La rebelión palestina crece y pone en vilo a la región

Nuevos ataques con cuchillos y armas de fuego dejaron tres muertos; Netanyahu prometió responder

JERUSALÉN.- La ola de violencia entre israelíes y palestinos que comenzó a principios de mes ganó ayer nuevas alturas en la encrespada ciudad de Jerusalén, donde sobresalió el dramático asalto a un colectivo de línea que dejó dos pasajeros muertos y otros 16 heridos, en medio de lo que activistas palestinos declararon un "día de ira". El premier israelí, Benjamin Netanyahu, prometió responder con contundencia.

El incidente del ómnibus erizó la piel de los israelíes, al evocar los levantamientos sostenidos y radicalizados contra la ocupación de los territorios palestinos en las décadas de 1980 y 2000, las dos intifadas, cuando el transporte público era blanco favorito de los ataques armados.

Dos hombres abrieron fuego y comenzaron a acuchillar a los pasajeros de un ómnibus de la línea 78 del barrio judío de Arman Hanatziv, en Jerusalén Este. La policía disparó contra los dos atacantes; uno murió y el otro resultó herido.

Según varios testimonios, uno de los atacantes usó un arma de fuego, y el otro, un cuchillo. "Yo estaba en mi casa y oí 20 o 30 disparos intercambiados entre la policía y los terroristas", dijo un residente, a condición de anonimato.

En otro ataque en la misma ciudad, también vinculado al transporte, un hombre estrelló su vehículo contra una parada de ómnibus, salió del coche y comenzó a apuñalar a los que esperaban en la garita con un cuchillo de carnicero. El saldo fue de un muerto y dos heridos antes de que la policía derribara al agresor.

Y la furia continuaba. Por esas horas se sucedieron otros dos ataques separados con arma blanca en Raanana, cerca de Tel Aviv, en los que resultaron heridos un hombre y una mujer israelíes, respectivamente. En ambos casos, los agresores fueron reducidos y detenidos.

Los palestinos habían llamado a celebrar un "día de ira" -que en los hechos se tradujo en protestas y en agresiones aisladas-, mientras los árabes israelíes convocaron a una huelga general en señal de solidaridad. Miles de personas de esa minoría, que representa el 17,5% de la población israelí, se concentraron en la localidad de Sajnin, en el norte de Israel, donde sus líderes denunciaron la "incitación al odio" de parte del gobierno israelí.

También se registraron enfrentamientos entre jóvenes palestinos y fuerzas de seguridad israelíes, en los que murió un palestino en la localidad de Belén y fueron heridos otros 120, unos 80 en Cisjordania y cerca de 40 en Gaza. Allí, en la Franja de Gaza, unos mil jóvenes lanzaron piedras y bombas molotov contra el punto de acceso de Erez, una suerte de fortaleza israelí situada en la barrera de seguridad que rodea el territorio palestino.

Ánimos caldeados

Israel y los territorios palestinos viven una oleada de ataques con arma blanca y disturbios y enfrentamientos entre palestinos y fuerzas de seguridad israelíes en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, que en dos semanas causó en total la muerte de 30 palestinos y siete israelíes. Además, resultaron heridos más de 1400 palestinos y cerca de medio centenar de israelíes.

Los ánimos se encendieron a partir de una disputa por los derechos de visita y oración en la Explanada de las Mezquitas en la Ciudad Vieja de Jerusalén, en un ciclo de violencia que crece de manera ininterrumpida desde el 1° de octubre, cuando desconocidos palestinos encerraron y mataron a una pareja de colonos israelíes que viajaba con sus hijos en una ruta de Cisjordania.

Según medios israelíes, cerca del 80% de los palestinos que perpetraron ataques en estas dos semanas de violencia proceden de Jerusalén Este, lo que llevó al alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, a pedir ayer al gobierno el cierre de los barrios árabes en la parte ocupada de la ciudad.

El primer ministro Netanyahu sostuvo una reunión de emergencia con su gabinete para analizar la situación, donde advirtió que su país "ajustará cuentas con los asesinos, con los que intentan asesinar y con los que los asistan", y anunció "una serie de medidas audaces para acabar con la incitación y el terrorismo".

Según la televisión israelí, el gobierno de Netanyahu estudia destacar tropas del ejército en Jerusalén, rodear los barrios palestinos de esta ciudad con fuerzas de seguridad, demoler las viviendas de los agresores y revocar los derechos de residencia de sus familiares.

"Hay que aplicar un cierre completo y frenar la salida de terroristas", dijo el alcalde Barkat. "Es posible hacer ese cierre, ésa es mi recomendación a las fuerzas de seguridad, y así lo creen ellos también."

Ante la espiral de violencia, desde el cuartel general de la ONU en Nueva York, el secretario general Ban Ki-moon criticó el "uso aparentemente excesivo de la fuerza" de los soldados israelíes en Cisjordania y pidió al gobierno israelí que se ocupe del tema. Ban condenó "todos los actos de terrorismo a los que asistimos en Israel y Palestina", declaró su vocero, Stéphane Dujarric. Pero agregó que "el uso aparentemente excesivo de la fuerza por las fuerzas de seguridad israelíes también es preocupante y debe ser examinado seriamente".

Este uso de la fuerza "contribuye a agravar la situación, lo que lleva a un círculo vicioso de inútil derramamiento de sangre". La "frustración de la juventud" palestina ante la ocupación israelí y "la falta de perspectiva política de solución del conflicto también juegan un rol nefasto", agregó Dujarric, al subrayar uno de los aspectos centrales del largo enfrentamiento.

Agencias EFE, AFP y DPA

del editor: cómo sigue. Netanyahu se encuentra ante un gran dilema: cómo detener esta "intifada de cuchillos" sin provocar un conflicto mayor que desestabilice aún más la región.

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