Renunció el líder del Partido Socialista español en medio de una severa crisis interna

División en el PSOE. Pedro Sánchez dejó el cargo presionado por la oposición en el Comité Federal, que votó en contra su propuesta de llamar a elecciones internas. Hubo enfrentamientos e incidentes.

Después de la peor crisis interna en la etapa democrática, en el Comité Federal del PSOE se votó una moción presentada por Pedro Sánchez en el orden del día sobre su propuesta para la realización de elecciones internas el 23 de este mes. El secretario general perdió por un contundente 133 a 107 sufragios y presentó su renuncia de inmediato.

Además, el Comité votó en favor de la constitución de una comisión gestora provisional, tal como proponían los críticos de Sánchez, que conducirá el partido por una semana hasta el próximo sábado donde se volverá a reunir el Federal y elegirá una comisión gestora definitiva.

El nombre que más circula como el dirigente de más prestigio es el del presidente de Asturias, Javier Fernández, a quien muchos consideran como muy posible nuevo dirigente principal del PSOE. Aunque también habrá que contar con la poderosa influencia de Susana Díaz, secretaria general de Andalucía.

A la crucial votación de los 253 integrantes del Comité, máxima autoridad partidaria entre Congresos, se llegó después de una jornada dramática, plena de incidentes y enfrentamientos que culminaron cuando la secretaria de los socialistas andaluces, Susana Diaz, tuvo una crisis de llanto.

Sánchez actuó con gran torpeza y falta de escrúpulos que, cuando promovió una votación totalmente irregular provocó la indignación de algunos de sus más importantes partidarios que le reprocharon: “No, no, Pedro. Así no se hacen las cosas”.

Después de varios recesos, jalonados en la sala de debates por todo tipo de enfrentamientos, impugnaciones e ilegalizaciones cruzadas de ambos bandos, se produjo un grave incidente que resultó clave para la derrota de Sánchez.

Subrepticiamente, detrás de una mampara, apareció una urna en la que algunos partidarios de Sánchez comenzaron a votar sobre el congreso extraordinario, punto número dos del orden del día, sin haber advertido a nadie y, lo peor, sin acordar si el comicio se iba a producir en forma secreta o nominal como estaba previsto.

Cuando se conoció la maniobra, el procedimiento ilegal se suspendió de inmediato. Pero, la indignación se desbordó y varios miembros del grupo crítico encontramos muchos apoyos a favor del pedido de una moción de censura contra el secretario general.

La censura encontró 131 firmas favorables, lo que dejó bien claro que Sánchez estaba en minoría. De inmediato los críticos pidieron que se votara la moción, de Sánchez, sobre las elecciones internas que abrían paso a un gobierno extraordinario para los primeros días de noviembre que debía ratificar los resultados.

Como había anticipado el petitorio de moción de censura, el secretario general estaba en minoría por solo 107 votos a favor, 133, más de la mitad, en contra.

En medio de un espeso silencio, después de horas de bochinche, Pedro Sánchez, explicó: “Se ha producido el peor escenario. Para mi ha sido un honor y presento mi dimisión. Es un orgullo ser militante del PSOE”.

En una conferencia de prensa posterior, hizo un llamamiento “a los socialistas de corazón para decirles que hoy más que nunca hay que estar orgullosos de militar en el partido socialista”.

La noticia cayó muy mal entre los centenares de partidarios de Sánchez que rodeaban a la sede central de la calle Ferraz con carteles donde se trataba de “Chivatos” (alcahuetes”) a sus adversarios en especial a Felipe González. También había acusaciones de “fascistas” y contra el apoyo a Mariano Rajoy y el PP mediante una abstención técnica que permita la elección de un gobierno en minoría en una próxima sesión de investidura.

Los resultados en el Federal auguran una votación favorable a la realización de un congreso extraordinario del PSOE para después que se solucione la gobernabilidad de España bien por un gobierno en minoría o por las terceras elecciones en un año a realizarse en la Navidad de este año.

Pero, la consecuencia institucional más importante es que vuelve a abrir las puertas a que se produzca otra votación de investidura de Mariano Rajoy. El bloqueo de la crisis socialistas impedía, entre otros males, que el Rey pudiera convocar a la prescriptiva norma de consultas con los representantes políticos con representación parlamentaria.

No hubiera podido designar a Pedro Sánchez para la consulta porque era interferir en un gravísimo conflicto interno donde se cuestionaba su legalidad como secretario general.

Ahora, este problema queda superado porque los socialistas ven a instalar a otro líder. El planteo de Mariano Rajoy es que lo dejen gobernar aunque sea por minoría. Para ello tiene que ser designado por el monarca como su candidato a la presidencia del ejecutivo. En la primera votación, por mayoría absoluta de 176 diputados, no llegaría a ese nivel y pasar a otra, por mayoría simple, donde gana quien tiene más votos.

Para que se produzca un resultado favorable, Rajoy necesita que se produzcan unas once abstenciones que le puede proporcionar únicamente el PSOE.

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