De acuerdo al relato de candidatos y militantes y a la propia observación directa de este cronista, puede hablarse a esta hora del desarrollo de acontecimientos reñidos con la buena práctica democrática.

Si bien los hechos verificados quizás no alcancen entidad suficiente como catalogarlos de irregularidades graves, lo cierto es que Bolívar registra un incesante movimiento de automóviles identificados con simbología preparada al efecto, remises y combis que, más que facilitar la llegada de la gente al comicio, revelan una práctica de “acarreo” que en algunos lugares del país está terminantemente prohibida.

Así lo revela, por ejemplo, un despacho de la Agencia TELAM, que da cuenta que, en Tucumán, la Gendarmería Nacional advirtió que secuestrará a los remises que se presten a esta actividad y detendrá a los choferes.

Los periodistas, de recorrida por los distintos centros de votación, pudimos enterarnos de discusiones que se generaron a la hora de recibir las urnas, toda vez que los “urneros” designados en muchos casos responden a una tendencia política definida y pública, hecho que provocó severos malestares.

En la puerta de la ENET y en la del ex Colegio Nacional, pudimos observar militantes partidarios, identificados con brazaletes de color amarillo, oficiando de RRPP. Se trata de personas que reciben a los votantes y los acompañan a verificar su inclusión en los padrones con la intención evidente de influir en el último instante de decisión del sufragante.

También a las puertas del ex Colegio Nacional fuimos interceptados por un joven realizando un “boca de urna”. Refirió trabajar para la consultora Prisa, con sede en la ciudad de La Plata. Infringía, de este modo, la normativa que señala que este tipo de prácticas debe desarrollarse como mínimo a 80 metros del lugar de votación.

Son todos hechos que, sumados a los cambios ya informados en relación a las tareas de escrutinio, le dan a este comicio un tono contrastante con el espíritu de fiesta democrática que vive el ciudadano común.