Rellenos faciales: se practican 26 millones por año, pero pueden no ser inocuos

Rellenos faciales: se practican 26 millones por año, pero pueden no ser inocuos

Sociedades científicas advierten sobre su incorrecta aplicación por parte de profesionales no especializados; las complicaciones pueden variar desde alergias hasta problemas neurológicos

 

Hace 15 años María Mendoza decidió realizarse su primer tratamiento estético. La búsqueda del especialista indicado fue extensa, acudió a varias consultas hasta que decidió ingresar a la página de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora (Sacper). Sin saberlo, hizo lo correcto: los procedimientos estéticos anexos a las cirugías plásticas tales como los rellenos faciales son sustancias que suavizan temporalmente las arrugas cuando se los inyecta en la piel, pero no son inocuos.

"El índice de complicaciones de inyección intravascular inadvertida de rellenos a nivel facial es 1 en 1000 -explica el doctor Pérez Rivera, miembro titular de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (Isaps)-. Por año se realizan 26.000.000 de aplicaciones en todo el mundo, lo que significa que hay que poder atacar los problemas que aparezcan con la prontitud necesaria, pero para ello es preciso tener los conocimientos y el producto específico. En el caso de que la complicación llegue a la arteria oftálmica o retiniana (1 en 1 millón) se necesitará la ayuda de un oftalmólogo para poder resolver el cuadro".

La motivación en general para la aplicación de los rellenos faciales es estética, pero hay casos en que estos sirven para modificar defectos de nacimiento, corregir tumores que se han sacado de la cara o imperfecciones que se han adquirido por algún traumatismo.

María cuenta: "Concurrí a la entrevista en un consultorio médico, no era un biombo, no estaba escondido, eso me dio confianza y seguridad. Desde ese momento me hice varios tratamientos. Una de las veces sufrí una infección en la boca, volví al consultorio y mi médico me indicó un fármaco, ahí confirmé la importancia de que el profesional pueda resolver cualquier imprevisto. Yo recibo un montón de cupones para aplicarte cosas a bajo costo, pero ¿quién garantiza que no te generen un problema de por vida?".

 

Los rellenos faciales podrían no ser inocuos Fuente: Archivo - Crédito: Fernando Massobrio

 

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Las sociedades científicas de todo el mundo enfrentan el mismo problema: odontólogos, esteticistas y peluqueros, entre otros, realizan procedimientos médicos sin control ni conocimiento anatómico, utilizando productos que no están aprobados por las autoridades sanitarias locales (la Anmat, en la Argentina).

"Aplicar un relleno suele ser muy tentador para cualquier persona no especializada, porque es una jeringa pequeña con una agujita, parece una pavada, pero si lo aplica alguien que no sabe hacerlo correctamente, puede causar un daño muy grande. Se convirtió en un flagelo, por eso estamos intentando concientizar sobre este problema -relata Pedro Bistoletti, presidente de la Sociedad de Cirugía Plástica de Buenos Aires (Scpba)-. Muchas veces, el desconocimiento anatómico hace que el resultado de la aplicación sea antiestético, cause necrosis (muerte de ese tejido por falta de irrigación), alergias, infecciones y hasta problemas neurológicos. Un médico plástico o dermatólogo sabe cómo y dónde aplicar, pero sobre todo sabe qué hacer frente a una complicación, ya sea quirúrgica o clínica".

Los inconvenientes por inyecciones de rellenos y toxinas botulínicas van en aumento y los especialistas consideran que las causas de los efectos adversos son discutibles. Por un lado, se dan porque año tras año aumenta la cantidad de procedimientos de manera exponencial y, por otro, porque cada vez son más las personas que los realizan sin entrenamiento ni capacitación.

 

Una epidemia

 

"Las complicaciones con todo lo que sean sustancias de relleno pueden ser agudas en el momento de la aplicación o tener efectos más tardíos -explica Lucila Mangas, médica legista, especialista en cirugía plástica y reparadora-. Los más graves son los que se producen en el momento de la inyección cuando, por negligencia, impericia o desconocimiento de la anatomía, el producto se introduce dentro de una arteria, vena o vaso, y de esa manera se altera la circulación de una determinada zona. Esto produce una necrosis. A veces, eso pasa en una zona cercana a la colocación y otras, en un área alejada. No solo hay que saber inyectar, sino que hay que poder manejar la complicación. Nadie está exento porque la red vascular del rostro es muy amplia, no hay una zona 100% segura de aplicación; lo importante es saber manejarla. Hay que tener el antídoto en el consultorio, saber diluirlo, dosificarlo, prepararlo y aplicarlo para prevenir una complicación grave."

Este tipo de procedimientos son muy valorados porque se obtienen grandes resultados sin someterse a una intervención quirúrgica, pero no son inocuos. Muchos de los productos se pueden conseguir en cualquier plataforma de compra y venta online pero ¿quién garantiza su origen? En este sentido, también es importante destacar que a la hora de elegir un médico para realizarse un procedimiento se recomienda consultar con las sociedades médicas específicas, ya que en ellas se congrega la mayoría de los especialistas, son las que dan cursos de capacitación, organizan simposios y congresos, y evalúan a sus colegas. No siempre la "fama" da garantía de idoneidad, por lo que es preciso concurrir al lugar correcto.

En manos expertas

 

Tratamiento difundido. Es vital que lo realice un especialista

 

 

Fuente: LA NACION

 

El paso del tiempo produce la reabsorción de tejidos en áreas faciales tales como pómulos, mejillas y labios. Así, la piel pierde sus apoyos en estructuras anatómicas profundas. La medicina estética y reparadora utiliza materiales biocompatibles para corregir arrugas y surcos, o para dar volumen y devolver un aspecto juvenil a la cara. Pero por su aparente facilidad, muchas veces estos procedimientos son ofrecidos por personas no especializadas. Según alertan los especialistas, esto aumenta el riesgo de efectos adversos.

 

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