Reunión de emergencia de Temer con su equipo tras el arresto de Cunha

Reunión de emergencia de Temer con su equipo tras el arresto de Cunha

Brasil. El presidente busca atenuar el impacto de la detención, por corrupción, del diputado que armó el juicio a Dilma.

El presidente Michel Temer inició este jueves reuniones de emergencia con los parlamentarios de su partido para conjurar una “desgracia” no prevista: la prisión de Eduardo Cunha, el ex diputado que fue uno de los grandes artífices de su ascenso a la jefatura del Palacio del Planalto. La orden que el gobernante dio a su gente fue concreta. Los instruyó para hacer de cuenta que “aquí no pasó nada” y continuar con la agenda de trabajo. Lo cierto es que la prisión del ex titular de la Cámara de Diputados, que estuvo en ese puesto clave hasta el 7 de julio pasado, produjo un terremoto legislativo. El episodio amenaza con una desbandada de congresistas que, de no ser conjurada a tiempo, podría poner en juego la votación de medidas claves como el congelamiento del gasto público por 20 años.

La decisión de encarcelar al ex legislador, tomada el miércoles por el juez Sergio Moro, produjo notables repercusiones; tanto en el campo del oficialismo como de la oposición. El magistrado se defendió este jueves ante las voces críticas: “Cuando la regla del juego es la corrupción, es preciso admitir que existe un riesgo de reiteración de los delitos” y de allí concluyó que por eso “es preciso acudir a la prisión preventiva”. Sostuvo enfático que Brasil “está en una encrucijada” y exige, por esa razón, “la aplicación rigurosa de la ley ante la corrupción”. Descartó que su actitud pueda compararse con alguna “solución autoritaria” desde que todo se debe realizar dentro del debido proceso y “con respeto a los derechos fundamentales del acusado”.

Pero para el Palacio del Planalto la autodefensa del magistrado no sirve para aliviar las tensiones que generó con su accionar judicial. Lo que analizan ahora Temer y sus ministros es cómo remontar el impacto, a su juicio regresivo, del encarcelamiento de Cunha. El ex diputado tuvo una gran influencia sobre el llamado “centro” de la Cámara Baja, una constelación de bloques políticos que por sí sola aglutinaba más de la mitad de los diputados. El miedo es que esa gran franja de legisladores ahora se aparte del gobierno; que lo “traicionen”. Eso se podrá ver más claramente el próximo martes, cuando los parlamentarios deben votar la legislación que impone el congelamiento del gastos público por dos décadas. Según fuentes de la casa de gobierno en Brasilia, el presidente deberá ocuparse personalmente de hablar, telefónicamente, con los líderes de esas agrupaciones. Y el lunes se reunirá con ellos para calmar ánimos y garantizar el éxito.

Lo cierto es que esa “aplanadora” gubernamental puede no funcionar. Ocurre que Cunha podrá acogerse a la llamada “delación premiada”, que se negocia con el juez y los fiscales a cambio de contar lo que sabe (o al menos parte de lo que sabe). Uno de los que está en la mira del ex parlamentario es Moreira Franco, del núcleo íntimo de Temer. Es secretario ejecutivo del Programa de Sociedades Público Privadas para la inversión. En otros términos, es el hombre destinado a dirigir las futuras privatizaciones. Pero hay otras “piezas” en el camino que podrían ser “volteadas” si Cunha delata. Son también colaboradores estrechos del jefe del Ejecutivo: Renan Calheiros, titular del Senado, y Romero Jucá, senador que en la foto aparece pegado a Temer el día que el ex vicepresidente asumió el comando del país (31 de agosto).

Ambos tienen un peso grande dentro del Senado, como es obvio en el caso de Calheiros, que dirige ese cuerpo. Y lo que buscan ahora es impulsar una ley contra “abusos” judiciales, que en Brasil denominan informalmente como “operación asfixia”. El proyecto, que ingresó en la Cámara Alta, prevé penalizar los llamados “abusos de autoridad”. Aumenta las penas para miembros de la policía federal, de la fiscalía y de los propios jueces, en caso que ellos dejen trascender información de los casos que tienen en sus manos, o que promuevan prisiones con espectacularidad. Tanto Calheiros como Jucá creen que contarán con el apoyo de gran cantidad de legisladores.

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