Peñarol tuvo un primer tiempo de bajo vuelo ofensivo. Como hacía tiempo no se lo veía, lució errático y sin respuestas en conjunto. Acaso la no participación de Leo Gutiérrez dentro de esa estructura se hizo sentir, y especialmente la carencia de una individualidad que pueda resolver lo que por equipo no salía.

El equipo marplatense apenas anoto 11 puntos en 12 minutos, un guarismo sorprendente. Para situarse abajo 11-18 a tres minutos del segundo cuarto. Los problemas eran varios pero las evidencias era la carencia del rebote defensivo para poder cerrar bien su propio canasto. Además en ataque hubo un exceso del tiro de tres puntos (0/10 en triples), ya no como recurso sino como único sistema. Hubo un reingreso de Franco Giorgetti para empezar a cambiar un poco el humor.

El conjunto colombiano tomó la máxima de 21-13 hasta que por fin aparecieron los tiros de tres puntos para el milrayitas que en los últimos cuatro minutos del segundo cuarto consiguió 4/4 en triples con dos de Weigand y Sosa para cerrar solo abajo 31-35 en los primeros 20 minutos.

En Búcaros sobresalía otra vez Maurice Carter quien ya había dado cátedras de puntos ante el local la jornada anterior y metió nada menos que 23 en la etapa inicial de los 35 de su equipo. No tenia quien lo secunde y la defensa de Peñarol no podía contenerlo.

Pero el tercer cuarto fue muy distinto. Lo ganó Peñarol 32-15 y fue el quiebre del partido. Todo tuvo que ver Facundo Campazzo, un jugador que se erige como distinto, marcando un ritmo de juego difícil de alcanzar. No hubo para la defensa colombiana nadie con capacidad individual de frenarlo ni la fortaleza grupal de poder defenderlo en bloque.

El base del “Milrayitas” aportó nada menos que 25 puntos de los 32 de su equipo en el segmento. Hizo goles de contraataque, de tres, de uno contra uno, asistió, robó. No le faltó nada. Fue un recital de Campazzo que va dejando su estela en un camino que tiene futuro lejos de la Argentina.

Cuando pasó al frente por cuatro (42-38) la única preocupación para Peñarol era que erraba los triples mientras Búcaros erraba las bandejas (tres sin oposición). Ese momento de quiebre del juego se decanto porque los colombianos no tuvieron la fortaleza mental para seguir peleando. Se desinflaron ante el persistente ataque de Campazzo al aro rival. Hubo un dominio psicológico evidente del momento de Peñarol cuando logro dominar a Carter sin que los compañeros pudieran aparecer. El conjunto argentino, pudo sostener (vía Campazzo) la sequia de de Leo Gutiérrez (1/7 en triples) que no podía meterla y que jugó solamente el tercer cuarto.

Ese tercer cuarto fue tan demoledor que Peñarol desde allí no hizo más que dominar y terminar lo que sembró en la defensa conteniendo a Carter. Todo el último cuarto fue un monologo ante la incapacidad de reacción de los colombianos.

Con esta victoria el conjunto marplatense aseguró depender de sí mismo para asegurarse el pase ante el local Importadora Alvarado este jueves a las 23 de argentina.