Renovadas, las milongas conquistaron las calles para quedarse

Renovadas, las milongas conquistaron las calles para quedarse

Un nuevo evento en el calendario porteño En la primera edición de su Noche, hubo clases de baile gratuitas, orquestas en vivo y un show con Raúl Lavié y el Sexteto Mayor.

Aurelia baila el tango como ninguna. Y sería un lugar común para contar una milonga si no fuera porque, dentro de dos meses, Aurelia María Laura Espinillo cumple 100 años. Fue una de las tantas porteñas que ayer no se quiso perder la primera edición de La Noche de las Milongas. Llegó a la Usina del Arte alrededor de las 18 del brazo de su hijo Ricardo y hasta se animó a dar unas vueltas por la pista mientras el público la aplaudía. “Bailaba en la adolescencia, cuando iba a los clubes. ¿El que más me gusta? Todos los tangos”, le contó a Luis Otero, el animador del encuentro. En el auto la esperaba su hermana Haydeé, de apenas 97 años.

Desde las 17, la jornada tanguera tuvo actividades en cuatro puntos de la Ciudad. Hubo clases gratuitas, demostraciones de baile y milongas con orquesta en vivo y DJ’s en La Boca, el Teatro 25 de Mayo (Villa Urquiza) y los parques Chacabuco y Centenario. El gran cierre fue en La Rural, con la presentación de Raúl Lavié, la orquesta Color Tango, los campeones de Tango de Pista y el Sexteto Mayor.

Julia Torone es una de las que se asoman al borde de la pista improvisada sobre la calle Caffarena pero no se anima a bailar. “Me encanta ver tango y escucharlo. Vivo en La Boca y vengo a todas las actividades relacionadas con esta música, no me pierdo ninguna que sea cerca de casa. A veces me parece que el argentino se aleja del tango, no sé por qué”, reflexiona.

En la pista está Gabriel, un londinense que lleva tres días en la Ciudad y ya domina los ocho pasos básicos como un experto. “Es que es bailarín clásico”, comentan los vecinos por lo bajo y el rumor da vuelta la ronda. Otero insiste para que Matías, un alemán, se anime a dar unos pasos. Y ahí está Jessica, una morocha que acepta el desafío y se deja guiar.

Bailan grandes con jóvenes, canosos con pelirrojas, señoras con chicas, chicos con chicos. O esa rubia que después de dar unas cuantas vueltas sobre sus botitas de gamuza con tachas retira de la mochila unos tacazos de charol rojo y, sí, le saca viruta al asfalto.

Llega el momento de la exhibición de Gloria y Eduardo Arquimbau, pareja legendaria del tango porteño. “Son 48 años de casados”, concede él mientras se calza el chambergo con gesto de guapo.

La orquesta típica La Juan D’Arienzo se prepara para La Cumparsita y el público se aprieta. “No se animan las chicas, los chicos tampoco y los viejos menos”, bromea una vecina que sigue el detalle del espectáculo sin soltar su cartera ante la insistencia del conductor. Johana y Federico, de 20 y 21 años, no le hacen caso y siguen dando vueltas con gesto de concentración. Atrás están Martha y Silvia, que a falta de partenaires bailan entre ellas.

“Es una nueva actividad basada en una tradición de Buenos Aires. Estaba La Noche de los Museos, la de las Disquerías y la de las Librerías: era totalmente pertinente la de las Milongas”, dice Hernán Lombardi, ministro de Cultura de la Ciudad. Y agrega: “Lo que más nos importa es la milonga tradicional, la milonga típica, la que había en el origen del tango en los barrios”. Habrá que empezar a practicar cortes y quebradas para la próxima edición.

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