La renovación del peronismo

La renovación del peronismo

Las elecciones internas del FPV han marcado el inicio de la renovación del peronismo, una realidad que vino para quedarse y que tiene muy nerviosos a los intendentes

Dentro de las más altas esferas del FPV nunca pensaron que estaban despertando a un león dormido. Cuando la desesperación por el portazo de Florencio Randazzo habilitó la interna dentro del peronismo de la provincia de Buenos Aires, nunca pensaron que en la historia del movimiento popular se jugaría tanto en tan poco tiempo.

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner no tenía otra opción que bajar a la fórmula de Florencio Randazzo de la contienda nacional; “El Flaco” no levantaba en las encuestas, y un triunfo de Scioli ponía en riesgo la hegemonía del kirchnerismo. Ante el débil frente interno no se podía dar una señal de derrota; si perdía Randazzo, perdía la Presidenta, y Scioli se erigía como único candidato a la Presidencia con perfil propio; algo que nunca iban a dejar que ocurriera dentro del FPV, donde Scioli siempre fue resistido.

Desde hacía seis meses Gabriel Mariotto venía pregonando que debían dejar una sola fórmula nacional, Scioli Presidente y Randazzo Gobernador, lo que le valió muchas críticas por semejante osadía; se había animado a pensar que todos podían encolumnarse dentro de un mismo espacio. Pero, como pasa siempre, el tiempo le dio la razón, el FPV no logró instalar ningún candidato propio a la Gobernación y el operativo salvación se ponía en marcha; había que bajar al “Flaco”, el único con imagen positiva en la Provin-cia, así evitaban la derrota a manos de Scioli.

Lo que nadie esperaba era el portazo de Randazzo. Fue un cimbronazo directo

al corazón del movimiento. Cómo podía alguien rechazar la gobernación de la provincia de Buenos Aires, cuando era seguro ganador.

Pero la sorpresa les hizo cometer un grave error: habilitar las internas dentro del peronismo, algo siempre anhelado pero nunca esperado. Un regalo del cielo que vino a

calmar la desazón de los intendentes.

Planteada la interna peronista, los caciques del Conurbano empezaron con el operativo maquillaje. “Hay que disimular la interna para que nadie se dé cuenta de lo que está en juego”, rezaban por lo bajo; aunque con el correr de las semanas todo quedó de

manifiesto, y hoy, en el Gobierno nacional ya tomaron nota de que despertaron a un león dormido. Cometieron el error de despertar al peronismo, un error que puede

costar caro a los sueños kirchneristas.

El peronismo juega con dos fórmulas, bien distintas y con matices muy diferenciados. Por un lado, Aníbal Fernández y Martín Sabatella, una fórmula resistida por la gran mayoría de los intendentes del peronismo. No por Aníbal Fernández, en quien reconocen que es un hombre de la militancia, que ha luchado contra molinos de viento, un cuadro surgido de las entrañas del Conurbano profundo, pero que nadie olvida que los mandó a meterse la marchita en lo más profundo de su corazón.

La oposición está feliz de tener un contrincante como Aníbal, al cual van a denunciar como el garante del consumo de las drogas legales; un regalo de campaña que nadie esperaba. Los intendentes del interior bonaerense ven peligrar sus intendencias, porque cuando salgan a pegar en los spots de campaña con “usted elige: vote DROGAS SI o DROGAS NO”, se les va a poner muy difícil defender la boleta. Incluso aquellos que vienen muy ajustados en las encuestas saben que en esta situación tiene muchas más chances de perder la elección que de ganarla.

Los intendentes del peronismo siguen muy enojados con el titular de Nuevo Encuentro porque siempre les armó listas colectoras en los distritos, y lo señalan como responsable de la derrota de Néstor Kirchner en 2009. Tenerlo como vicegobernador con una caja de $ 1.400.000.000 anuales para hacer política es un peligro. Los muchachos del peronismo están preocupados.

La fórmula de Julián Domínguez y Fernando Espinoza representa, en principio, mucho más al peronismo; uno del interior y otro del Conurbano profundo. Nadie puede decir que el binomio no es fiel representante del movimiento popular, y que, como manifestó Hugo Curto, “es la fórmula del peronismo”.

Dentro del sciolismo están muy preocupados con la elección, ya que si gana la dupla Domínguez - Espinoza no les causa daño, no les suma votos pero tampoco no les resta; sólo juega la impronta de Daniel Scioli, contra un Macri muy golpeado y un Massa que no levanta en las encuestas.

Si vence la fórmula Fernández - Sabbatella, dicen que se les complica, por cuanto el ataque de la oposición a la figura de Aníbal Fernández centrado en el tema drogas es difícil de remontar, y les ocasionaría una merma de entre 4 y 5 puntos en los comicios, lo que pondría en riesgo la candidatura presidencial de Scioli.

A esto hay que sumarle que si gana Fernández, en La Matanza, el distrito más popular del Conurbano, la boleta en octubre no estaría con el nombre de Fernando Espinoza, y el resultado de las elecciones sería incierto; el nombre “Espinoza” es sinónimo de 350.000 votos, un caudal electoral que en el sciolismo no quieren perder.

El Gobernador mandó en un principio a su gabinete a hacer equilibrio en las dos fórmulas; orden que no cumplieron en su entorno. Alberto Pérez tiene su corazón puesto en Aníbal Fernández, y muchos integrantes del gabinete, en Julián Domínguez; aunque en los últimos días el propio Scioli comenzó a inclinar la balanza hacia Domínguez - Espinoza, por una ne-cesidad estratégica: no quiere perder la Presidencia.

Al despertar al león dormido dentro del peronismo abrieron las puertas, sin quererlo, de la renovación, una palabra muy temida en el FPV, porque la interna despeja dudas, el que gana conduce y el que pierde acompaña; pero esta vez, el que gane conducirá los destinos no sólo de la Provincia, sino también del peronismo.

Si triunfa Aníbal, sería el único conductor del movimiento popular, ya que su segundo no pertenece a las huestes del partido. Si las predicciones del sciolismo son ciertas, Aníbal Fernández sería Gobernador y Scioli podría perder la Presidencia. En ese esquema Aníbal sería el líder indiscutido de la nueva renovación del peronismo por los próximos años, donde el kirchnerismo no tendría lugar.

El ganador debería armar rápidamente su estructura, y nadie duda de la capacidad del quilmeño de organizar las orgas de gestión y partidarias. La provincia de Buenos Aires podría ser el único refugio del aparato peronista. El poder del partido quedaría en un solo hombre.

En cambio, si gana la fórmula Domínguez - Espinoza, el poder quedaría más dividido: Domínguez a cargo de la Gobernación, Espinoza a cargo de la poderosa estructura del Partido Justicialista, y Daniel Scioli con muchas chances de ser Presidente. Nadie tendría el poder absoluto, sino que estaría más disperso, con posibilidad de juego para todos.

Lo que todos tienen en claro es que, al haber internas, nadie que no juegue en las elecciones tiene derecho a pedir nada. Días pasados, uno de los candidatos recibió el pedido de un alto funcionario del kirchnerismo: “Si ganás guardame unos lugares para mi gente”. La respuesta, impensada para el kirchnerismo, fue: “Si querés cargos salí en televisión diciendo que soy tu candidato; si no, no, no hay nada para vos. No me estás regalando la Gobernación, me mandaron a jugar con los leones; si yo gano, yo pongo mi gente”.

El funcionario tomó conciencia en ese momento de que estaban complicados, que el dedo presidencial no sería tan lineal, y que no habría obediencia debida en la etapa que viene. El funcionario se fue con un panorama sombrío, pensando que sus tiempos de gloria estaban llegando a su fin. Tenía que empezar a hacer política en serio, algo a lo que ya no estaba acostumbrado.

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