El referéndum kelper en las Malvinas concluyó con previsible triunfo del Sí

El referéndum kelper en las Malvinas concluyó con previsible triunfo del Sí
El 99,8% de los habitantes británicos de las islas se pronunció a favor de seguir bajo el dominio inglés. Hubo tres votos en contra y 132 isleños prefirieron no participar. Las cifras frustraron el plan de Londres de un pronunciamiento monolítico. Clima de festejo acotado.
Claudio Mardones

Fue un mensaje para Buenos Aires, pero también para Londres. Luego de dos días de votación, 1513 habitantes de las Islas Malvinas votaron a favor de mantener el Archipiélago del Atlántico Sur como territorio británico de ultramar, un estatus político que Gran Bretaña mantiene sobre otros 13 territorios alrededor del mundo. La cifra, significó el 99,8% de los 1517 votos considerados válidos por el escrutinio que cerró anoche, a las 22:30 en el Town Hall de Puerto Stanley. Frente a 200 personas, y 60 periodistas de distintas partes del mundo, Keith Padget, jefe del referéndum por el estatus político de las "Falkland Islands" agregó que, además de la previsible mayoría de la votación, hubo tres votos en contra de la dependencia inglesa. Una cifra que totaliza el 0,2% de las boletas válidas.

Esos 1517 sufragios positivos, significan el 92% de un padrón integrado por 1649 kelpers habilitados para participar de un plebiscito que fue organizado desde el año pasado por Londres e implementado por el gobierno colonial que desplegó durante 48 horas urnas móviles, fijas, e incluso trasladadas por el servicio aéreo de la corona británica (FIGAS).

Las cifras, por fuera del número esperado por la corona británica, no sólo contaron con tres votos contra la dependencia inglesa, sino con otros 132 habitantes que no participaron del proceso electoral. Pero la geografía plebiscitaria, que sólo fue monitoreada por la cuestionada Misión Internacional de Observación del Referéndum, también agregó una boleta rechazada y otro voto, efectivo, que no fue contabilizado.

Tras la lectura del funcionario isleño, acompañado por el aplauso de los asistentes locales, el jefe de la misión, el canadiense Brad Smith, concretó la tarea específica de la visita que encabezó junto a diez "observadores", sin relación alguna con las Naciones Unidas. "Es nuestra conclusión que el proceso del referendo fue libre y justo, y refleja la voluntad democrática de las Islas Malvinas. La misión ha concluido que el proceso de votacíón fue ejecutado de acuerdo con las normas internacionales y las leyes locales, con un proceso que fue técnicamente sólido", remarcó, solemne el canadiense, sin mencionar en ningún momento que los kelpers pueden votar, de acuerdo a la legislación colonial, sin presentar documento alguno, y hasta enviando una persona en su nombre para concretar el sufragio.

Tras el rito previsible, pero esperado desde el año pasado por los isleños, el gobernador de la corona británica en Malvinas, Nigel Haylwood, dijo a los medios argentinos presentes en el Town Hall, que el resultado "será presentado ante las Naciones Unidas y otros países del mundo", en directa referencia al gobierno argentino, y ante los Estados Unidos, que hace 15 días se negó a respaldar abiertamente el planteo del plebiscito, a pesar del pedido del jefe del Foreign Office, William Hague.

La liturgia electiva en ningún momento contó con el guiño de la ONU ni de su Comité de Descolonización. Sin embargo, en las calles de Puerto Stanley, ese obstáculo crucial fue ignorado. Desde las 22, el clima era de fiesta sobre la Ross Road, y especialmente al lado de la Catedral Anglicana del pueblo, ubicada a una cuadra del Town Hall. El festejo, para las dimensiones de dos islas con 2500 habitantes parecía masivo, pero no sumaba más de 100 personas que empezaron a concentrarse, mientras en los parlantes resonaba la canción "No llores por mí Argentina", banda musical de una película en homenaje a Eva Perón. En ese mismo lugar, luego del anuncio de los resultados, antes de la medianoche, la pequeña concentración volvió a juntarse, bajo cuatro colmillos gigantes de ballena, vestidos de banderas inglesas, mientras gritaban "yes, yes, yes". Luego, bajo un frío cercano a las temperaturas bajo cero, cantaron el himno británico, y "Good Save the Queen", en una demostración de fervor colonial que pocas veces se puede apreciar en Londres.

La escena fue el cierre de un proceso que comenzó el año pasado. Pero que, en estos últimos días, maquilló a Stanley para descontracturarlo y mostrarlo menos verde olivo que de costumbre. Desde el sábado pasado, los aviones de la Royal Air Force, estacionados habitualmente en las pistas de la base militar de Mount Pleasant, fueron discretamente escondidos de la mirada de la prensa internacional. La orden incluyó la ausencia de las tropas que recorren el pueblo, e incluso, el ocultamiento de los cañones activos apostados sobre la costa. Curiosa paradoja para un territorio donde uno de los mayores obstáculos para las ilusiones de independencia kelper tienen que ver con los enormes costos militares de la presencia británica, algo que, los habitantes de las Falklands, reconocen como un costo "impagable".

"Estamos bajo el paraguas de Gran Bretaña, pero cuando podamos Mount Pleasant avanzaremos hacia la independización", se ilusionaron entre las paredes del Town Hall. "Dependemos sólo en la seguridad, pero todo lo demás lo pagamos nosotros", agregó otro kelper que presenció el escrutinio, mientras se abrazaba de júbilo en medio del salón.

Con los resultados en sus manos, el gobierno isleño retomará una ofensiva diplomática con Naciones Unidas, con Argentina y también con el gobierno británico. La señal, no sólo implicará un nuevo rechazo contra Buenos Aires, también una advertencia para Londres, para que no los vuelva a dejar solos y no repita los intentos que hizo la corona en 1974, cuando intentó entregarle el archipiélago a un Juan Domingo Perón, por entonces en los últimos días de su vida. Esos recuerdos, que le erizan el pelo a los viejos kelpers, han quedado enterrados para siempre desde ayer. Ahora, la nueva ofensiva, dicen en las calles de Stanley, será construir una universidad, y avanzar, lentamente, en un proceso contra la desaprobación de las Naciones Unidas, y también de Buenos Aires. Al parecer, los últimos 30 años de aislamiento de las Falklands, ingresaron en una nueva etapa, incierta, pero con 1517 votos que buscarán sacar a las islas de la insignificancia internacional a la que volverán a partir de hoy, cuando el mundo concentre su atención en el cónclave comenzará desde este mediodía para elegir nuevo Papa. La ventana de breve atención global sobre Malvinas ha concluido, de la manera más previsible, y con un resultado cantado. «

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