El remisero imputado por el crimen de Aguirre no declaró, pero su amigo lo incriminó

Ayer al mediodía, Luis Morales, el automovilista de 28 años que se entregó por el crimen de Gastón Aguirre, de 17, se negó a declarar.

Sin embargo, Alberto Andrada, un amigo que fue detenido por encubrimiento sí lo hizo e incriminó al conductor que el miércoles pasado mató de una cuchillada al adolescente en el barrio San Nicolás.

El caso, investigado por el fiscal Eduardo Barrionuevo de la Unidad de Graves Atentados contra las Personas (GAP), conmocionó a los vecinos de esa barriada, pues el adolescente asesinado no tuvo que ver con el incidente sino intervino en defensa de una vecina, cuando fue acuchillado.

Según lo informado por fuentes judiciales, ayer a la mañana se realizó el control de audiencia de ambos detenidos, oportunidad en que los imputados son invitados a prestar declaración indagatoria. Morales, representado por el abogado Corvalán, prefirió el silencio, mientras que Aranda hizo lo contrario.

En su relato de lo sucedido, Aranda reconoció que es amigo de Morales, quien se desempeña de remisero ilegal.

Contó que alrededor de la 1:30 del miércoles, el acusado lo llamó y le pidió ayuda, por lo que se encontró con el mismo.

Agregó que junto a Morales, quien se movilizaba en una motocicleta, fueron hasta las márgenes del río Arenales, a la altura del puente sobre la avenida Chile, donde arrojaron una bolsa en la que estaba el cuchillo y un buzo rojo del acusado. Aranda explicó que luego Morales le dijo que se iba a refugiar en la ciudad de General Güemes, tras lo cual regresó a su casa alrededor de las 6:30, donde recién supo que el incidente, en realidad, se trataba de un crimen, pues su amigo sólo le había dicho que tuvo un altercado con otro conductor, pero no imaginó que sería algo grave.

El amigo relató que entonces llamó a Morales y volvió a reunirse con el mismo en Güemes, en una estación de servicio de esa ciudad. Aranda indicó que llegó al lugar de encuentro en un automóvil, circunstancias en que su amigo le pidió que lo llevará hasta Catamarca, donde pensaba esconderse. Lejos de acceder a ese pedido, Aranda afirmó que habló con Morales hasta que lo convenció de que se entregara a la Policía, trasladándolo nuevamente a esta ciudad donde Morales se presentó junto a un abogado en la Central de Policía, indicando que se había mandado una macana.

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