Rajoy pidió el apoyo de todos los partidos para salir de la parálisis política

Rajoy pidió el apoyo de todos los partidos para salir de la parálisis política

El presidente en funciones se presentó en la Cámara de Diputados para pedirles su voto. Pero no cuenta por ahora con los sufragios suficientes para formar gobierno.

 

 

Mariano Rajoy no vibró este martes, ni sedujo a muchos diputados cuyos votos le son imprescindibles para obtener la confianza de la Cámara Baja y formar gobierno. Lo fundamental, insistió, es terminar con el bloqueo institucional que ya ha originado dos elecciones generales sin resultados positivos. Advirtió sobre las “consecuencias de extrema gravedad” en la economía y en una situación política cada vez más crispada.

Un gobierno del PP, encabezado por el presidente del gobierno en funciones, es “el único que puede garantizar un Ejecutivo estable, moderado y eficaz”, sostuvo.

“No tenemos ninguna razón después de este discurso para votar por Rajoy ni confiar en un ejecutivo del PP”, comentó el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, al finalizar la alocución del líder conservador, abriendo el procedimiento de la investidura.

Los partidarios de Rajoy lo apoyaron de inmediato. Para los demás se trató de una intervención decepcionante. Incluso su aliado principal, Albert Rivera, líder de los liberales de Ciudadanos declaró que esperaba una intervención más persuasiva.

Entre los comentaristas hubo coincidencia en que la actitud de Rajoy implicaba reconocer que no tiene los apoyos suficientes para ganar este miércoles la primera votación por mayoría absoluta. El PP reúne 137 escaños, más 32 de Ciudadanos y una diputada de Coalición Canarias. Son 170 en total o sea que faltan 6 diputados para la mayoría absoluta.

El conservador ya ha admitido varias veces que su futuro está en manos del PSOE y sus 85 representantes. De no triunfar el miércoles se iría a una segunda votación el viernes. Esta vez el escrutinio será por mayoría simple, o sea que gana quien reúne más votos positivos que negativos.

Los socialistas se niegan en redondo a cualquier apoyo. Rajoy reconoce que para poder ganar necesita al menos once abstenciones que solo le puede proporcionar el PSOE. Si pierde es el trámite definitivo porque la Cámara de Diputados rechaza el encargo del Rey para que Rajoy forme gobierno.

El postulante en su alocución trazó un panorama muy positivo de la situación económica y destacó el valor del pacto entre el PP y Ciudadanos. Pero advirtió que todo dependía del resultado de la votación. "Es evidente que no basta con estos acuerdos para completar una mayoría suficiente. Esto equivale a decir que el futuro inmediato de España está pendiente de lo que se decida en este debate", precisó.

Pero al candidato le faltaba vigor, explosión, una idea cierta de España, una visión. El País comentó: “Rajoy ha leído un discurso de trámite, casi idéntico a todos los anteriores, sin darle el alma y la trascendencia que merece un debate de investidura tan distinto de todos los demás y con un resultado tan previsto y tan sombrío, en un contexto de bloqueo político”.

Como se esperaba, Rajoy agitó con fiereza la posibilidad de que esta prolongación de la parálisis institucional desemboque en la convocatoria a otras elecciones generales, las terceras en un año. Para peor, el calendario en marcha fija el 25 de diciembre, Navidad, como fecha de los comicios.

Señaló que si continúa el actual bloqueo “no habrá gobierno ni oposición”. Esta situación podrá perjudicar lo avanzado de la recuperación “y podría traducirse en sanciones de la Unión europea y la pérdida de fuentes de financiación”. Y una devastadora pérdida de credibilidad internacional.

Se aguardaba con gran interés las palabras de Rajoy sobre la corrupción política, que estará muy presente en la actualidad española los días que vienen cuando comiencen procesos judiciales de algunos de los casos más graves. Pero el candidato se limitó a algunas referencias ya repetidas y generalidades. Se esperaba mucho más y no llegó. Otra decepción, quizás la peor, para Ciudadanos.

La vivacidad brotó en Rajoy en la última parte cuando abordó, con singular enfoque crítico, “el desafío que, paradójica y abusivamente, se plantea desde las instituciones autonómicas de Cataluña, que de ninguna manera se puede atribuir a los catalanes en su conjunto" y "la liquidación de la soberanía nacional y del respeto a la Ley, que es la expresión democrática de esa voluntad soberana". Prometió "preservar la soberanía nacional y, con ella, la unidad de España, la igualdad de los españoles y sus derechos fundamentales. No le corresponde al Gobierno interpretar la unidad, sino defenderla tal y como la entienden los españoles y la Constitución".

 

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