Buenos Aires y de lo que haga Alperovich. El margen de maniobra es prácticamente nulo. En cambio, en el alperovichismo las peleas son por porciones concretas de poder. A tal punto que ante la incapacidad de actuar como verdaderos políticos recurren a la ley de la selva. Eso pasó en Alderetes, donde el intendente, Julio Silman -que ni siquiera vive en el municipio que gobierna-, terminó en un vergonzoso enfrentamiento con su antecesor, Aldo Salomón. En la Casa de Gobierno el ministro del Interior Osvaldo Jaldo los llamó para retarlos. Pero todo es una pantomima. La responsable de estos celos y manejos no es otra que la política que está aplicando el gobernador, José Alperovich. Bajo el eslogan "que nadie saque el pie del plato y el único que se debe beneficiar soy yo", el gobernador está fomentando estas reyertas comarcanas. Y Jaldo con su silencio, también.

Se veían venir estos acontecimientos. Lo que pasó en Alderetes se puede repetir en Monteros entre Alberto Olea y Antonio Ruiz Olivares. En Lules se miran con recelo el intendente César Dip y los Castro que se replegaron en la comuna de San Pablo. En Concepción, Osvaldo Morelli siente la presión de Iván Llorens; y el intendente Campos, de Alberdi, ya está arriba del ring a raíz de las fintas que hacen Roque Cativa y Raúl Hadla. Con los opositores no tienen piedad, pero entre ellos tampoco se dan ni un tranco. Yerba Buena es otro ejemplo: Daniel Toledo ha hecho la misma interpretación que el entorno de Cristina y aprovechará los vientos a favor para adelantar su postulación. No obstante, el arquero Ricardo Salomón sabe que Toledo no es intocable, menos si tiene padrinos en la Casa de Gobierno y comparte mates con el secretario privado del gobernador Alberto Kaleñuk.

Mientras el alperovichismo se pelea como perro y gato, Stella Maris Córdoba aprende de las experiencias ajenas. Decidió no subirse a un avión para evitar pasar los papelones que sufrió el diputado Casañas y anoche se subió a ómnibus para estar a tiempo en Buenos Aires. A las 11 de mañana tiene una cita a solas. Cristina le pidió que sea puntual, algo que todavía no ocurrió con el gobernador.

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