La grieta que divide al peronismo mendocino reapareció con fuerza este lunes, en el comienzo de una semana que puede ser agitada para el principal partido de la oposición.

De hecho, hoy al mediodía, los diputados y senadores del justicialismo tendrán una reunión de "coordinación de trabajo". Es cierto que diputados y senadores se han mostrado descoordinados en algunos temas y tienen que afinar estrategias. Pero detrás de esta consigna amigable, algunos hablan de fortalecerse para afrontar al bando contrario: los intendentes del propio partido.

Es que el justicialismo arrancó este lunes en medio de una controversia generada por la votación del nuevo convenio colectivo de trabajo del Instituto de Juegos y Casinos, que puso en el centro de la escena la confrontación entre intendentes y legisladores.

Los diputados peronistas decidieron no dar quorum a la sesión especial para evitar que el oficialismo pudiera obtener su ley, pero para mantenerse en esta postura, debieron resistir la presión de los jefes comunales propios, que pedían que hicieran lo contrario.

No era la primera vez que el Gobierno acudía a su arma preferida para doblegar al PJ: la relación directa de Alfredo Cornejo con "el peronismo que gobierna". 

Los intendentes, hasta aquí, han metido una presión efectiva en la tropa justicialista para que salgan las leyes que quiere el Poder Ejecutivo.

En el justicialismo hay varias opiniones frente a este problema. Los legisladores que no responden a ningún intendente quieren hacerse fuertes para resistir la embestida oficialista desde las bancas. 

Esto implica "sacarles la presión" a Alejandro Bermejo, Jorge Giménez y Emir Félix, de liderar al partido en los debates más importantes. Aunque esto implique, en realidad, recortar el poder que ellos tienen en la toma de decisiones.

Pero no hay que olvidar que muchos de los senadores y diputados justicialistas responden directamente a los intendentes aludidos. La duda es en qué bando se van a colocar ellos. 

Una ley clave

El enfrentamiento entre legisladores e intendentes es reflejo de una crisis interna que el peronismo no logra solucionar desde la derrota electoral del año pasado. 

El único que gana con esta división es Cornejo, que tarde o temprano logra sacar las leyes que quiere. Y la de Casinos es central para mantener su poder: es uno de los símbolos de su batalla contra los gremios estatales.

Cornejo también tiene problemas en su propia tropa. Ayer fue un día de reproches hacia adentro en la UCR, ya que la ausencia del massista Guillermo Pereyra hizo fracasar de nuevo al gobernador en la sanción de un convenio que le quita privilegios a los sindicalistas del organismo que maneja el juego oficial.

La curiosa aparición del polifuncionario Néstor Majul en la Legislatura puede ser reflejo de que a Cornejo le faltan operadores en ese ámbito, que es más difícil que el del Senado.

Desde anoche el radicalismo evalúa nuevas estrategias para darle a Cornejo la ley que tanto quiere. Esto ocurriría a más tardar a comienzos de la próxima semana, ya que la oposición no puede utilizar para siempre el arma de no dar quorum para eludir el debate. 

La Constitución dice en este sentido que, al tercer llamado a una sesión especial que fracasa por el quorum, ya no hace falta sentar a la mayoría en el recinto para sacar una ley.

El jefe del bloque, César Biffi, sostuvo ayer que "es responsabilidad de toda la oposición" dar el debate de Casinos. 

Es decir que, en las próximas sesiones, el foco no va a estar en el aliado y sindicalista del CEC, a esta altura imposible de convencer de que apoye al oficialismo en este proyecto, sino en las divisiones del justicialismo.

Los problemas del PJ

Ese peronismo tiene problemas a resolver en el corto y mediano plazo, más allá de esta ley. 

En el almuerzo de hoy deberá decidir no solamente qué hace con la ley de Casinos. También podría discutir si se abroquela o no en defensa del fiscal Daniel Carniello, cuya suerte se definiría el jueves en el Jury de Enjuciamiento.

Los peronistas unidos a su favor y el apoyo de la Corte constituyen la tabla de salvación para Carniello, a quien el gobernador le pidió la renuncia semanas atrás. Si hay divisiones en el PJ, la situación del fiscal sería muy compleja.

Estas divisiones ya aparecieron en votaciones previas del interminable caso Carniello, donde los legisladores peronistas que responden a los hermanos Félix votaron con el oficialismo, en lugar de respaldar la postura del resto del PJ y la Corte.

A mediano plazo, en tanto, el problema es la votación del próximo presupuesto provincial. El Gobierno ya anticipó que la pauta de gastos de 2017 será deficitaria y hay justicialistas que empiezan a vislumbrar un fuerte conflicto interno por el nivel de endeudamiento que reclamará Cornejo.

Esta controversia fue blanqueada el fin de semana pasado por el jefe del bloque de diputados del PJ, Javier Cofano. El legislador sostuvo que el Gobierno debería acotar el déficit, pero a la vez reconoció que no sabía si el peronismo se iba a poder poner de acuerdo en una postura.

Los peronistas están convencido de que Cornejo pedirá al menos 5.000 millones de pesos de endeudamiento para 2017 y todavía recuerdan con rencor como el actual gobernador le restringía la toma de créditos al fallido Paco Pérez.

Que puedan acotar o no el endeudamiento del año que viene podría depender, una vez más, del diálogo de Cornejo con los intendentes, a quienes los legisladores de su partido critican por lo bajo: "¿Qué le sacan a Cornejo, alguna obra? No puede ser que le den todo sólo para recibir la coparticipación", se quejaba anoche uno de los animadores del almuerzo peronista previsto para hoy.