Las 100 razones de La Cámpora para cerrar con Bruera

Las 100 razones de La Cámpora para cerrar con Bruera
A fines del año pasado y tras las el duro golpe que el bruerismo recibió en las elecciones de octubre, parecía que realmente se le venía la noche al intendente platense cuando el Frente Renovador coqueteó con apoyar al concejal progresista Gastón Crespo para la presidencia del Concejo Deliberante. Bruera, rápido de reflejos, llamó por teléfono a Tigre y consiguió la pipa de la paz, dejando atrás cualquier otro intento y descolocando sorpresivamente a los ultra K, que buscaban –agrandados por la buena elección- subordinar la estrategia oficialista.

Así, Bruera logró imponer a Pedro Borgini, un sindicalista que por su actividad tiene reporte a Massa pero es a la vez de relación estrecha con el jefe comunal, fundamentalmente en el armado local. De esta forma, el intendente logró paralizar el conflicto en el Concejo.

Después de esa gran frustración que recibieron los ultra K, hubo un cambio de estrategia, en el cual los grandes protagonistas de esta nueva posible configuración del armado del poder legislativo platense serían los concejales Martín Alaniz y Guillermo “Nano” Cara. Todo en el marco de una fuerte tensión adentro del bloque K, porque ya a fines del año pasado, desde el entorno del titular Sebastián Tangorra se había anunciado que no iba a seguir presidiendo el bloque: quería dar un paso al costado para poder sumar su experiencia desde otro lado y no quedar expuesto en determinadas situaciones.

En este contexto, una de las posibilidades que se barajan es que la ex cabeza de lista y decana de la facultad de Periodismo Florencia Saintout ocupe su lugar, marcando y consolidando un espacio propio.

Todo esto ya había entrado en discusión por parte de La Cámpora. En tiempos de la campaña, la agrupación de Máximo Kirchner había buscado desinflar la tensión con Bruera, al que ya no se lo consideraba tan traidor como en años anteriores. Incluso hasta se temió por un boicot contra la campaña de Saintout para favorecer de alguna manera al oficialismo platense, que no hicieran un papelón en octubre, que hagan una elección digna y que no se ponga en juego la gobernabilidad del mandatario municipal.

Esas señales camporistas se redoblaron a partir de este año. Hubo un episodio clave, hace pocos días: al ver la confrontación que se generó entre el bruerismo y Samid por el Mercado Central en el marco del control por los Precios Cuidados, Alaniz gestionó la reunión –de la cual poca información circuló- entre Bruera y el jefe de Gabinete nacional Jorge Capitanich.

Aquel fue tal vez el golpe más duro que hizo descolocar a Saintout, porque La Cámpora platense fue la encargada de llevar a Bruera a la Rosada, que hacía meses que no era recibido por ningún miembro del Gabinete de Cristina.

La cuestión es que todos los capítulos de esta historia tienen una explicación oculta. La Cámpora decidió poner en crisis el armado kirchnerista porque negoció 100 contratos en la Municipalidad de la capital provincial. Esas son las 100 razones; 50 para el espacio que conduce Cara y 50 cincuenta para Alaniz.

La reflexión ultra K es que “quedan solamente 2 años; no podemos seguir construyendo desde el llano: sin caja no podemos hacer política” y que “si en la Rosada no echaron a Bruera, nosotros tampoco lo vamos a echar”. Estas son las justificaciones que brindan al momento de plantear que lo que hay que llevar a cabo es el armado de un interbloque con el bruerismo.

Y esto deja en soledad a Florencia Saintout, que hasta estaría analizando pedir una licencia en el Concejo para no quedar expuesta después de todas las cosas que desde su espacio hicieron y dijeron contra el intendente platense durante la campaña, incluso hasta haciendo una jugada arriesgada infiltrando propaganda partidaria dentro del diario oficialista El Día.

De esta forma hay quienes se animan a decir que se va a volver a repetir “el papelón de Kibo Carlotto en 2011”, cuando en aquel momento el hijo de Estela llevó adelante un “antibruerismo” manifiesto día a día previo a octubre, en donde se lo acusó de “traidor”, y que luego de fracasar en la elección las críticas se dieron vueltas, también con contratos de por medio, entregando en definitiva el armado político. Hoy, el secretario de Derechos Humanos de Daniel Scioli no tiene ni local ni agrupación propia que lo respalden.

La conclusión, a la larga, es que al parecer la política de Bruera de obturar el desarrollo del resto de los espacios políticos termina siendo más que efectiva. Esto, con el aliciente poco feliz de ser un intendente que tiene en su haber 67 muertos producto de la inundación, con toda la responsabilidad que le pesa por ser la cabeza del Municipio. Sumado también al bajísimo porcentaje obtenido en las últimas elecciones encabezadas por su hermano Gabriel.

Bruera logra tener a todos los actores políticos de la ciudad en vilo de su armado -que para el común de la gente es inexistente y que en la calle rechaza-. Otro paralelismo que trazan varios es con el ex jefe de Gabinete porteño Aníbal Ibarra tras la tragedia de Cromañón, pero ni antes en el sistema político nacional ni tampoco ahora en el local se dieron cuenta de eso.

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