Resaltan la experiencia negativa del Grupo Plaza en Bahía Blanca

La empresa de colectivos de los hermanos Cirigliano llegó en 2008 a nuestra ciudad. Cuatro años y medio después, el intendente Gustavo Bevilacqua le rescindió el contrato unilateralmente por los constantes incumplimientos.
La experiencia de la ciudad de Bahía Blanca con el Grupo Plaza fue similar a la santarroseña, aunque allí las críticas contra la empresa se iniciaron ni bien se quedó con la mayor parte de las líneas del transporte público de pasajeros.

Falta de información, recorridos defectuosos, barrios aislados y frecuencias escasas fueron las primeras denuncias que recibió el servicio en manos de los hermanos Cirigliano, apenas se produjo su desembarco en el primer día del año 2008.

A mediados de 2012, la Municipalidad de Bahía Blanca decidió quitarle las concesiones a Plaza (también a la firma Mayo SATA) y dejar las líneas que estaban en su poder en manos de una sociedad anónima con participación estatal mayoritaria (Sapem) y de otra firma, denominada San Gabriel.

Pasivos.

Antes de Plaza, eran siete las empresas que prestaban el servicio, todas de Bahía Blanca. La comuna bahiense les quitó la concesión en un momento en que todas coincidían en la necesidad de aumentar el boleto que en ese momento era de 1,35 pesos. La municipalidad no quería que se produjeran aumento, pero meses después, con el ingreso de Plaza, las subas en las tarifas fueron reiteradas.

Cuatro años y medio después de su desembarco, los incumplimientos al pliego licitatorio por parte del Grupo Plaza obligaron a las autoridades municipales a rescindirle el contrato. Además, otro saldo que dejó el paso de la empresa fue el de la cada vez mayor cantidad de vecinos que descartaron el servicio de micros urbanos como una opción para llegar al trabajo o la escuela, algo similar a lo que viene ocurriendo en Santa Rosa desde antes de la llegada de los Cirigliano y que se profundizó en los últimos dos años.

Los otros pasivos que dejó Plaza fueron un litigio millonario con la municipalidad y decenas de trabajadores sin trabajo, puesto que las empresas que llegaron para reemplazarlo no se hicieron cargo del personal despedido. Esta situación, al parecer, sería diferente en nuestra ciudad, donde las autoridades comunales aseguran que el pliego establecerá claramente que quien se adjudique el servicio deberá tomar al personal de Plaza. Además, la rescisión de común acuerdo alejaría el fantasma del juicio al municipio por parte de la prestadora.

Excusas.

Las excusas que puso la firma de los colectivos rojos en Bahía Blanca a la hora de explicar su deficiente servicio son casi calcadas de las que han expresado en la capital pampeana. En el expediente del juicio que Plaza le inició a la ciudad portuaria por la rescisión unilateral del contrato, pueden leerse las mismas excusas.

Tanto Plaza como Mayo -esta es la otra operadora a la que se le cortó el contrato, la cual manejaba un número menor de líneas- aseguraron que prestaron el servicio sin quejas de los usuarios desde enero de 2008 y durante casi un año, hasta que el municipio hizo un rediseño de los recorridos que aumentó los kilómetros y alteró la relación entre el parque automotor y las distancias. Otro elemento utilizado por Plaza en su defensa fue el de la intransitabilidad de las calles.

Números que dan escalofrío.

Distintos medios periodísticos bahienses publicaron el año pasado datos escalofriantes: cuando el municipio le retiró la concesión, el Grupo Plaza tenía 700 causas judiciales con sentencia firme en su contra. Incluso a los colectivos de Plaza y de Mayo Sata -perteneciente al mismo grupo- se les habían labrado 5.000 multas en cuatro años por incumplimiento de contrato, cambios de horarios en las frecuencias previstas, mal estado de los vehículos y falta de unidades, entre otras causales.

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