La secretaria de Interior británica, Theresa May, se convertirá mañana en la primera ministra de Gran Bretaña, después de que su única rival, la secretaria de Energía, Andrea Leadsom, se retirara de la carrera por el cargo. El anunció llegó de la boca del premier renunciante, el conservador David Cameron, quien decidió dar un paso al costado tras el golpe recibido por el resultado a favor del Brexit.

“Tendremos una nueva primera ministra en ese edificio detrás de mí, el miércoles por la noche”, dijo Cameron a los periodistas que hacían guardia ante la residencia de Downing Street y agregó que mantendrá su última sesión de preguntas como primer ministro en el Parlamento mañana, antes de reunirse con la Reina Isabel II para renunciar a su cargo.

La secretaria Leadsom informó que se retiraba de la candidatura ante la prensa, en Londres, sólo cuatro días después de haber sido seleccionada por los diputados para competir como futura líder del Partido Conservador y por el cargo de primera ministra británica. Su renuncia se produjo tras el escándalo provocado por unas declaraciones en las que sostenía que el hecho de ser madre le daba ventaja sobre May, que no tiene hijos.

Reconociendo que May cuenta con mayor apoyo por parte de los parlamentarios ‘tories’, Leadsom se alineó ahora detrás de ella. “Se encuentra idealmente posicionada para poner en marcha el Brexit de la mejor manera posible para los británicos, y prometió que lo hará”, declaró la secretaria de Estado.

Es el giro más reciente del torbellino político desatado por el referendo del Brexit. Al día siguiente de la consulta, Cameron anunció su renuncia, lo que dio lugar a la contienda por la sucesión. Los candidatos más prominentes –incluidos los promotores de la salida Boris Johnson y Michael Gove– quedaron en el camino entre denuncias de traición e intrigas.

May y Leadsom tenían que dirimir el liderazgo del Partido Conservador en una votación para la que estaban convocados los 150.000 adherentes de la agrupación, por lo que esta renuncia dejó a May el camino libre para suceder a Cameron, quien anunció su renuncia el 24 de junio, poco después de la derrota en referendo sobre la permanencia en la Unión Europea (UE).

Respecto de este tema, May fue cambiando sus posturas. Comenzó como euroescéptica y luego se pasó al campo de los partidarios por mantenerse en la UE durante la campaña para el referendo. Pero ayer despejó cualquier duda informando que respetará la victoria de los proBrexit, dejando pocas esperanza a aquellos que reclaman una segunda consulta.

“No sabría ser más clara: no habrá un intento para mantenernos en la UE”, dijo en una declaración realizada en Birmingham, en el centro de Inglaterra. “Brexit significa Brexit. Nosotros lo haremos con éxito”, insistió quien está a punto de convertirse en la segunda mujer primer ministro del país.

En ese sentido, May quiso destacar que tiene la necesidad “de negociar el mejor acuerdo para el Reino Unido que sale de la UE, y el establecimiento de un nuevo rol para el país en el mundo”.

En el ámbito económico, el ministro de Finanzas, George Osborne, viajaba este lunes a Nueva York para convencer a sus interlocutores de la voluntad de su país de mantener un clima favorable a los negocios a pesar del Brexit, lo que luego reiterará en China y Singapur.

Ahora, la Reina invitará a May a formar gobierno, un acto ceremonial pero parte de las costumbres de cambio de gobierno. Esta mujer de 59 años es uno de los miembros más experimentados del gabinete de Cameron, el cual integra hace seis años. También supo ser la presidenta del partido en un breve lapso entre 2002 y 2003.

Mientras los destinos se alineaban para los conservadores, la guerra sacude a la oposición laborista, después de que la diputada Angela Eagle anunciara su candidatura para desplazar a Jeremy Corbyn, actual líder de la formación, muy criticado por su pasiva postura durante el referendo.

Triunfalmente elegido en septiembre al frente del “labour” gracias a los votos de los militantes, Corbyn no logró imponerse entre varios dirigentes del partido, que lo consideran ubicado demasiado a la izquierda, e incapaz de ganar las elecciones legislativas. Las críticas se redoblaron en las últimas semanas, con el voto de una moción de confianza de los diputados laboristas y la renuncia de los dos tercios de su gabinete de trabajo.