La reunificación, un mensaje para el 2015

Por Ana Vainman

En un punto, todos los sectores coinciden: que el próximo presidente se encuentre con un movimiento obrero aglutinado y fuerte, y no con uno atomizado.

La tan remanida reunificación de la CGT es un hecho. Más temprano que tarde llegará y la razón es cada vez más clara: mandarle un mensaje al próximo presidente de que se encontrará con un movimiento obrero aglutinado y fuerte, y no con uno atomizado. Los dirigentes no quieren que ese mensaje se interprete como una amenaza pero sí como una muestra de que la unión los beneficiaría y los dejaría mejor parados para negociar con el presidente venidero.

Pero para lograr que ese mensaje llegue al destinatario con la mayor credibilidad posible, los dirigentes saben que tendrán que mostrar que algunas cosas cambiaron. Si no hay ciertas modificaciones, ningún presidente sentirá presión de una CGT unificada. ¿Cómo se llegaría a esa instancia? Con un cambio en el perfil de la CGT. En las discusiones actuales se imaginan una central obrera menos personalista, más democrática y más enfocada en lo gremial y no tanto en lo político.

No hay que ser muy lúcido para saber que, a simple vista, esas consignas no parecen sencillas de cumplir. Y los dirigentes lo saben. Por eso se prestan a explicar cuáles deberían ser las cosas que hay que modificar para llegar a esa nueva CGT. Primero y principal: cambiar las caras visibles. Hasta los más personalistas reconocen que deben dar un paso al costado y dejar que sean otros los que representen al movimiento obrero. Y esos otros deberían ser –admiten– dirigentes jóvenes o por lo menos no tan desgastados como los actuales.

Pero no solo habría que cambiar las caras visibles, sino también la forma de conducción. Desde el grupo de los sindicalistas "independientes" (integrado principalmente por Andrés Rodríguez de UPCN, Gerardo Martínez de UOCRA y José Luis Lingeri de Obras Sanitarias) aseguran que la única manera de lograr una nueva CGT es lograr una conducción colegiada con más de un secretario general. No hablan de cantidad de miembros, pero sí imaginan que la conducción podría estar integrada por un representante de cada uno de los sectores sindicales de peso. Inmediatamente aclaran que no puede repetirse lo que pasó durante el triunvirato que se conformó en julio de 2004 compuesto por el camionero Hugo Moyano, la dirigente de Sanidad Susana Rueda y Lingeri. "(En ese entonces) el liderazgo lo tenía Moyano y Rueda le gritaba desde afuera", recuerda un sindicalista que quiere evitar que se replique esa experiencia. La idea, explican, es que los nuevos dirigentes lleguen con poder real, sin ser "títeres" de los viejos sindicalistas y con posibilidades certeras de hacer pesar sus posiciones en esa conducción colegiada.

Aunque todos los consultados reconocen que un recambio de figuras es necesario (aún los moyanistas que tienen una forma más personalista de ejercer su liderazgo), ninguno se anima a aventurar quiénes podrían ser los nuevos conductores. Sin embargo, hay algunos nombres que empezaron a sonar con fuerza: Andrés Rodríguez (UPCN, que integra la CGT oficialista) y Juan Carlos Schmid (Dragado y Balizamiento, integra la CGT de Moyano) serían dirigentes que sin ser jóvenes y luego de muchos años conduciendo sus gremios podrían aportar su capacidad de diálogo para una futura conducción. Pero además suenan Héctor Daer (Sanidad), quien integra la CGT de Caló y es diputado nacional por el Frente Renovador de Sergio Massa, y Juan Carlos Romero (SMATA), diputado nacional por el Frente para la Victoria, aunque parecería raro que acepte participar ya que los dirigentes más kirchneristas miran con recelo estos nuevos intentos reunificadores. No se descarta que se recurra a caras todavía más jóvenes, como Facundo Moyano (Peajes), aunque algunos dirigentes lo ven como más orientado a su perfil político que a su desarrollo sindical.

CAMBIA, TODO CAMBIA. Es que otro de los puntos que los sindicalistas saben que tienen que cambiar si quieren que el próximo presidente encuentre una CGT unida y fuerte es que hay que separar lo gremial de lo político. En ese sentido, un dirigente del grupo de los independientes fue contundente: "Queremos una CGT que sea representativa y fuerte, pero con fuerza en lo sindical y no como un actor político. Tenemos que dejar las aventuras políticas de lado, desligar las aspiraciones políticas personales de la representación sindical".

Los independientes son muy críticos de las decisiones que tomó Hugo Moyano en materia política. Le cuestionan haber creado su propio partido con fines presidencialistas (que en las últimas elecciones obtuvo sólo el 5,43% de los votos). Los independientes sostienen que Moyano sabe que este intento le costó caro y es por eso que se muestra proclive a una reunificación, aunque eso implique perder poder.

En la misma línea de priorizar lo sindical por sobre lo político, los dirigentes que se están reuniendo para intentar unificar la CGT buscan que la nueva central obrera "no quede tan pegada" al próximo gobierno. La frase suena fuerte, sobre todo pronunciada por un dirigente que no ha tenido problemas en sacarse fotos al lado de la presidenta Cristina Fernández y que le muestra públicamente su apoyo. Ante este señalamiento, el dirigente aclaró: "Los independientes tenemos una decisión que es la de acompañar a este gobierno hasta el último día. Pero eso no implica que no sea necesaria la unidad sindical. La atomización no le conviene a nadie".   

Como era de esperar, estos intentos generaron enojos del titular de la CGT oficialista, Antonio Caló, quien no participó de estos encuentros y que, de progresar la reunificación, perdería su liderazgo. Según relataron, en la última reunión de Consejo Directivo, que se realizó en el sindicato de Taxis, el metalúrgico no ocultó su malestar y dejó en claro que cree que esto implica ponerse en la vereda de enfrente del gobierno. No es el único. Dentro del gobierno y desde otros gremios afines al kirchnerismo también lo creen y ven una suerte de traición en los "independientes", por estar ya pensando en el presidente que venga.

Otra de las incógnitas es qué hará el líder de la CGT Azul y Blanca, Luis Barrionuevo. Los independientes creen que "probablemente se oponga hasta último momento para conseguir la mayor influencia política, pero no es bobo, tiene una gran intuición política. No se va a querer quedar afuera".

Mientras los independientes y los moyanistas intentan la reunificación y ven si logran sumar a Barrionuevo, algunos gremios más afines al kirhcnerismo redoblan su apoyo a la administración de Cristina Fernández. Sindicatos como SADOP, SAT, Publicidad, Federación Gráfica Bonaerense, Imprenta, APINTA, FOETRA y los integrantes de la CTA de los trabajadores (que todavía se recupera de la pérdida de la líder de CTERA, Stella Maldonado) participarán el jueves de la semana que viene de un encuentro que se realizará en Mar del Plata en el que manifestarán la cercanía con el proyecto nacional y popular. Allí también participarán funcionarios y figuras de la política y la economía que buscarán diferenciarse de la ortodoxia económica.

Es poco probable que la reunificación llegue antes de fin de año y se especula con que se dará más cerca de las Primarias de agosto próximo. Pero mientras liman asperezas hacia adentro y se ponen de acuerdo en quién será el que conduzca hacia afuera, los que promuevan la reunificación deberán estar también atentos a no enojar demasiado al gobierno, al que todavía le quedan 14 meses de mandato.

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