Revelan peligroso uso de agroquímicos

En reciente estudio sobre el uso de agroquímicos en la provincia pone de manifiesto el grave riesgo para la salud humana y el ambiente del modelo de producción basado en monocultivos, transgénicos y agrotóxicos al tiempo que revela que se siguen utilizando sustancias químicas prohibidas como el DDT y el Dieldrin y advierte, además, sobre la alta toxicidad de los cultivos hortícolas en invernáculo, una modalidad cada vez más extendida.

El "Relevamiento de la utilización de Agroquímicos en la provincia de Buenos Aires", el primero en su tipo realizado a escala provincial, fue realizado por un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales de la Universidad de La Plata a pedido de la Defensoría del Pueblo bonaerense. 

El estudio, que relevó áreas urbanas, periurbanas y rurales de todas las regiones de la provincia, expone que la agricultura extensiva es "potencialmente más peligrosa" que la actividad ganadera porque demanda muchos más agroquí- micos -en especial el herbicida glifosato- y porque "gran parte del sistema ganadero aún descansa sobre pastizales naturales".

El glifosato quedó en el centro de todas las miradas luego de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ratificara los estudios independientes que advertían sobre su elevada toxicidad y declarara al producto como cancerígeno para animales de laboratorio y "probablemente cancerígeno" en humanos.

 

VERANO 

PELIGROSO

 

El estudio registró, además, que los cultivos de verano (soja, maíz y girasol) entrañan más peligros que los de invierno (trigo, cebada y otros) porque, por su modelo tecnológico predominante, utilizan "mayores cantidades y/o productos con mayor toxicidad que los de invierno".

De hecho, las concentraciones de contaminantes químicos medidos en el aire en verano respecto del invierno son 25 veces superiores, "con máximos de entre 90 y 130 veces más". Es decir, que, en verano, los riesgos de exposición de la población a los agrotóxicos son notablemente mayores.

El trabajo destaca que "el norte, el noroeste y el sudeste" de la provincia de Buenos Aires "presentan valores más altos de peligrosidad, coincidiendo con la zona de dominio agrícola" y pone la lupa específicamente en la pequeña localidad de 30 de Agosto (partido de Trenque Lauquen) y en el distrito de Saladillo, donde se detectó un fuerte incremento estival de endosulfanes "de 50 a 500 veces" más que en invierno. De hecho, los investigadores recomendaron "mantener una vigilancia especial" en 30 de Agosto.

Dentro de los cultivos que más químicos demandan, la soja, que ocupa el 53 por ciento de la superficie cultivable de la provincia, es el más peligroso. "Este muy significativo incremento (de tóxicos en verano) está básicamente explicado por la disparada de dos plaguicidas de amplia utilización para el cultivo de soja: Endosulfán y Clorpirifos", sostiene el informe.

No obstante, se insiste en que "no es la soja, sino el modelo elegido para hacer soja, el que determina la liberación de agroquímicos y su peligrosidad potencial" por lo que se destaca como "indispensable" pensar "en alternativas de producción menos peligrosas". 

De hecho, el debate de fondo disparado por la advertencia de la OMS sobre el glifosato propone un replanteo radical del modelo de agricultura actual que apunta a mayores rendimientos con un uso cada vez más intensivo de agroquí- micos (pesticidas, herbicidas, fungicidas, etc). 

En esa línea, el secretario general a cargo de la Defensoría del Pueblo bonaerense, Marcelo Honores, dijo que "la Defensoría se propone formular una propuesta de articulación entre los diferentes actores implicados en torno a la problemática y promover mesas de trabajo para un uso racional y responsable de los agroquímicos que promueva una agricultura sustentable" y señaló que la investigación "se propuso con el objeto de dimensionar adecuadamente esta realidad vinculada al efectivo ejercicio del derecho a la salud y de gozar de un ambiente sano".

 

USO PROHIBIDO

 

Sin duda, uno de los datos más alarmantes que revela el estudio es que se siguen usando químicos prohibidos desde hace más de 25 años en el país como el DDT y el Dieldrin, empleados como pesticidas en la actividad hortícola. También el endosulfán está prohibido actualmente, pero al momento de recogerse los datos del estudio -entre junio de 2012 y abril de 2013- todavía estaba permitido. 

La presencia de DDT y el Dieldrin "aún persiste en ciertas zonas hortícolas-urbanas", se indica. De hecho, la horticultura, cuyos principales cinturones productivos se ubican en el Gran Buenos Aires, Gran La Plata y Mar del Plata, es una actividad muy intensiva que hace un "alto uso de pesticidas". "En varios cultivos, más del 50 por ciento de los productores utilizan productos de las categorías más tóxicas", afirma el estudio y, como ejemplo, señala que en plantaciones de tomate "se verificó la presencia de más de 60 productos químicos". 

También se advierte que los cultivos hortícolas que se realizan en invernáculo (el 79 por ciento del total se concentra en los alrededores de La Plata) son más nocivos en general que los que se hacen al aire libre ya que requieren una mayor cantidad de químicos.

 

CULTIVOS DE RIESGO

 

La probabilidad de riesgo cancerígeno determinada por la OMS en el caso del glifosato -el herbicida más usado en el mundo- también incluye a otros agrotóxicos. Como advierte el informe de la facultad de Ciencias Agronómicas, los riesgos para las personas que entrañan ciertos químicos -cuando hay exposición crónica incluso a dosis bajas al respirar, beber agua o mediante absorción cutánea- van desde "alteraciones en el sistema nervioso central, carencias en el sistema inmunológico e incluso enfermedades como el cáncer". 

En esa línea, se destaca que los plaguicidas aplicados en el campo y las zonas hortícolas llegan con facilidad a las ciudades aledañas, especialmente en verano por su mayor concentración en el aire. Este punto pone en cuestión el límite de 500 metros de distancia de zonas urbanas para las fumigaciones terrestres que el Gobierno bonaerense impulsa en la modificación del decreto reglamentario de la ley de agroquímicos 10.699. La norma data de 1988, es decir, antes de la introducción de los transgénicos, y sin embargo todavía sigue vigente en la provincia. 

Los cambios que impulsa el Ejecutivo endurecen los límites actuales pero también establecen excepciones "concretas y controladas" en cinturones hortícolas para la aplicación de químicos a menos de 500 metros de distancia, lo que a priori, y a partir de los datos presentados en el informe encargado por la Defensoría del Pueblo, se presenta como un riesgoso permiso.

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